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lo cual, prosigue S. Mateo, conocieron los discípulos, que hablando de Elías, hablaba tambien de Juan: Entonces entendiéron los discípulos, que de Juan el Bautista les habia hablado. Así que el primer versículo de Malaquías habla ciertamente de la predicacion de S. Juan, y al mismo tiempo de la predicacion futura de Elías: los cuatro versículos siguientes ya no pueden competer á los tiempos de Juan, ó á la primera venida del Señor, porque en estos tiempos no se verificó, ni se ha verificado hasta aora nada de lo que anuncian: He aquí viene... ¿Y quién podrá pensar (ó como leen los LXX, quién podrá resistir) en el dia de su venida, y quién se parará para mirarlo? Porque él será como fuego derretidor, &c.: y purificará á los hijos de Levi, y los afinará como oro, y como plata, y ofrecerán al Señor sacrificios con justicia. Y será agradable, &c.t

253. Todas estas espresiones parecen muy impropias, y agenas sumamente de aquel modo dulce y pacífico, humilde y llano, con que apareció el Señor en la tierra la primera vez, cuando vino en carne pasible. Entónces, lejos de purificar á los hijos de Leví, como se purifica el oro y la plata, los dejó por la mayor parte en toda su inmundicia, en la cual perseveran hasta el dia de hoy. Entonces, no ofreciéron á Dios sacrificios en justicia: entonces, los sacrificios que ofrecian á Dios no le agradaban tanto como en otros tiempos anteriores; y esto por la iniquidad y malicia que abundaba casi universalmente en los hijos de Leví, &c. Poned aora los ojos en la segunda venida del Señor, á la cual debe preceder la mision y predicacion de Elías al punto entendéis con ideas claras todas estas

* Tunc intellexerunt discipuli, quia de Joanne Baptista dixisset eis.- Mat. xvii, 13.

Ecce venit... Et quis poterit cogitare [quis ferre poterit] diem adventùs ejus, et quis stabit ad videndum eum? Ipse enim quasi ignis conflans, &c. : et purgabit filios Levi, et colabit eos quasi aurum, et quasi argentum, et erunt Domino offerentes sacrificia in justitia. Et placebit, &c. Malach. iii, 1, 2, 3, et 4.

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cosas particulares, viéndolas perfectamente de acuerdo con todas las Escrituras: al punto entendéis cuando y como purificará el Señor á los hijos de Leví, como el oro en el crisol (esto es en los 42 meses de soledad y penitencia en que las reliquias de Leví serán verosímilmente las mas privilegiadas, ó las mas atendidas, como que deben ser la parte principal de la muger vestida del sol: derramaré (les dice Dios) sobre vosotros agua pura, y os purificaréis de todas vuestras inmundicias*: y en Isaías (hablando inmediatamente con la ciudad sacerdotal y regia, despues de haberle anunciado su ruina) la consuela el Señor con estas palabras: volveré mi mano sobre tí, y acrisolaré tu escoria hasta lo puro, y quitaré de tí todo tu estáño... despues de esto serás llamada la ciudad del justo, la ciudad fielt. Entónces, estas reliquias de Leví ya purificadas y santificadas, ofrecerán á Dios (prosigue Malaquías) sacrificios en justicia. Seria bueno reparar aquí, que el Profeta habla en plural sacrificios y es cierto; que en la Iglesia presente (á quien se pretende acomodar todo esto) no ha habido, ni hay, ni puede haber sino un solo sacrificio, que es el del cuerpo y sangre de Cristo: mas en los tiempos futuros de que habla esta profecía, podrá bien haber en aquel solo templo este sacrificio presente juntamente con el antiguo, y uno y otro en verdadera justicia. Por todo lo cual, podrá en aquel tiempo decir la esposa antigua, y entonces nueva: podrá, digo, decirle al esposo con toda verdad y propiedad, aquellas palabras que ya están registradas en el Cántico de los Cánticos: las nuevas y las añejas, amado mio, he guardado para tí§.

Et effundam super vos aquam mundam, et mundabimini ab omnibus inquinamentis vestris.- Ezech. xxxvi, 25.

+ Et convertam manum meam ad te, et excoquam ad purum scoriam tuam, et auferam omne stannum tuum ... post hæc vocaberis civitas justi, urbs fidelis. Isai. i, 25, et 26.

Et erunt Domino offerentes sacrificia in justitia. — Malac. iii, 3, § Nova et vetera, dilecte mi, servavi tibi,

Cant, vii, 13.
N

TOMO III.

254. Concluyo este punto con un pasaje luminoso del sapientísimo autor Antonio Vieyra, cuya obra manuscrita Del reino de Cristo y de Dios consumado en la tierra, al fin he podido leer. En el 2 tomo, cap. xi, trata difusamente del templo de Ezequiel y de todo cuanto en él se anuncia, y entre los seis modos que propone sobre la inteligencia literal de este templo, el tercero es en sustancia el que yo acabo de congeturar. Es verdad que en su sistema ó en el templo en que pone la verificacion de esta gran profecía, esto es, muchos siglos antes de la venida del Señor, todos estos sus modos son conocidamente inútiles, como que todos parten de un principio falso y absolutamente improbable, cual es, que Jerusalén y su templo se pueden volver a edificar antes de la venida del Señor, y aun muchos siglos antes de la revelacion del Anticristo. No obstante, me parece poner aquí este pasaje, así para que se vea el carácter, é ingenio de este gran sábio, como tambien, porque mudados solo los tiempos, hace admirablemente á mi propósito.

