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hace ciertísimamente nuestro sol. Este, alumbra y fomenta cuando menos á 16 globos opacos y frios en sí mismos, como son Mercurio, Venus, nuestra Tierra, Marte, Júpiter y Saturno, y fuera de estos seis globos primarios, alumbra tambien y fomenta evidentemente á nuestro satélite, que llamámos Luna, á los cuatro satélites de Júpiter, y á los cinco de Saturno, con su anillo que rodea y se cree compuesto de millones de otros satélites, y á muchos otros que no dejan de sospecharse, sin entrar en este número los cometas, el Herschel y otros.

443. Responden lo sesto: si cada estrella luminosa por sí misma no puede considerarse ociosa, sino destinada á fomentar y alumbrar otros cuerpos opacos y frios que la circundan y giran en su contorno ó á su rededor: luego cada estrella es un sistema solar y planetario, así como lo es ciertamente nuestro sol: luego cada estrella tiene muchos cuerpos (mas ó menos), que la circundan, como á centro comun de movimiento, y que necesitan de su luz calor.

y

444. Responden en fin, que esta luz y calor que cada estrella reparte libremente á otros cuerpos opacos y frios, que la circundan y rodean, no puede parar solamente en los cuerpos mismos inanimados: parece que debe alumbrar y calentar á criaturas vivas y animadas, ya solo sensitivas análogas á nuestras bestias, ya tambien y principalmente á criaturas racionales compuestas de cuerpo y espíritu, análogas al hombre habitador de este globo y señor de todas las otras especies, que á todas las domina, &c. Todo esto han discurrido estos sabios; cuyo discurso, lejos de oponerse á nuestra creencia divina, ni á la razon natural, antes la sublima, la estiende, la ensalza, y la hace formar un concepto magnífico del Criador de todo.

445. Yo estoy muy lejos de tomar partido en la idea de otras criaturas racionales y corporales, que hay 6 puede haber en otros orbes. Las razones especiosas que se alegan á su favor, son todas de mera conjetura y congruencia por consiguiente, solo pueden probar, que la cosa no repugna, ni es imposible, ni se opone á alguna verdad;

mas nada pueden probar á favor de su existencia real: antes seria una temeridad, por no decir una estulticia, pensar que el omnipotente, sapientísimo y fecundísimo Dios, debia hacer y disponer todo su mundo universo segun nuestras pobrísimas imaginaciones, 6 analogías, ó congruencias: Porque quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fué su consejero*? Los infinitos ó innumerables cuerpos celestes, así luminosos como opacos, así visibles como invisibles (cuya existencia ya es innegable), pueden bien estár todos, ó muchos habitados de una infinita muchedumbre y variedad de especies análogas al hombre, y tambien á las bestias de nuestro globo, y pueden estár hasta aora absolutamente vacios. Entre estas dos cosas, ambas inciertas, ¿quién es capaz de definir? Tal vez espera todo el universo y todos los innumerables orbes que lo componen, la revelacion plena, perfecta y consumada de todos los hijos de Dios, coherederos con el Hombre Dios: Porque (como dice S. Pablo) el gran deseo de la criatura espera la manifestacion de los hijos de Dios †.

puede y se debe definir, que si acaso hay en otros

y

446. Lo que únicamente se segun las Escrituras, es esto: globos otras criaturas análogas al hombre (sean las que fueren y como fueren) todas ellas deben pertenecer á Cristo Jesus, y sujetarse enteramente á su dominacion, pues todas ellas, no menos que nosotros, fueron criadas por él para él: por quien son todas las cosas, y para quien son todas las cosas. Esta verdad de fe divina una vez admitida y presupuesta, imaginad aora cuanto quisiereis y como quisiereis. Todo es ya sufrible, todo pasable, todo bueno é inocente: no lo repugna la Escritura santa, ni la recta razon. Las dificultades que hasta aora se han propuesto, caen por su propio peso, y se abisman en el inmenso océano de la grandeza, omnipotencia, sabiduría,

¿Quis enim cognovit sensum Domini? Aut quis consiliarius Ad Rom. xi, 34.

ejus fuit?

+ Nam expectatio creaturæ, revelationem filiorum Dei expectat. Ad Rom. viii, 19.

Propter quem omnia, et per quem omnia. - Ad Hebr. i, 10.

fecundidad y bondad infinita de Dios vivo y verdadero, á quien adorámos, y se abisman del mismo modo en el otro océano altísimo y profundísimo de este mismo Dios hecho Hombre, de quien dice S. Juan: el Verbo fué hecho carne... por quien son todas las cosas, y para quien son todas las cosas *.

