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humana que es propia del hombre. Esto no se llama ofender oidos piadosos, sino poner en práctica lo que nos enseñó el divino Maestro: Dad al Cesar lo que es del Cesar, y a Dios lo que es de Dios*.

6. Obra censurable. Estas generalidades con tanto decir, nada prueban. ¿Por qué no decirnos la censura particular, á mas de la dicha, si de mal sonante, proxima hæresi, herética? Pero sin especificarnos nada, decir genéricamente, en globo, y en masa, que es censurable, esto es decir mucho y no decir nada. Censurable, y ¿ de quien? Si de la iglesia, háble ella, y con una palabra que nos diga, se sentenció el pleito. Si de otros, su autoridad no tiene mas peso que el que les dá la razon: manifiéstenla en su bello aspecto, y no con un semblante áspero y duro, que nunca fué propio de ella, y estamos prontos á abrazarla.

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7. Obra apta nata para causar en la Iglesia escandalosas discordias. Y por qué? En la obra todo lo que ¿ es dogma se supone como de fe: se confiesa con las mas solemnes protestas. Esto supuesto como una verdad incontrastable y que no admite duda, lo que en ella solamente se disputa son algunas circunstancias del dogma, que no están reveladas, y si lo están, no consta ni está declarada su revelacion v. g. todos confesamos, que Cristo vendrá á juzgar vivos y muertos: supuesta ésta verdad que nos consia, solo se disputa lo que no nos consta: ¿cuando vendrá Cristo?; si solo al fin del mundo, ó mucho antes? ¿quienes sean estos vivos que vendrá á juzgar, si los vivos solo en el alma por la gracia, ó los vivos en cuerpo y alma? Todos confesámos la resurreccion de la carne: supuesta la verdad de este artículo que todos sabemos, se disputa lo que no sabemos: ¿ si todos resucitarémos una vez y al mismo tiempo? Todos confesamos que el Anticristo levantará á la Iglesia una persecucion terrible, sin egemplo, y sin copia: supuesta esta * Reddite quæ sunt Cæsaris Cæsari, et quæ sunt Dei Deo. — Marc. xii, 17.

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verdad que nadie ignora, se disputa lo que ignoramos: ¿ si éste Anticristo será una persona sola, ó un cuerpo moral compuesto de muchas personas? &c. Aora, decir que por éstas y otras cosas disputables que no constan de las Escrituras que una tradicion constante y universal no las enseña: que no las ha definido la Iglesia y en las cuales cada uno dice su sentir, segun lo juzga mas conforme á lo que tenemos en los libros santos: decir que porque se tratan en la obra, es apta nata para causar en la Iglesia escandalosas discordias, solo decirlo parece un escándalo. V. mismo al número 45 de su impugnacion enseña: "que puede haber verdades realmente reveladas, á las cuales los fieles, sin faltar á la fé, no dén asenso sobrenatural, porque no saben, ó es dudosa para ellos la revelacion que realmente existe. Que cuando Dios revela una verdad, no siempre suele revelar el tiempo, el cuando, y otras circunstancias de la cosa revelada. Así creemos deber morir, porque Dios nos lo ha revelado; mas no revelándonos el tiempo y el modo, si uno cree que morirá en tal año y de tal enfermedad, su asenso no será fundado en la divina revelacion, sino en conjeturas y motivos humanos." Su doctrina en la inpugnacion, variada la materia, es la misma que la del autor en su obra. Aora, nadie dice por ella, que su impugnacion es apta nata para causar en la Iglesia escandalosas discordias: ¿por qué pues, ó con qué razon lo dirá V. de la obra? No es menester saber mucho para saber que los escriturarios están llenos de semejantes disputas: se sabe que Dios crió al mundo: y porque no se sabe en cuanto tiempo lo crió, unos dicen, y es lo mas comun, que lo crió en seis dias, y otros con S. Agustin, que no lo crió con succesion de tiempo, sino que lo crió todo al mismo tiempo. Se sabe que nuestros primeros padres criados con la justicia original pecaron, y fueron desterrados del paraiso: mas porque no se sabe cuanto tiempo se mantuvieron en su inocencia, unos apenas les dejan tiempo de gustar ese lugar de delicias, otros no se dán tanta prisa en sacarlos

