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halla. Si aquella idea vulgar de que concluido el juicio universal (sea este donde fuere) Jesucristo se volverá de la tierra al cielo empireo, llevando consigo á todos los benditos de su Padre, &c.; si esta idea, digo, fuese verdadera, ¿es creible que no se hallase alguna noticia, ó siquiera algun vestigio de un suceso tan grande en todas las Escrituras?

464. A esto debe añadirse, que los mas y mejores doctores, así espositores como teólogos, admiten una perfecta renovacion de nuestro orbe terráqueo despues del juicio universal: esperámos (dice S. Pedro) según sus promesas cielos nuevos y tierra nueva, en los que mora la justicia. Mas esta nueva tierra renovada perfectamente, en la cual habitará la justicia, ¿como podrémos concebirla, si Cristo y todos los benditos de su Padre la abandonan del todo y se van á lo mas alto del cielo empireo? Esta es la gran dificultad obvia y visible, á que ninguno satisface. Digo que ninguno satisface á esta obvia y visible dificultad, porque los mas no se dan por entendidos de ella, como si no la viesen: y algunos pocos, que no han querido disimularla del todo, han opinado, que se renovará enteramente nuestra tierra despues de la resurreccion y juicio universal: para que vivan en ella eternamente gozando de una felicidad natural los párvulos que han muerto y murieren en adelante sin bautismo y sin pecado personal, como si el omnipotente, justísimo y santísimo Dios no tuviese en todo su universo mundo donde colocar á estos párvulos, que no pertenecen al reino, ó no son hijos del reino: como si no fuese verdadera aquella sentencia de Cristo: En la casa de mi Padre hay muchas moradas*. Fuera de que

¿como puede componerse esta opinion con aquellas palabras: esperamos segun sus promesas cielos nuevos y tierra nueva, en los que mora la justicia? ¿Es lo mismo la inocencia, que la justicia? ¿ lo positivo, que lo negativo? El que háce justicia, justo est: dice S. Juan. Conque si nuestra

* In domo Patris mei mansiones multæ sunt, &c.-Joan. xiv, 2. + Qui facit justitiam, justus est. - Joan. ep. 1, iii, 7.

tierra se debe renovar, solamente para que sirva de habitacion á los párvulos incapaces de bien ni de mal personal, no podrá habitar en ella la justicia: luego si esta ha de habitar en ella, su renovacion deberá ser para otros habitantes infinitamente diversos. De estos testifican las Escrituras, que son los que no quieren considerarse en el sistema vulgar.

465. Fuera de los lugares que quedan apuntados a favor de nuestra tierra, y fuera de tantos otros de que abundan los Profetas y los salmos, considerad por último este solo, que por su precision y claridad vale por mil: Los injustos serán castigados, y el linage de los impíos perecerá. Mas los justos heredarán la tierra, y morarán sobre ella por siempre*. Y poco antes se habia dicho en el mismo salmo: los que proceden malignamente, serán esterminados: mas los qne aguardan al Señor, ellos heredarán la tierra. Y aun de aquí á un poquito, no existirá el pecador; y buscarás el lugar de él, y no lo hallarás. Mas los mansos heredarán la tierra, y se deleitarán en muchedumbre de pazt. A lo cual aludió el maestro bueno del monte, diciendo: Bienaventurados los mansos; porque ellos poseerán la tierra‡.

466. A todo esto se debe añadir, que nuestra tierra aun mirada en el estado presente, no es tan despreciable en lo fisico y natural, que no merezca grandes atenciones. No hay duda que aora se hallan en ella mezclados y confundidos entre sí los bienes con los males: resultando de esta mezcla un todo ó un conjunto poco agradable, ó dirémos me

Injusti punientúr: et semen impiorum peribit. Justi autem hæreditabunt terram : et inhabitabunt in sæculum sæeuli super eam. - Ps. xxxvi, 28 et 39.

+ Quoniam qui malignantur, exterminabuntur: sustinentes autem Dominum, ipsi hæreditabunt terram. Et adhuc pusillum, et non erit peccator: et quæres locum ejus, et non invenies. Mansueti autem hæreditabunt terram, et delectabuntur in multitudine pacis. Ps. xxxvi, 9, 10, et 11.

Beati mites: quoniam ipsi possidebunt terram. - Mat. v, 4.

jor, agradable por una parte, y desagradable por mil. Mas separad por un momento lo malo de lo bueno y lo precioso de lo vil: quitad á nuestra tierra todo cuanto tiene de malo y desagradable, así en lo moral como en lo fisico, dejándole solamente lo bueno: quitadle en primer lugar la concupiscencia, la soberbia, la envidia, &c. quitadle los deseos desarreglados y vanos de sus habitadores, que son ordinariamente su mayor suplicio: quitadle despues de esto la enfermedad, el dolor, la tristeza, la indigencia, el frio, el calor, la variedad de estaciones y sus necesarias resultas en perjuicio de nuestra salud: y en suma, el temor de la muerte y de todo enemigo: con esto solo, sin añadirle algun otro bien positivo, no sería nuestra tierra un verdadero paraiso? Si aun aora, en medio de esta mezcla y confusion de males y de bienes, hay tantos que quisieran perpetuarse en ella, solo por tal cual bien que pueden pescar entre tantos males, ¿qué sería si no hallasen mal alguno, sino todo á su satisfaccion?

