6 seguis diciendo) es preciso concebir algun lugar ó globo determinado y mas privilegiado entre todos, donde se fije eternamente la corte, el trono, el juicio ó el centro de unidad de un reino tan grande: pues al fin en este reino aunque vastísimo, aunque compuesto todo de hijos de Dios, bienaventurados é impecables, deberá haber un orden admirable, ó una gerarquia perfectisima; deberá haber una justa y pacífica subordinacion de unos á otros (y esta clara, conocida de todos é indisputable) es á saber: de los mínimos á los menores: de estos á otros mayores de estos á los grandes: de los grandes á los máximos: y de todos al supremo Rey. Esta gerarquía, ó este gobierno perfecto ¿no lo admiten todos los doctores aun entre los ángeles bienaventurados, que siempre ven la cara del... Padre*? ¿ Pues por qué no deberá suceder lo mismo entre los innumerables hijos de Dios, que entraren en la vida? Así que (concluis con razon), debe admitirse algun lugar determinado, fisico y real, entre todos los orbes innumerables que componen el universo, donde resida ordinariamente el supremo Rey, ó su corte, ó su juicio, ó su trono, de donde como de centro comun salga eternamente la luz, y se difunda ácia todas partes. A esta última dificultad puede responderse facilísimamente de dos maneras. Primera: que donde está el Rey, allí está ordinariamente la corte : pues ningun soberano está obligado á residir perpetuamente en un lugar mismo determinado. Si esta brevísima respuesta no os contenta plenamente, como es facil creer, yo os concedo, amigo, sin repugnancia alguna, este lugar determinado, fisico y real, que pedís con tantas instancias. La corte del supremo Rey, y el centro de unidad de un reino tan grande, estará sin duda eternamente en algun Ingar determinado, ó en alguno de los orbes innumerables de que se compone todo el universo mundo. Dije en alguno de los orbes: porque cielo sólido, que sirva de bó Qui semper vident faciem Patris. Mat. xviii, 10, beda á todo el universo y lo abarque todo dentro de sí, yo no lo admito: cada uno abunde en su sentido*. Mas este orbe tan privilegiado entre todos, ¿cual será? Ninguno otro, Cristófilo, segun mi pobre juicio, sino este mismo en cuya superficie habitámos. Este será eternamente el mas atendido, el mas frecuentado, el mas honrado de Dios y de todas sus criaturas: y por consiguiente el mas feliz y glorioso, á lo menos en todo lo que pertenece á la gloria accidental y accesoria, que despues de la resurreccion universal no puede ser poca. 460. Acaso direis, y me parece que ya oigo vuestra esclamacion: Duro es este razonamiento, ¿y quién lo puede oir+ Nuestro orbe miserable, al cual maldijo el Señor : nuestro valle de lágrimas, de enfermedad, de tristeza, de corrupcion, de iniquidad, &c., ¿ será algun dia la córte y centro de unidad de todo entero el reino de Dios, ó de todo el inmenso reino de los cielos? Sí, amigo mio: sí lo será: no teneis razon alguna porque estrañar esta proposicion, la cual lejos de oponerse á la Escritura santa, ni á la recta razon, antes se halla protegida y confirmada sólidamente por la una y por la otra. Ved aquí en breve las razones que militan á favor de nuestro orbe sobre todos los otros. 461. Primeramente: el Hombre Dios, Cristo Jesus, nuestro Señor, ó el Rey supremo, heredero de todo... por quien son todas las cosas, y para quien son todas las cosas §, es de esta misma tierra, que dió Dios á los hijos de los hombres. Aquí se hizo hombre siendo Dios: aquí se unió estrechísima é indisolublemente con nuestra pobre, enferma y vilísima naturaleza: aquí se anonadó á sí mismo tomando forma de siervo, hecho á la semejanza de * Unusquisque in suo sensu abundet. Ad Rom. xiv, 5. ↑ Durus est hic sermo, quis potest eum audire? -Joan. vi, 61. Cui maledixit Dominus. - Gen. v, 29. § Hæres universorùm... propter quem omnia, et per quem omnia. ·Vide ad Hebr. i, 2; ii, 10. Quam dedit Deus filiis hominum. - Eccl. iii, 10. TOMO III. X hombres, y hallado en la condicion como hombre*: aquí nació de la virgen María de la estirpe de David segun la carnet: aquí predicó, aquí enseñó, aquí padeció la mayor afrenta y el mas injusto deshonor que se ha visto jamas, muriendo desnudo en una infame cruz, como uno de los hombres mas inicuos; y con los malvados fué contado ‡. Luego aquí mismo se le debe restituir plena y perfectamente todo su honor. Luego aqui mismo se debe manifestar plena y perfectamente su inocencia, su justicia, su bondad, su dignidad infinita y todo cuando puedan comprender estas dos palabras: Hombre Dios. Del mismo modo discurrímos de los coherederos; principalmente de los mayores y máximos. Estos padecieron aquí por él: aquí padecieron persecucion por la justicia: aquí fueron perseguidos, deshonrados y atribulados, y muchísimos hasta la muerte: aquí obraron en justicia en medio de la general iniquidad y corrupcion: aquí no amáron sus vidas hasta la muerte §: aquí, &c. Luego aquí mismo, como en el lugar de su paciencia, de su justicia y de sus tribulaciones por Cristo ; deberán gozar eternamente el fruto mas que céntuplo de todo lo que aquí sembráron: A la verdad es justo y digno de Dios (como decia Tertuliano), exaltar á los siervos allí mismo donde fueron aflijidos por su nombre 462. Lo segundo: la ciudad santa y nueva de Jerusalén que aora se edifica de vivas... y escogidas piedras, es ciertísimo que algun dia ha de bajar con Jesucristo mismo del cielo á nuestra tierra y establecerse en ella sólidamente. La Escritura santa asegura, que vendrá y habitará con los * Semetipsum exinanivit formam servi accipiens, in similitudinem hominum factus, et habitu inventus ut homo.