255. A la verdad, dice, ¿quién duda, que quitada la significacion del futuro, pueden convenir, y estár juntos la figura y lo figurado (lo cual comunmente se niega)? ¿No es verdad, que en una misma sala pudiéron verse á un mismo tiempo Alejandro el Grande y su retrato, en una estatua de Lisipo, ó en una pintura de Apeles?... Del mismo modo no dudámos, que mudada la condicion de los tiempos, en su templo mismísimo pueden juntarse, y estár presentes el sacrificio antiguo y el nuevo, aquel como figura, y este otro como figurado. Y á la manera que una esposa, que está para casarse, puede tener en una pieza á la persona de su esposo futuro, y la imágen del mismo, refiriendo á aquel todo su amor, y á esta solamente la admiracion de la semejanza y del arte; así la Iglesia podrá á un mismo tiempo conservar en alguna parte los sacrificios de la antigua ley, y el adorable Sacramento del cuerpo de Jesus; admirando en aquellos

únicamente la figura y la semejanza; y venerando, y adorando en este la verdad, y presencia de su sacratisimo esposo.

256. Diré, lo que me acuerdo haber visto. Corriendo el año del Señor de 1650, gobernando el Sr. Inocencio X, se levantó en Roma en nuestro templo de la Casa Profesa un amplísimo teatro, para solemnizar con la magnificencia que se acostumbra, la indulgencia de 40 horas: aumentando su perspectiva con furtivos fuegos, como es propio del arte: en el cual representaba admirablemente el templo de Salomón. En su parte inferior era de ver á Salomón mismo sacrificando segun los ritos de su pátria, y sirviendo, como ministros, los sacerdotes y levitas. En la superior sobresalía de en medio de una nube, rodeada de rayos por todas partes, el Pan verdadero, que bajó de los cielos, consagrado con el rito cristiano, al cual solo, golpeándose los pechos, é hincadas las rodillas adoraba profundísimamente una inmensa multitud que concurria del pueblo, ciudadanos, y peregrinos. Nada ciertamente se pudo fingir 6 pensar mas bello, que esta imágen, para formar concepto del templo de Ezequiel, y para concordar los sacrificios de aquella ley con la fe presente de la Iglesia, y con la ley de gracia. Porque allí se veían juntamente la figura y lo figurado, el sol y la sombra, un sacrificio y muchos sacrificios: aquel verdaderó: estos sombreados: aquel para el culto y adoracion; estos solamente para pompa y para espectáculo.

257. Aora, si en aquel teatro los sacrificios legales de Salomón no mostraban el sacrificio de Jesucristo como futuro todavia, sino como prefigurado en otro tiempo, pero presente ya; ¿por qué no podrémos filosofar del mismo modo, sin que la fe peligre, del templo de Ezequiel, y de sus sacrificios? Pero tenemos aun otro mayor, y mas fuerte ejemplo, si recurrímos á la cena misma del Señor; porque alli en un mismo cenáculo, y en la misma mesa, que fué el primer altar de nuestro cristiano sacri

ficio, no solo se inmoló el Cordero Pascual, sino que fué instituido el Divinisimo Sacramento. En un mismo lugar, y en un tiempo mismo se juntáron allí la figura y el figurado, y la sombra de la ley antigua con el misterio máximo de la nueva, esto es, con el cuerpo de Jesucristo*,

258. Mas já qué fin, replicará alguno, ó para qué necesidad esta conjuncion del cuerpo y de la sombra, de la figura y del figurado? Ciertamente será oportuna, para que por aquella recíproca representacion se hagan por último patentes los misterios ocultos en aquellas figuras y sombras, para que enteramente se manifiesten, y para que con toda claridad se perciba y venere la idea toda del Autor soberano con grande alabanza del mismo. A la verdad, siendo casi infinita la variedad y muchedumbre de las ceremonias legales: habiendo sido ordenadas todas para significar los misterios de la ley nueva: y habiendo Dios en ellas intentado principalmente la dicha significacion; ciertamente pensaria con menos rectitud del consejo y providencia del Señor cualquiera que juzgase, que nunca habia de revelarlos plenamente. Porque ¿qué cosa hay mas agena de una mente, no digo divina, mas de qualquiera que use de la razon, que instituir una ley entera con el fin de significar, y que sus significados hubiesen no obstante de ignorarse perpetuamente? Yo bien sé que de la tal significacion han escrito, bien esparcidamente ó bien en plenos comentarios, ya los padres antiguos, ya otros varios interpretes, y con mayor exactitud que todos el eruditísimo Rivera. ¿ Mas cuantas cosas hay en ellos dificiles, cuantas oscuras, cuantas poco coherentes, y muchas veces repugnantes, y lo que es mas, todas inciertas y dudosas, como conjeturas al fin de la

En este lugar omite el P. Lacunza un testo de S. Pablo, que parece hacer en contra, porque el P. Antonio Vieyra, de quien está tomado todo lo arriba dicho y lo que sigue, desata y esplica completamente este lugar del apostol. Vease si se quiere el original.-E.

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