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cisma? ¿No será un cortar la comunicacion con el verdadero centro de unidad, que estará entónces visible en Jerusalén viadora? Y si esta comunicacion se interrumpe ó se corta, ¿qué otra cosa podémos esperar sino anarquía y disolucion, libertad brutal, desórden, horror y confusion? 368. Pues en este tiempo y circunstancias (de cisma y disolucion respecto de muchos ; de tibieza ó de indiferencia respecto de las mas de las gentes); se suelta el dragon y sale de su carcel con toda aquella libertad que ha tenido y tiene hasta el dia de hoy. Viéndose otra vez en libertad, sin saber como ni por qué, discurre en breve por toda la superficie de la tierra. Examina atentísimamente el estado y disposiciones en que se hallan los hombres. Los halla con poca diferencia en el mismo estado en que él los dejó cuando lo ataron y encarcelaron, cerraron y sellaron sobre él la puerta de su carcel: es decir, unos conocidamente disolutos, libertinos, cismáticos: otros, y los mas, no claramente cismáticos ni libertinos, sino sensuales, y por eso tibios é indiferentes á todo lo que no se oponga á su sensualidad y comodidad: y otros aunque poquísimos, realmente fieles, justos y santos.

369. Conocido en general el estado en que se halla todo el orbe de la tierra, ó todos los hombres que cubren su superficie, tienta de nuevo a seducirlos á todos: lo consigue plenamente respecto de no pocos: de estos no pocos, se sirve facilmente para conquistar otros muchos: conquistados estos, creco naturalmente el incendio, que finalmente abrasa todas las gentes, que están en los cuatro ángulos de la tierra, á Gog, y á Magóg. Les persuade, que todo hasta aquel tiempo ha sido una fábula inventada por los Judios. Les dice lo que ya dejó escrito en sustancia el apostol S. Pedro: ¿Donde está la promesa ó venida de

él? porque desde que los padres durmiéron, todo perma

nece así como en el principio de la creacion*. Los incita

Ubi est promissio, aut adventus ejus? ex quo enim patres dormierunt, omnia sic perseverant ab initio creaturæ.-2 Pet. iii, 4.

y enfurece contra los Judios que los han tenido engañados tantos siglos y en fin, los congrega y anima á vengarse de ellos con una venganza la mas pública y mas egemplar: los congregará para batalla, cuyo número es como la arena de la mar. Y subieron sobre la anchura de la tierra, y cercaron los reales de los santos, y la ciudad amada. Y Dios hizo descender fuego del cielo, y los tragó, &c. Veis aquí todo el órden y todo el modo facil y llano con que pueden suceder todas estas cosas: fundado todo no sobre sofismas, ni sobre discursos artificiosos, ni sobre acomodaciones ingeniosas y pías (que llamámos conceptos predicables), sino sobre el testo clarísimo del Apocalipsis, combinado con el testo no menos claro de Zacarías. Veis aquí (en Zacarías) las causas verdaderas de la soltura del dragon, que omite S. Juan: y veis aquí en S. Juan todos los efectos de aquellas causas hasta su último fin, que omite Zacarías.

PARRAFO III.

370. Acabamos de ver el primer efecto de la soltura del dragon: esto es, la seduccion, el alboroto y rebelion formal de todas las gentes, ó las mas de ellas, que están en los cuatro ángulos de la tierra. Nos queda aora que considerar brevísimamente el fin de este alboroto con todas sus resultas: Dios hizo descender fuego del cielo, y los tragó. Y el diablo, que los engañaba, fué metido en el estanque de fuego, y de azufre: en donde tambien la bestia, y falso profeta serán atormentados dia y noche en los siglos de los siglos. Por estas palabras esplica el amado discípulo en breve y como en compendio, todo el misterio, que luego inmediatamente se pone á esplicar con mas difusion é individualidad; lo cual es bien frecuente en toda su profecía.

el

Et descendit ignis à Deo de cœlo, et devoravit eos: et diabolus, qui seducebat eos, missus est in stagnum ignis, et sulphuris: ubi et bestia, et pseudopropheta cruciabuntur die ac nocte in sæcula sæculorum.-Apoc. xx, 9 et 10.

371. Sobre este último testo se pueden hacer estas dos preguntas. Primera: ¿quién es,, ó qué cosa es este Gog y Magóg de que habla aquí S. Juan con tanta brevedad? ¿Este misterio es acaso el mismo que describe difusamente él profeta Ezequiel en sus dos capítulos xxxviii y xxxix, como se piensa y se insinúa comunmente? Segunda: ¿este fuego de que habla S. Juan, qué caerá y consumirá la muchedumbre de Gog y Magóg, la cual cercó los reales de los santos, y la ciudad amada, será acaso universal á todo nuestro orbe? Consumirá enteramente á todos sus vivientes y al orbe mismo?

372. Cuanto á lo primero, decímos: que el Gog y Magóg de S. Juan no significan otra cosa sino estas gentes, que están en los cuatro angulos de la tierra: pues esta es la esplicacion precisa que el mismo Apostol da á aquellas dos palabras Gog, y Magóg. Mas esto mismo (decís) ¿qué cosa significa, qué sentido tiene claro y perceptible? i Nuestra tierra, en cuya superficie habitámos, es acaso algun cuadro cuadrilongo, ó rombo, ó romboide, que tenga cuatro ángulos rectos 6 agudos, ú obtusos, &c., como pensaron insipientemente algunos antiguos, y como todavia piensa mucho mas de la mitad del linage humano? ¿No es ciertamente una esfera ó globo casi perfecto, cuyo diámetro de un polo á otro se halla un poco menor que el de oriente á poniente, tirado por el ecuador?