- Ad Philip. ii, 7. + Ex Virgine Maria, de progenie David secundum carnem. Et cum sceleratis reputatus est. - Isaí liii, 12. § Non dilexerunt animas suas usque ad mortem. Apoc. xii, 11. || Siquidem est justum, et Deo dignum illuc quoque exultare famulos ejus ubi sunt et afflicti in nomine ejus. — Tertul. lib. iii adv. Marc. cap. xxiv. hombres: Ved aquí (dice S. Juan) el tabernáculo de Dios con los hombres, y morará con ellos, &c. *; mas no dice ni insinúa jamas, que esta habitacion de la ciudad santa en nuestra tierra, haya de ser solo por algun tiempo limitado, ni que alguna vez ha de dejar la tierra y volar á otra parte; antes del testo y contesto de todo cap. xxi y xxii, del Apocalipsis se colije todo lo contrario, y mucho mas si se combinan con otros lugares de la Escritura. Considerad estos pocos: la Judéa siempre será poblada, y Jerusalén en generacion y generacion †. No será arrancado, ni destruido por siempre jamas. Este es mi reposo por siglo de siglo: aquí moraré, &c. § Se sentará sobre el solio de David, y sobre su reino: para afianzarlo, y consolidarlo en juicio y en justicia, desde aora y para siempre ||: que fué la promesa que hizo el angel á nuestra Señora, diciendola que á su Hijo le dará el Señor Dios el trono de David su padre: y reinará en la casa de Jacob por siempre, y no tendrá fin su reino ¶. 463. Estos y otros muchos lugares de la Escritura santa muy semejantes á ellos, parece que prueban obvia y naturalmente á favor de nuestro orbe. Para afirmar otra cosa contraria ó diversa, era necesario algun fundamento positivo, divino, que esplicase dichos lugares en otro sentido: el cual fundamento se busca en todas las Escrituras y no se * Ecce tabernaculum Dei cum hominibus, et habitabit cum eis, Apoc. xxi, 3. &c. + Judæa in æternum habitabitur, et Jerusalem in generationem et generationem Joel. iii, 20. ↑ Non evelletur, et non destruetur ultrà in perpetuum,-Jerem. xxxi, 40. § Hæc requies mea in sæculum sæculi: hîc habitabo, &c. Ps. cxxxi, 14. || Super solium David, et super regnum ejus sedebit: ut confirmet illud, et corroboret in judicio et justitia, amodò et usque in sempiternum. Isai. ix, 7. ¶ Dabit illi Dominus Deus sedem David patris ejus et regnabit in domo Jacob in æternum, et regni ejus non erit finis. Luc. i, 32 et 33. halla. Si aquella idea vulgar de que concluido el juicio universal (sea este donde fuere) Jesucristo se volverá de la tierra al cielo empireo, llevando consigo á todos los benditos de su Padre, &c.; si esta idea, digo, fuese verdadera, ¿es creible que no se hallase alguna noticia, ó siquiera algun vestigio de un suceso tan grande en todas las Escrituras? 464. A esto debe añadirse, que los mas y mejores doctores, así espositores como teólogos, admiten una perfecta renovacion de nuestro orbe terráqueo despues del juicio universal: esperámos (dice S. Pedro) según sus promesas cielos nuevos y tierra nueva, en los que mora la justicia. Mas esta nueva tierra renovada perfectamente, en la cual habitará la justicia, ¿como podrémos concebirla, si Cristo y todos los benditos de su Padre la abandonan del todo y se van á lo mas alto del cielo empireo? Esta es la gran dificultad obvia y visible, á que ninguno satisface. Digo que ninguno satisface á esta obvia y visible dificultad, porque los mas no se dan por entendidos de ella, como si no la viesen: y algunos pocos, que no han querido disimularla del todo, han opinado, que se renovará enteramente nuestra tierra despues de la resurreccion y juicio universal: para que vivan en ella eternamente gozando de una felicidad natural los párvulos que han muerto y murieren en adelante sin bautismo y sin pecado personal, como si el omnipotente, justísimo y santísimo Dios no tuviese en todo su universo mundo donde colocar á estos párvulos, que no pertenecen al reino, ó no son hijos del reino: como si no fuese verdadera aquella sentencia de Cristo: En la casa de mi Padre hay muchas moradas*. Fuera de que ¿como puede componerse esta opinion con aquellas palabras: esperamos segun sus promesas cielos nuevos y tierra nueva, en los que mora la justicia? ¿Es lo mismo la inocencia, que la justicia? ; lo positivo, que lo negativo? El que háce justicia, justo est: dice S. Juan. Conque si nuestra * In domo Patris mei mansiones multæ sunt, &c.—Joan. xiv, 2. + Qui facit justitiam, justus est. Joan. ep. 1, iii, 7. |