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Y saldrá una vara de la raiz de Jesé, y de su raiz subirá una flor*.

25. La vara y flor (dicen) simbolizan dos personas diversas, ambas grandes y admirables (á proporcion) de la casa ó familia del rey David, y por eso pertenecientes al padre del mismo David, que fué Jesé. En la vara se debe entender la Santa Virgen María, Madre de Cristo, y en la flor el mismo Cristo. Mas nosotros (dice un antiguo doctor, á quien todos ó los mas suscriben, en el mismo sistema) por la vara de la raiz de Jesé entendámos que es la Virgen Santa María que no tuvo mata alguna unida á ella; y por flor al Señor Salvador, que dice en el cántico de los cánticos: "Yo flor del campo, y lirio de los valles." Sobre esta flor, pues, que del tronco y raiz de Jesé se levantará por medio de María Virgen, y en ella descansará el espíritu del Señor, &c. †.

26. Yo no me opongo, ni puedo oponerme sin impiedad á la verdad de fe divina que aquí nos dice ó nos acuerda este santo doctor con ocasion de estas primeras palabras del cap. xi de Isaias, que actualmente observámos. Esta es ciertamente una verdad indisputable: á saber, que Cristo nació de la Santisima Virgen Maria, la cual era de la sangre real de David. Esta verdad debemos saber y creer firmísimamente todos los Cristianos: ; mas esta verdad de fe divina, cierta é indubitable, es la misma que se anuncia, ó de que se habla en estas primeras palabras de la profecía? Esta simple pregunta pide naturalmente espera, y desea una respuesta no solo categórica, sino racional, bien fundada, clara, sin artificios de puro ingenio (que llamámos

* Et egredietur virga de radice Jesse, et flos de radice ejus ascendet.-Isai. xi, 1.

+ Virgam de radice Jesse Sanctam Mariam Virginem intelligamus, quæ nullum habuit sibi fruticem cohærentem, et florem Dominum salvatorem, qui dicit in cantico canticorum: Ego flos campi, et lilium convallium. Super hunc igitur florem qui de trunco et radice Jesse per Mariam Virginem repentè consurget, et requiescet spiritus Domini, &c.-S. Hyeron. in Isai.

↑ Virgo regia Davidicæ Stirpis.-Sanct. Leo. Serm. 1 de Nativit.

sofisma), y tambien sin aquel otro mal mucho peor que el sofisma, que merece con propiedad el nombre de despotismo, ó de prepotencia teológica. Despues de haber leido y meditado la profecía entera, unida con el capítulo antecedente y el siguiente (que todo debe entrar en consideracion), así como se halla infinitamente violenta y llena de falsedades palpables la acomodacion que se pretende hacer á la Iglesia presente, así no se sabe á qué propósito viene aquí el nacimiento de Cristo de la Santa Virgen Maria. Aunque se atendiese únicamente á la primera clausula de este capitulo, separándola enteramente de todo lo que precede, y de todo lo que sigue, que es lo sumo á que puede estenderse la indulgencia en estos asuntos; aun así la inteligencia vulgar no puede subsistir: se ve en ella y se presenta de suyo un inconveniente gravísimo, 6 una consecuencia intolerable.

27. Si la vara de que aquí se habla (pudiera oponer algun incrédulo) es realmente hablando la Santa Vírgen María; luego segun este lugar de la escritura, Cristo no nació de la Santa Virgen María, ni ésta pudo ser verdadera Madre de Cristo. Por que? Porque espresamente se dice, que la flor debia nacer, no de la vara, sino inmediatamente de la raiz, así como la vara misma, ni por la vara: saldrá una vara de la raiz de Jesé, y de su raiz subirá una flor. Conque ó la Santa Virgen María no tuvo mas parte en la generacion de Cristo, que la que dice esta profecía; esto es, ninguna; ó la Santa Virgen María no viene significada aquí por la vara; y si se quiere que venga significada por la vara, será necesario alterar un testo tan claro, añadiendole libremente dos palabras para que diga lo que se pretende, y leerlo así: y de su raiz (se levantará por la vara) una flor: lo cual aunque hablando del nacimiento de Cristo es una verdad; mas una verdad conocidamente agena del testo, que no dice tal cosa, ni la insinúa de modo alguno.

28. Crece mas la dificultad, si se atiende á todo el contesto, como debe atender quien busca y desea la verdad;

pues sin esta atencion las cosas mas claras deberán quedar en cualquier escrito que sea, en la mas profunda oscuridad. Desde el capítulo antecedente se empiezan ya á notar, y es bien facil notarlo, los tiempos de que se habla, no menos que los sucesos y las personas. Allí se habla claramente del residuo, ó de las reliquias últimas y mas preciosas de la casa de Jacob, las cuales (como se anuncia en otras mil partes de la Escritura santa, que ya hemos observado) se convertirán perfectamente á Dios, antes que venga el dia del Señor. Allí se dice de este residuo, ó de estas preciosas reliquias, que ya no confiarán en los hombres, ni estribarán en adelante en los príncipes ó potestades de la tierra, por cuyo medio han sido castigadas de su Dios, abatidas y humilladas hasta lo sumo, sino que estribarán únicamente en el Santo de Israél, y esto en sinceridad y en verdad: Y acaecerá en aquel dia: Que los que quedaren de Israél, y los que escaparen de la casa de Jacob, (seria bueno traer aquí á la memoria la muger que huye á la soledad, con ciento y cuarenta y cuatro mil sellados en la frente con el sello de Dios vivo, del Fenómeno viii), no se apoyarán más sobre aquel, que los hiere: sino que sincéramente se apoyarán sobre el Señor el Santo de Israél. Los residuos, los residuos, digo, de Jacob, se convertirán al Dios fuerte. Allí se le dice y promete á este residuo de Jacob, que aquel yugo, que tantos siglos ha llevado sobre su cuello, y aquel peso enorme que ha oprimido sus hombros, le será en aquel dia enteramente quitado: Y acaecerá en aquel dia: Será quitada su carga de tu hombro, y su yugo de tu cuello: que es lo mismo que se habia dicho poco antes hablando con el Mesías. Porque el yugo de su carga, y la vara de su hombro, y el cetro

