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mente verificadas, como testificando con su presencia, y mostrando como con el dedo, así la verdad del figurado, como la fidelidad de las figuras. Si todo esto pudo entonces suceder, por qué no podrá suceder, y con infinita mayor claridad en otro tiempo?

PARRAFO VII.

235. No temáis, ó Cristófilo, que en esta nuestra Iglesia presente antes de la venida gloriosa del Señor se hayan de ofrecer alguna vez al verdadero Dios los sacrificios legales de la antigua: ni tampoco penséis, por un solo momento, que yo soy capaz de avanzar tan manifiesto absurdo. Los profetas de Dios que anuncian tantas veces, y con tanta claridad otra Jerusalén todavia futura y ciertamente viadora, otro templo (en parte, no en todo semejante al antiguo) y en este templo algunos de los antiguos sacrificios (no todos); evidentemente no hablan de este tiempo, ni de esta Iglesia presente, ni de este dia de los hombres; ó en suma, no hablan de esta tierra vieja, y cielos ó climas viejos en que nos hallámos desde el diluvio de Noé; hablan únicamente de la tierra y cielos nuevos, que esperamos segun sus promesas*: pues de otro modo se contradijéran entre sí, y se matarian unos á otros†.

236. Así como el antiguo templo de Jerusalén, y Jerusalén misma, no pueden edificarse, segun las Escrituras, mientras durare este siglo, ó este tiempo de las naciones, ó esta tierra vieja en que vivímos desde Noé, segundo padre del linage humano, &c.; así no hay que temer por aora dichos sacrificios en el templo de Jerusalén. ¿ Qué tenémos que temer por aora, cuando sabemos de cierto, que Jerusalén y su templo perseverarán destruidos hasta la consumacion y el fin?

237. De aquí se infiere manifiestamente (y esta es una verdadera apología de casi todos los doctores Cristianos

• Secundùm promissa ipsius expectamus.—2 Pet. iii, 13.
+ Et mutua se cæde truncabant.-Judic. vii, 22.
Usque ad consummationem et finem.-Dan. ix, 27.

que

han tocado estos puntos, desde el siglo IV, hasta el dia de hoy): se infiere, digo, manifiestamente, que todos los que espantados del grande y terrible fantasma de los Milenarios, no han recibido otro siglo futuro, otro dia, otro espacio grande de tiempo entre la venida gloriosa del Señor, y el juicio ó resurreccion universal; ni tampoco por consiguiente otra nueva tierra y nuevo cielo, &c., han tenido todos suma razon para espantarse tambien, y tirar á huir, ó prescindir de todo cuanto leen en los profetas de Dios, de Jerusalén futura, de su templo, de sus sacrificios, &c.

238. Mas desvanecido este verdadero fantasma, ¿qué tenémos ya que temer? ¿Quién nos ha pedido nuestro dictámen, ó nuestro beneplácito, para lo que Dios hará ó no hará, ó podrá hacer, ó no, en otro siglo diverso, ó en otra tierra del todo nueva, cuyo gobierno no nos toca? Hará Dios entonces todo cuanto quisiere, y todo con infinita sabiduría, quietud y bondad. Hará cosas nuevas, é inauditas hasta el dia de hoy: dijo el que estaba sentado en el trono : He aquí, yo hago nuevas todas las cosas*. Hará cosas que no somos capaces aora ni aun de imaginar: y entre estas hará tambien individualmente todas cuantas tiene anunciadas y prometidas para aquel tiempo por sus siervos los Profetas... en las cuales es imposible que Dios faltet.

239. Por consiguente habrá en aquellos tiempos, y en aquella nueva tierra, una ciudad llamada Jerusalén, capital y centro de unidad, no solamente de las doce tribus de Jacob, recogidas con grandes piedades, sino tambien de todas las tribus, pueblos, y naciones de todo nuestro orbe, como dirémos á su tiempo. Habrá en esta ciudad capital un templo magnífico, ni mas ni menos como lo describe Ezequiel. Se depositará otra vez en este nuevo templo la misma arca sagrada del antiguo testamento, el tabernáculo

* Et dixit qui sedebat in throno: Ecce nova facio omnia.—Apoc. xxi, 5.

+ Per servos suos Prophetas... quibus impossibile est mentiri Deum.-Apoc. x, 7, et ad Hebr. vi, 18.

y el altar que escondió Jeremías, por una órden espresa que recibió de Dios*, en una cueva del monte Nevo, profetizando: Que será desconocido el lugar, hasta que reuna Dios la congregacion del pueblo, y se le muestre propicio: Y entonces mostrará el Señor estas cosas, y aparecerá la majestad del Señor, y habrá nube, como se manifestaba á Moisés, y así como apareció á Salomón, cuando pidió que el templo fuese santificado para el grande Dios †. En suma: se volverán á ver en aquel templo, y únicamente en él (lo que aora tanto se teme, como si hablára con nosotros), á saber: algunos ó muchos de los antiguos sacrificios y ceremonias.

PARRAFO VIII.