373. Teneis razon, amigo mio: mas todas vuestras preguntas ó dificultades se desvanecen al primer asomo de reflexion Gog y Magóg, dice S. Juan, son las gentes que habitan sobre los cuatro ángulos de la tierra. ¿Qué ángulos son estos? Para formáros de esto una idea clara, tirad solamente dos líneas, que se corten ó crucen bajo vuestros pies: una de oriente á poniente: otra de norte á sur. Con esta sola diligencia, facilísima en cualquiera parte del mundo donde os halláreis, veis ya bajo vuestros pies cuatro ángulos rectos, cada uno de noventa grados. Si continuais con vuestra imaginacion estas dos líneas por ambos lados, vcreís necesariamente, que se van curvando ó do

blando insensiblemente hasta formar dos círculos máximos, ó dos grandes anillos, que se van á unir ó cortar mútuamente en otro punto diametralmente opuesto al que vos ocupais. Por consiguiente, habeis dividido todo nuestro orbe en cuatro partes perfectamente iguales, y con esta division habeis formado bajo vuestros pies cuatro ángulos, Pues esto es lo que y otros cuatro en vuestros antipodas. llama S. Juan las gentes, que están en los cuatro ángulos de la tierra, á Gog, y á Magóg.

374. Con esta inteligencia fácil y simplísima, nos librámos aquí de entrar en aquella cuestion ó disputa (no menos embarazosa que inútil) sobre el verdadero origen de estas dos palabras á Gog, y á Magóg, ó sobre el pais y lugar determinado de la tierra donde habitáron, habitan y habitarán hasta aquellos tiempos estas dos tribus, naciones ó generaciones. Sobre lo cual nos dicen unos, que son los Escitas: otros, que son los Tártaros Asiáticos: otros, que son los Godos: otros señalan ya los Turcos, ya los Persas, ya los habitadores del Tiber: ya en fin todas estas naciones juntas y unidas entre sí. Mas entre la oscuridad y tinieblas con que nos dejan todas estas diversas opiniones, nos sale al encuentro la pequeña y clarísima luz del Apocalipsis, con estas brevísimas palabras: las gentes, que están en los cuatro ángulos de la tierra: con las cuales palabras nos declara que no tenemos que cansarnos en buscar á Gog y á Magog, en esta ó en aquella otra parte de la tierra, pues su verdadera significacion es esta sola: las gentes que estan en los cuatro ángulos de la

tierra.

375. En todo este testo del amado discípulo, nos consuela infinito no leer en él la palabra todos. Leo en él que el dragon saliendo de su carcei, engañará las gentes, que están en los cuatro ángulos de la tierra; mas no leo, que engañará á todas las gentes, ni á todos sus individuos. Por donde puedo prudentemente sospechar, y piadosamente creer, que muchos y aun muchísimos de los que entónces habitarán sobre los cuatro ángulos de la tierra,

no entrarán en la seduccion general, en la cual parece cierto que entrará la mayor y máxima parte: verificándose entonces en esta mayor y máxima parte, aquella sentencia del Espíritu Santo, que en todos tiempos la hemos visto plenamente verificada: el número de los necios es infinito*. Y aquella otra de Jesucristo: Entrad por la puerta estrecha: porque ancha es la puerta, y espacioso el camino, que lleva á la perdicion, y muchos son los que entran por élt.

376. Si buscámos aora (como por modo de erudicion ó diversion) este Gog y Magóg en la familia de Noé, segundo padre del linage humano, hallámos fácilmente á Magóg, hijo segundo de Jafét: mas á Gog no lo hallámos ni en el Génesis, ni en toda la Escritura, hasta el cap. xxviii de Ezequiél; y despues en el cap. xx del Apocalipsis. Solamente en el libro i del Paralipomenon ‡ se nombra un cierto Gog, nieto de Rubén, de quien nada se sabe, ni hace figura alguna en la historia. Por tanto, yo sospecho, que el Gog, así de Ezequiel como del Apocalipsis, no es otro que Gomér, hermano mayor de Magóg y primojénito de Jafét. De la familia de estos dos y de sus cinco hermanos menores, dice la Escritura estas palabras: Por estos fueron repartidas las islas gentes en sus territorios: cada uno conforme á su lengua y sus familias en sus naciones §. Esto es lo único que sobre este punto hallámos en la Escritura santa; lo cual parece que concuerda perfectamente con el testo de S. Juan: las gentes, que están en los cuatro ángulos de la tierra, á Gog, y á Magóg. Lo demás, fuera de esto, parece un poco adivinar.

- Eccle. i, 15.

* Stultorum infinitus est numerus. + Intrate per angustam portam: quia lata porta, et spatiosa via est, quæ ducit ad perditionem, et multi sunt, qui intrant per eam. - Mat. vii, 13.

↑ Cap. v, 4.

§ Ab his divisæ sunt insulæ gentium in regionibus suis, unusquisque secundùm linguam suam et familias suas in nationibus suis. Gén. x, 5.

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