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Tened bien presente esta sentencia espresa y clara de estos dos máximos doctores, para no reprenderme ligeramente de novedad en las cosas que voy á proponer y considerar.

PARRAFO III.

EL LUGAR DETERMINADO DONDE IRAN LOS JUSTOS DESPUES DE LA RESURRECCION UNIVERSAL.

400. Concluido el juicio universal de la manera que se hará (lo cual no somos por aora capaces de concebir con ideas claras); dice Jesucristo, que los justos irán á la vida eterna. Sobre estas palabras del Señor, 6 sobre este dogma de fe divina, esencial y fundamental en el verdadero cristianismo, se pregunta: ¿á donde, á qué parte ó lugar determinado y material de todo el universo mundo irán los justos ya resucitados á gozar de la vida eterna? A esta pregunta veo, Cristófilo, que respondeis al punto lleno de satisfaccion y seguridad, que irán todos al cielo, abandonando absolutamente esta miserable tierra, ó este valle de lágrimas. Mas yo os digo, amigo, con toda la formalidad y verdad de que soy capaz, que no entiendo vuestra respuesta. La palabra cielo, en frase de la Escritura santa, y en frase tambien de todos los pueblos, tribus y lenguas, es muy general. Cielo, se llama cuanto rodea nuestro orbe y está fuera de él, no solamente nuestra atmósfera, sino el espacio inmenso que lo circunda. Así decímos con gran verdad, que la luna, el sol, los planetas y todas las estrellas están en el cielo y pudiéramos añadir con la misma propiedad y verdad, que nuestra tierra ó nuestro globo terráqueo está del mismo modo en el cielo : ¿ y si no está en el cielo, donde esta?

401. Para aclarar mas vuestra primera repuesta, y acomodarla mas á una pregunta no general sino particular, respondeis lo segundo: que todos los justos ya resucitados irán al paraiso celestial. Y yo os digo con la misma formalidad y verdad, que esta vuestra segunda respuesta no

* Justi autem in vitam æternam.- Mat. xxv, 46.

es otra cosa que responder por la cuestion. La cuestion rueda únicamente sobre el lugar determinado donde irán los justos ya resucitados: y vos respondeis, que irán al paraiso celeste. Si han de ir á la vida eterna, como dice Cristo, es consiguiente y aun necesario que vayan á un paraiso celeste: esto es, á una felicidad y gloria, que no es posible hallar en nuestra tierra en el estado presente; mas esta palabra paraiso, ó sea paraiso celeste, es tan general é indeterminada, como la palabra cielo. Paraiso, llama la Escritura aquel lugar donde fué trasladado el justo Enoc para que no viese la muerte*: asi como la misma Escritura llama cielo aquel lugar donde fué conducido en un carro de fuego el grande Elías (el que), ha de venir, y restablecerá todas las cosas. Paraiso, llamó Jesucristo poco antes de espirar en la cruz al infierno mismo cuando le dijo al ladron penitente; hoy serás conmigo en el paraiso y es cierto y de fe divina, que Jesucristo este mismo dia (y luego despues de él el santo ladron) descendió á los infiernos §, y no salió hasta el tercero dia. Conque parece necesario, que aquellas dos palabras generales, cielo y paraiso, se espliquen mas, de modo que satisfagan á la pregunta particular.

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402. Para satisfacer á esta plenamente, y esplicar las dos palabras generalísimas cielo y paraiso, respondeis lo tercero: que todos los justos ya resucitados irán á gozar de la vida eterna al cielo empíreo. ¡O Cristófilo mio! Permitidme que os diga aquí, que con esta palabra cielo empíreo (palabra griega que significa igneo ó de fuego) pretendeis esplicarme una cosa oscura por otra mas oscura: lo que los escolásticos llaman ignotum per ignotius. Este cielo que llamámos empíreo ; donde está? ¿Lo ha visto alguno entre los filósofos antiguos ó modernos, ni aun siquiera entre los videntes ó Profetas de Dios? ¿Este

* Ne videret mortem.- Ad Heb. xi, 5.

✦ (Qui) quidem venturus est, et restituet omnia. - Mat. xvii, 11. Hodie mecum eris in Paradiso.- Luc. xxiii, 43. § Descendit ad inferos. Ex Simb. Constantinopolit.

¿Es

cielo es acaso sólido como vaciado de bronce*? i líquido como algun metal derretido, que fluye á la accion de un fuego violentísimo? Uno y otro suena la palabra empíreo.

403. Aora: yo busco esta palabra ó cosa equivalente en la Escritura santa, y protesto, en verdad, que no la hallo. La busco con gran deseo y curiosidad en los antiguos padres y antiguos escritores eclesiásticos, no solo latinos sino griegos, y protesto del mismo modo que hasta aora no he podido hallar el menor vestigio por donde empiezo á sospechar, y sigo adelante con mi sospecha, de que la palabra cielo empíreo es mas moderna de lo que se piensa : mas esto juzguenlo otros mas eruditos. Lo que únicamente he podido hallar sobre este asunto es, que algunos filósofos antiguos, especialmente Platon, ó alguno de sus innumerables discípulos, así como imagináron muchos cielos sólidos, ya tres, ya nueve, ya once, ya mas; así imagináron sobre todos ellos un cielo altísimo y superior á todos, que llamáron empíreo ó igneo, al cual consideráron como centro ó region del fuego, y tambien como el alma ó vida de todo el universo, que todo lo anima y vivifica, &c. Los Aristotélicos imagináron este mismo empíreo, en cuanto region del fuego, mucho mas cerca de nosotros, pues lo pusieron entre la tierra y la luna, habiendo observado, que la llama si no halla impedimento estrínseco, sube siempre ácia lo alto en forma de pirámide: lo cual les pareció que no podia ser por otra causa fisica, sino por su innata inclinacion ácia su propia esfera ó region del fuego.