467. Pues á estos bienes naturales é inocentes que hay aora ciertamente en nuestra tierra, sacados ya en limpio, sin mezcla alguna de males, añadid con vuestra imaginacion otros tantos mas, y tendreis un paraiso al doble mejor. Si os parece un esceso esta doble mejoría, leed y considerad las espresiones vivísimas de que usan los Profetas de Dios, hablando solamente de nuestra tierra todavia viadora, aunque renovada y mejorada con la venida del Rey de los reyes no obstante que en toda ella (menos en la santa y celestial Jerusalén, que descendió del cielo de mi Dios *), ha de haber todavia por muchos siglos generacion y corrupcion, pecado y muerte, &c. como observámos en el cap. iv, considerad á lo menos lo que se anuncia á esta nueva tierra en el cap. xi de Isaías, en el 45 y 56. Con esto solo, sin otra añadidura, vereis á todo nuestro orbe terraqueo, convertido y transformado en un huerto de delicias inocentes, muy semejante, y tal vez mejor que aquel de - Apoc. iii, 12.

* Quæ descendit de cœlo à Deo meo.-.

quien dice la Escritura: habia plantado el Señor Dios un Paraiso de deleite desde el principio: en el que puso al hombre, que habia formado*.

468. Si esto será nuestra tierra todavia viadora, en el juicio y reino de Cristo sobre los vivos, ¿qué pensais será despues de la resurreccion universal, cuando acabada toda general corrupcion, cuando concluido y consumado perfectamente todo el gran misterio de Dios con los hombres, sea esta misma tierra sublimada á la dignidad altísima y eterna de corte ó centro de unidad de todo lo criado, ó del inmenso reino de los cielos? No es infinitamente verosimil que se le añadan entónces mil 6 un millon de grados de perfeccion fisica y moral? No es cosa digna de Dios que abunde y sobreabunde su gracia, su bondad, su grandeza y magnificencia infinita en aquel mismo globo donde tanto abundó la iniquidad? ; En aquel mismo globo, en el cual el Verbo fué hecho carne†: en el cual se anonadó á sí mismo: en el cual fué crucificado, muerto y sepultado§: y en el cual ha de llegar finalmente á verificarse la voluntad de Dios como en el cielo, ó convertirse en el mismo cielo?

PARRAFO V.

469. Estas ideas generales que acabo de proponer sobre el reino universal del Hombre Dios, incorruptible y eterno : sobre la felicidad (del mismo modo eterna é incorruptible) de los que merecieron entrar en el reino: me atrevo á esperar, que despues de bien examinadas y bien entendidas, las hallaréis no solamente conformes á las Escrituras: no solamente grandes y magníficas, y por esto dignas de Dios: sino tambien sensibles y comprensibles por cualquiera que

* Plantaverat autem Dominus Deus Paradisum voluptatis à principio: in quo posuit hominem, quem formaverat - Gen. ii, 8. + Verbum caro factum est.—Joan. i, 14.

Semetipsum exinanivit. - Ad Philip. ii, 7. § Fuit crucifixus, mortuus, et sepultus. nopolit.

Ex Symb. Constanti

sea cuando en las ideas vulgares apenas se halla cosa alguna sensible, perteneciente a todo el hombre ya resucitado, sino á costa de discursos sutiles, oscuros, y por eso frios.

secos y

470. Debémos no obstante, suponer como una verdad indubitable, que así en estas, como en otras ideas (y aunque todas ellas se unan entre sí) no nos es posible en el estado presente formar un digno concepto de la felicidad (aunque accidental) de los justos ya resucitados de que vamos hablando: pues como está escrito en Isaías: ojo no vió, ni oreja oyó, como lo repite S. Pablo, ni en corazon de hombre subió, lo que preparó Dios para aquellos que le aman*. Mas aunque no esperásemos otra cosa, que esto poco que aquí hemos propuesto, y lo que sobre esto es fácil meditar y concebir (unido todo inseparablemente con la vision fruitiva de Dios y posesion inamisible del sumo bien); no bastaría esto solo para despreciar formalmente todo lo transitorio, y para buscar con todas nuestras fuerzas esta eterna felicidad? Será poco bien el conseguirla? ¿ ¿Será poco mal perderla? No es verdadera aquella sentencia del Apostol, que dice: no son de comparar los trabajos de este tiempo con la gloria venidera, que se manifestará en nosotrost? Pues ; qué temémos?

471. Yo no creo, Cristófilo, que vos seais uno de aquellos (aun no malos, ó no declarados por tales) que dicen prácticamente (y en su corazon): no querémos ser despojados, sino revestidos: como si dijeran: querémos gozar aquí cuanto nos sea posible y despues de esto tambien allá. Mas esto, hermano mio, cómo puede ser? No es infinitamente peligroso este modo de pensar? ¿ Ignorais acaso la doctrina tan espresa y tan clara del Hijo de Dios?

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* Oculus non vidit, nec auris audivit, nec in cor hominis ascendit, quæ præparavit Deus iis, qui diligunt illum.— Isai. Ixiv, 4; et 1 ad Cor. ii, 9.

+ Non sunt condignæ passiones hujus temporis ad futuram gloriam, quæ revelabitur in nobis. - Ad Rom. viii, 18.

Nolumus expoliari, sed supervestiri. - 2 ad Cor. v, 4.

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