Et erit in die illa: non adjiciet residuum Israël, et hi qui fugerint de domo Jacob, inniti super eo, qui percutit eos: sed innitetur super Dominum sanctum Israël in veritate. Reliquiæ converténtur, reliquiæ, inquam, ad Deum fortem.-Isai. x, 20, et 21.

+ Et erit in die illa: Auferetur onus ejus de humero tuo, et jugum ejus de collo tuo.-Isai. x, 27.

de su exáctor tú lo quebraste, como en el dia de Madián*. Allí se dice en suma, y se concluye todo este cap. x con la humillacion de los soberbios, y ruina entera de toda la grandeza humana, bajo la semejanza del monte Líbano, con todos sus altísimos cedros, aludiendo visiblemente á la célebre batalla de Gedeon contra el egército innumerable de Madián, de que se habla en el capítulo vii del libro de los jueces. He aquí que el dominador Señor de los egércitos quebrará la cantarilla con espanto, y los altos de estatura serán cortados, y los sublimes abatidos. Y las espesuras del bosque serán derribadas con hierro; y el Líbano caerá con sus alturas +. Inmediatamente sigue xi diciendo: y saldrá una vara de la raiz de

el cap.

Jesé.

29. Con esta advertencia previa y bien importante proseguid aora la leccion atenta de todo este capítulo, y el cántico de alabanza y accion de gracias que canta en el capítulo siguiente el mismo residuo de Jacob, librado en aquel dia con tantos prodigios, y recogido con grandes piedades; y yo me atrevo á asegurar resueltamente, que no hallareis una sola espresion, ni aun siquiera una sola palabra, que atendidas todas las circunstancias se pueda acomodar de un modo razonable ó pasable, á la primera venida del Señor, ó á sus efectos en la Iglesia presente. Y si quereis certificaros plenamente de esta verdad, sin que os quede ni aun sospecha de duda, abrid cualquier espositor de la Escritura sobre este lugar: cotejad en juicio y en justicia lo que allí leais con la profecía; y esto solo, mucho mas que otro argumento, os hará facilmente abrir los ojos, y pasar de las tinieblas á la luz.

30. Fuera de esto, si no reusais algun poco de trabajo

Jugum enim oneris ejus, et virgam humeri ejus, et sceptrum exactoris ejus superasti, sicut in die Madian.-Isai. ix, 4.

Ecce dominator Dominus exercituum confringet lagunculam in terrore, et excelsi staturâ succidentur, et sublimes humiliabuntur. Et subvertentur condensa saltus ferro: et Libanus cum excelsis cadet.-Isai. x, 33, et 34.

material, abrid las concordancias de la Biblia; buscad en este índice admirable la palabra vara; y despues de haber examinado uno por uno todos los lugares de la misma Biblia, á que sois remitido, tengo por ciertísimo (pues lo he probado diligentemente) que no hallareis uno solo, donde no se tome esta palabra en un mismo sentido general: esto es, por la potestad actual de juzgar, de gobernar, de mandar, de correjir, de castigar, &c.; y algunas pocas veces por el instrumento mismo de la correccion ó del castigo; lo cual en sus propios lugares, ninguno ha pensado jamas poner en duda. Desde los tiempos de Moysés se lee, hablando espresamente del Mesías, la célebre profecía de Balaan: de Jacob Nacerá una estrella, y de Israel se levantará una vara :...De Jacob saldrá el que domine*. En esta profecía, aunque algunos Rabinos mas modernos, y muy ignorantes (á cuyo sentimiento se inclina el Tostado) pretendieron acomodarla á David, á Salomón y demás reyes de Israél y de Judá; mas todos los intérpretes juiciosos se rien con razon de la impropiedad, é insulsez de esta inteligencia, defendiendo con todo empeño, que en ella se habla evidentemente del Mesías; y que éste y no otra persona, viene aquí significado, así por la vara como por la estrella: y á ninguno le ha pasado por el pensamiento entender por esta vara la Santa Virgen María, ni decir que de esta vara debia nacer la estrella, sino leyendo el testo como quieren leer el de Isaías: se levantará una estrella por la varat. En suma, hablando espresamente de Cristo, se ve esta misma vara y se ve frecuentísimamente en los Profetas, en los Salmos, en los escritos de S. Pablo, en el Apocalipsis, y siempre se ve en el mismo sentido sin mudanza ni novedad alguna. ¿Por qué, pues, solamente en este lugar de Isaías ha de significar otra cosa diversa? ¿Por qué, pues, solamente en este lugar se ha de convertir la vara en la Santa Virgen María?

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• ORIETUR STELLA ex Jacob, et consurget virga de Israël:...De Jacob erit qui dominetur.—Núm. xxiv, 17, et 19.

↑ Consurget stella per virgam.

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