404. Volviendo á la Escritura santa, que es la autoridad mas respetable, en ella no se halla otra cosa sobre el asunto que aora considerámos sino palabras generales, es á saber: cielo, cielos, cielo del cielo, cielos de los cielos, reino de los cielos: mas estas palabras ciertamente generales é indeterminadas, se hallan bien esplicadas en las mismas Escrituras, y de un modo perfectamente conforme

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*... Quasi æs fusum ?-Vide Job xxxvii, 18.

Tú oirás desde el cielo,

al dogma de fe divina, y tambien à la recta razon iluminada con la lucerna de la fe. Por ejemplo: Tú le oirás desde el cielo, esto es, desde tu alta morada*, le dice Salomón á Dios: y en el ver. 39: esto es, desde tu firme morada +. Dios firme y sublime, qué cosa es? palacio, ó templo, ó cielo material, nado? ¿Acaso no lleno yo el cielo y la tierra, dice el Señort?

¿Esta habitacion de ¿Es acaso algun gran ó algun lugar determi

405. De esta misma habitacion de Dios sublime y firmísima, habla el Apostol cuando dice: El que solo tiene inmortalidad, y habita una luz inaccesible §. Y en otra parte: aunque no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él mismo vivimos, y nos movémos, y somos. Lo cual estaba ya dicho con viveza, elegancia, propiedad, simplicidad y verdad, en el salmo cxxxviii. Si subiere al cielo, tú allí estás: si descendiere al infierno, estás presente. Si tomare mis álas al salir el alba, y habitare en las estremidades de la mar: Aun allá me guiará tu mano, y me asirá tu derecha. Y dije: Tal vez me cubirán las tinieblas: mas la noche me esclarecerá en mis placeres ¶. Todo lo cual nos enseña y predica aquel atributo de fe divina esencial á Dios, que es su inmensidad

* Tu exaudies de cœlo, de sublimi scilicet habitaculo tuo. 2 Par. vi, 30.

+ Tu exaudies de cœlo, hoc est, de firmo habitaculo tuo. Id. ib. 39.

¿Numquid nou cœlum et terram ego impleo, dicit Dominus. Jerem. xxiii, 24.

§ Qui solus habet immortalitatem, et lucem inhabitat inaccessibilem. ad Tim. vi, 16.

|| Quamvis non longè sit ab unoquoque nostrum. In ipso enim vivimus, et movemur, et sumus.— Act. xvii, 27 et 28.

¶ Si ascendero in cœlum, tu illic es: si descendero in infernum, ades. Si sumpsero pennas meas diluculò, et habitavero in extremis maris: Etenim illuc manus tua deducet me: et tenebit me dextera tua. Et dixi: Forsitan tenebræ conculcabunt me: et nox illumi natio mea in deliciis meis.-Ps. cxxxviii, ab 8 usque ad 11.

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ó presencia real y verdadera en todo el universo, y en todas y en cada una de las partes que lo componen.

406. No obstante esta idea verdadera y de fe divina, y conforme tambien á una razon bien ordenada, os oigo todavia replicar, que es preciso conocer y conceder algun lugar determinado, fisico y real, á donde se manifieste á los bienaventurados la gloria de Dios, ó Dios mismo con toda su gloria, y a donde estos gocen plenísimamente de su vista, y sean plena y perfectamente felices, principalmente despues de la resurreccion y juicio universal. Este punto de gran importancia necesita de una gran consideracion. Entrémos en ella.

PARRAFO IV.

407. Es preciso admitir algun lugar determinado fisico y real, donde Dios se manifieste con toda su gloria á los justos ya resuscitados, y donde estos lo vean eternamente con vision intuitiva y fruitiva.

408. Esta proposicion que os parece tan cierta, es puntualmente lo que yo niego, fundado no solamente en las Escrituras sagradas, sino tambien en la razon natural iluminada con la lucerna de la fe. Decís sin duda, que esto es demasiado negar, pues este lugar determinado todos lo admiten y yo os respondo, que padeceis equivocacion. El lugar determinado de que hablámos, ni lo admiten todos, ni muchos, ni ninguno: solamente lo imaginan ó se lo figuran y esta figura ó imaginacion es lo que llaman los ascéticos composicion de lugar; la cual es buena y conducentísima en la meditacion para fijar en alguna cosa ó lugar determinado nuestra inquieta, vaga, é inconstante imaginacion. Mas este lugar determinado es ciertísimo que la misma imaginacion lo finge y compone á su modo, esto es, segun el talento ó gusto de cada uno. De esta composicion de lugar tuvo sin duda su origen aquella imagen de la gloria, que nos ofrecen los pintores, buena en sí misma, edificativa y suficiente respecto del grado de oscuridad é ignorancia en que actualmente nos hallámos. Mas

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