447. Direis acaso, que todas estas criaturas innumerables compuestas de cuerpo y alma racional (si acaso las hay en otros orbes), no solamente deben pertenecer al Hombre Dios Cristo Jesus, en cuanto Rey y Señor de todo, sino tambien en cuanto Redentor, Mediador y Pacificador entre Dios y las criaturas; así como lo es y lo será respecto de todo el linage de Adán. Bien: ¿y qué dificultad halláis en esto? ¿Qué sabemos, ni vos, ni yo, ni ninguno, si estas criaturas de que hablámos, análogas al hombre, han tenido, ó antes 6 á lo menos despues de la muerte y resurreccion del Hombre Dios, alguna mision divina por el ministerio de los angeles y de algunos justos insignes de cada globo, análogos á Enoc, á Noé, á Abrahán, á Moisés, á David y a todos los Profetas? ¿Qué sabémos si han pecado 6 no han pecado, si algunos ó muchos? ¿Qué sabémos si á todos se les ha anunciado la salud eterna, con las condiciones necesarias para conseguirla? ¿Qué sabémos, &c...? Conque todas estas innumerables criaturas análogas al hombre (si acaso las hay) pueden bien pertenecer al Hombre Dios Cristo Jesus, no solamente en cuanto Rey y Señor universal de todo lo criado, sino tambien en cuanto Redentor, y Mediador, y Pacificador entre el Criador y sus criaturas. Así puede entenderse obvia y naturalmente aquel testo no poco dificil del Apostol, que hablando con los Profetas de la pasion y muerte del Hombre Dios, dice: Porque en él quiso hacer morar toda plenitud: Y reconciliar por él á sí mismo todas las cosas, pacificando por la sangre de su cruz, tanto lo que está en la tierra, como lo que está en el

Verbum caro factum est... propter quem omnia, et per quem omnia, ―Joan. i, 14; et ad Hebr. ii, 10.

cielo *. ¿Qué criaturas racionales habitadoras de los cielos pueden ser estas, de quienes el Apostol habla, cuando dice lo que está en el cielo, que fueron pacificadas, ó reconciliadas con Dios por la muerte de Cristo, así como lo ha sido la especie de Adán en nuestra tierra? Consideradlo bien; mas no penseis por esto, que yo doy esta inteligencia al testo del Apostol, afirmando absolutamente, sino solo en el caso (no imposible, ni absurdo) de que estén habitados los cuerpos celestes, de otros criaturas análogas al hombre. Fuera de este caso, diré mas antes que ignoro su verdadera inteligencia.

448. No hay duda que muchísimos sabios, mas filósofos que cristianos, han abusad insipientemente de estas ideas. ideas magníficas sobre la muchedumbre y grandeza de las obras de Dios, sacando de ellas pésimas consecuencias, y menos pésimas que falsas é ilegítimas, para ruina de sí mismos. Mas ¿qué cosa hay por buena é inocente que sea, de que no pueda abusar el ingenio, ó dirémos mejor, el corazon humano una vez corrompido? ¿ Cómo no han sacado tales consecuencias otros ingenios iguales ó mayores? (Porque) el hombre bueno del buen tesoro saca buenas cosas: mas el hombre malo del mal tesoro saca malas cosas +.

449. Estos filósofos de que hablo, han alcanzado ciertamente grandes luces, y grandes y magníficos conocimientos sobre la naturaleza, ó sobre las obras del Criador; mas en lugar de subir al Criador mismo y parar en él, han parado vergonzosamente en las criaturas, como si estas fuesen el último fiu del hombre: haciendo para esto un Dios quimérico, sin justicia, sin providencia, sin santidad, insensible á todo, y acomodado enteramente á sus pasiones.

* Quia in ipso complacuit, omnem plenitudinem inhabitare: Et per eum reconciliare omnia in ipsum, pacificans per sanguinem crucis ejus, sive quæ in terris, sive quæ in cœlis sunt. Ad. Colos. i, 19 et 20.

↑ Ad suam ipsorum perditionem. — 2 Pet. iii, 16.

[Quia] Bonus homo de bono thesauro profert bona: et malus

homo de malo thesauro profert mala. - Mat. xii, 35.

Así se han metido sin saberlo en el número de aquellos filósofos mas antiguos, de quienes decia S. Pablo . . . . que son inescusables. Pues aunque conocieron á Dios, no le glorificaron como á Dios, ó dieron gracias: antes se desvanecieron en sus pensamientos, y se oscureció su corazon insensato porque teniendose ellos por sabios, se hicieron necios*. Y tambien en el número de aquellos de quienes dice S. Judas: blasfeman de todas las cosas, que no saben y se pervierten como bestias irracionales en aquellas cosas, que saben naturalmente. ¡Ay de ellos +!...

PARRAFO III.

450. Volvámos ya á nuestro propósito. Vos y yo, y cualquiera otro, habiendo oido y entendido bien la idea magnífica de otras innumerables criaturas análogas al hombre, que pueblan otros innumerables orbes análogos al nuestro, quedámos en perfecta librtad, así de imaginar, como de rechazar y negar dichas criaturas. Nada se arriesga en imaginarlas con las condiciones inseparables arriba dichas y nada se arriesga en negarlas, negando junto con ellas todas las razones de mera conjetura que se alegan á su favor. Una sola cosa no nos es posible negar, ni aun siquiera dudar un solo momento: á saber, la exis tencia física y real de los orbes innumerables, que por todas partes nos circundan: pues realmente nos hallámos rodeados por todas partes, no solamente de nuestra atmósfera, sino tambien encima de ella, de un espacio inmenso, prodigioso, interminable, ocupado todo de innumerables orbes: unos lucientes por sí mismos, otros opacos, y que

Ita ut sint inexcusabiles. Quia cùm cognovissent Deum, non sicut Deum glorificaverunt, aut gratias egerunt: sed evanuerunt in cogitationibus suis, et obscuratum est insipiens cor eorum : Dicentes enim se esse sapientes, stulti facti sunt. - Ad Rom. i, 20, 21, et 22.

+ Quæcumque quidem ignorant, blasphemant: quæcumque autem naturaliter, tamquam muta animalia, norunt, in hiis corrumpuntur, ¡ Væ illis... - Ep. Jud. 10 et 11.

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