240. Mas para qué (os oigo replicar últimamente) para qué fin en este nuevo templo, ya Cristiano como se supone, estos antiquísimos sacrificios y ceremonias de la antigua alianza? ¿Para qué fin se ha de volver á colocar en él la misma arca, el mismo tabernáculo y altar que se hizo en el desierto, segun el modelo, que á Moisés ha sido mostrado en el Monte ‡! ¡O Cristófilo! esta pregunta hacédsela al Espíritu Santo, no á mí. ¿ Qué queréis que yo sepa de los fines y consejos de Dios? Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero§? No obstante, permitidme que os diga con las palabras de Cristo: Si puedes creer, todas las cosas son posibles para el que cree. Si podéis creer sinceramente todas estas cosas,

* Divino responso ad se facto.-2 Mach. ii, 4.

+ Quòd ignotus erit locus, donec congreget Deus congregationem populi, et propitius fiat: Et tunc Dominus ostendet hæc, et apparebit majestas Domini, et nubes erit, sicut et Moysi manifestabatur, et sicut cum Salomon petiit ut locus sanctificaretur magno Deo, manifestabat hæc.-2 Mach. ii, 7 et 8.

Secundùm exemplar quod Moysi in Monte monstratum est. Vide Exod. xxv, 40.

§ Quis enim cognovit sensum Domini? ¿ Aut quis consiliarius ejus fuit ?—Ad Rom. xi, 34, et vide 1 ad Cor. ii, 16.

|| Si potes credere, omnia possibilia sunt credenti.—Marc. ix, 22.

y otras semejantes que leís claras y espresas en la Escritura de la verdad, no hallaréis tanta dificultad en entenderlas. Mas si queréis primero entenderlas todas con ideas claras, si para creerlas esperáis verlas todas conformes, ó no repugnantes à vuestro sistema, en este caso me parece imposible su inteligencia. Por el contrario: una vez creídas todas estas cosas, aun sin entender los fines de Dios, esta fe simple y humilde, vendrá ya á ser como una cosa fundamental, ó como un principio sólido y firme, sobre el cual se podrá trabajar con buenas esperanzas sobre la inteligencia de estos fines, 6 consejos de Dios; á lo menos por medio de algunas razones de congruencia ó de algunas prudentes congeturas. A mí se me ofrece una que me parece tal, y que voy luego á proponer à vuestra consideracion, dejando abierto el gran campo para que discurráis otras mejores. Vedla aquí.

241. Los antiguos sacrificios que segun las Escrituras volverán á aparecer en el siglo venturo, en la nueva tierra, en el nuevo y último templo de Jerusalén todavia futura, no serán entónces otra cosa, que una nueva y sapientísima liturgia, instituida y ordenada por el sumo y eterno Sacerdote, Cristo Jesus. No serán, digo, otra cosa, que unas ceremonias, no solo significativas, sino claramente demostrativas, que deberán entonces preceder en aquel solo individuo templo al sacrificio incruento de la Eucaristía, ó á la cena del Señor, ó á la sustancia de la Misa. Y esto para qué? Para que concurran alguna vez, se abrazen, y se den ósculo de paz todas las antiguas figuras con lo que habian figurado; para que estas figuras se vean alguna vez de cerca, y confrontadas con el original allí presente, se entiendan todas con ideas claras, y se admire y bendiga la sabiduría infinita de Dios en su institucion.

242. ¿Qué tenéis que reprender ni que estrañar en esta congetura? En la liturgia presente, instituida sábiamente por la Iglesia, no precede muchas veces la leccion de las profecías que lo anunciaban, ó espresamente ó en figuras? No preceden muchas veces á nuestro sacrosanto

sacrificio muchas ceremonias antiguas y nuevas, mas ó menos significativas del mismo sacrificio? En la última cena del Señor, ¿no precedieron inmediatamente los legales á la institucion de la Eucaristía? No instituyó Jesucristo este sacramento admirable, despues de observada plenamente la ley en la cena legal*? Pues ; qué repugnancia, i ni qué absurdo puede imaginarse en que en aquellos tiempos, en aquel siglo, en aquel solo templo se ofrezca á Dios el verdadero y sacrosanto sacrificio del cuerpo y sangre de Jesucristo, precediendo los legales que lo habian figurado? ¿Qué repugnancia, en que el arca misma de la antigua alianza (donde se depositaron antiguamente, no solo las dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios †, sino tambien un vaso de maná, figura de nuestro sacramento) sirva entonces para depositar y conservar perpetuamente el mismo sacramento? ¿Qué repugnancia en fin en que se verifique en aquel tiempo, y en aquel siglo del todo nuevo, todo cuanto anuncia el profeta Ezequiel con tanta difusion y prolijidad? Si entonces no se verifica, cuando podrá ser?

243. Decís aquí (pues todo se dice, y es menester ocurrir á todo) que S. Pablo dice, ó supone que el sacrificio del cuerpo y sangre de Cristo durará solamente hasta que él venga: Porque (son sus palabras) cuantas veces comiéreis este pan, y bebiéreis este cáliz: anunciaréis la muerte del Señor, hasta que venga‡. Luego despues que él venga, ya no podrá ofrecerse á Dios este sacrificio de justicia, y por consiguiente ni los antiguos legales. Esta pequeña dificultad se resuelve facilmente con solo advertir la propia y genuina significacion del adverbio hasta que, así en frase de los latinos, como mucho mas en frase de la Escritura santa, v. g.: Siéntate á mi derecha: Hasta

* Observata lege plenè cibis in legalibus. + Digito Dei.- Exod. xxxi, 18.

Quotiescumque enim manducabitis panem hunc, et calicem bibetis: mortem Domini annuntiabitis, donec veniat.-1 ad Cor. xi, 26.

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