á este valle de lágrimas. Nos consta del Evangelio que los magos vinieron del oriente à adorar al recien nacido Jesus: mas porque no nos consta quienes fueron los magos, y en qué tiempo vinieron, unos quieren que fuesen reyes, y otros no: unos que viniesen á los trece dias despues de nacido el divino infante, y otros que pasado un año. Es famosa en los evangelios la Magdalena: mas si es cierto que la hubo no consta cuantas fueron: y así unos dicen con S. Gregorio que fué una, otros con S. Gerónimo que fueron dos. Aora, sería un temerario quien por éstas y otras tales disputas de los escriturarios dijese de sus obras doctísimas, que eran aptas natas para causar en la Iglesia escandalosas discordias. Y decirlo por otras tales de la obra de nuestro autor, será virtud? ¿Será zelo? Sí, dirá alguno podrá ser que lo sea, mas no segun la ciencia.

8. Obra apta nata para poner en duda de su santa fe á los fieles. La santa fe de los fieles es la fe divina con que cremos los misterios que Dios nos revela. Sería un intolerable abuso confundir ésta santa fe de los fieles á las palabras de Dios, con la buena fe y pia credulidad que prestan algunos fieles á los dichos de los hombres. Esta, como apoyada en la autoridad humana, es mui falible; aquella, como apoyada en la autoridad divina, es infalible; y pasa tanta diferencia entre una y otra, cuanta es la que pasa entre Dios y el hombre. Siendo pues tan diversos los fundamentos de una y otra, no tema V. que faltando la buena fe de algunos, se pueda poner en duda la santa fe de los fieles. Démos el caso, que por la obra del autor se le desengañára alguno de la buena y pia fe en que estaba, por ejemplo, de que el juicio universal se hará en el valle que los geógrafos llaman de Josafat. Pregunto: ¿ perderá por esto, 6 pondrá en duda la fe santa que tiene de que ha de haber un juicio universal? No por cierto todo fiel, si lo es, creerá que lo ha de haber, si no en este lugar, que esto es lo menos, en otro que Dios quiera y no nos consta. Y por qué creyendo firmemente

que ha de haber un juicio universal, no crerá tambien que ha de ser en el valle de Josafat? Porque lo primero, lo dice Dios infalible en sus palabras: lo segundo, es una inteligencia de los hombres mui falibles en sus juicios, que se pueden engañar aplicando el testo de Joel, que habla de un juicio particular de las gentes congregadas contra el pueblo de Dios, á otro mui diverso y universal que se hará de todos los hombres. Me replicará V. ¿y şi hai algunos tan rudos que no alcanzando ésta teología lo crean todo del mismo modo; no hai peligro que desengañándolos de la buena fe en que estaban, entre tambien en duda de la fe santa con que creían los misterios revelados? No, le diré á V. con sus mismas palabras en el número citado, no hai tal peligro: "Que si algun ignorante cree erróneamente su buena fe, como verdad revelada, éste será un accidente, que remedian los diligentes maestros, predicadores y párrocos, esplicando menuda y distintamente á los fieles, qué verdades son de fe divina, y reveladas por Dios, y cuales son de fe puramente humana." Viva pues V. seguro, y no tenga miedo que por la obra del autor se pongan en duda de su santa fe los fieles. Esta se funda en la verdad de Dios, y no en los dichos de los hombres; y la verdad de Dios para su firmeza no necesita de las mentiras de los hombres: ¿Acaso tiene Dios necesidad de vuestra mentira, para que en favor de él hableis con dolo*?

9. Obra finalmente, apta nata para cubrir á nuestra compañía de un eterno oprobio. Alabo el celo que V. muestra de buen hijo por el honor de nuestra buena madre; pero puede V. consolarse, que otros hijos, no de vulgar doctrina, , y no menos interesados por el buen nombre de nuestra comun madre, juzgan que lejos de hacerselo perder, la llenará de un honor inmortal. Dejando otros elogios, que son propios de la obra y de su autor, que referirlos aquí sería una narracion importuna, le pondré solo uno relativo á nuestra compañía, no de oidas, sino que lo tengo escrito

* Numquid Deus indiget vestro mendacio, ut pro illo loquamini dolos? - Job xiii, 7.

en carta á un nuestro, y no afecto, sino contrario á la obra, quien por la estima que tenia del sugeto, pidiéndole su parecer sobre ella: éste que es un hombre de no vulgares talentos y de singular doctrina, que ha sido en la órden maestro como V., predicador como V., y escriturario como V., le escribe así: "Acerca de la obra del Sr. D. Manuel Lacunza, digo, que la creo trabajada á mayor gloria de Dios nuestro Señor, y provecho de la santa Iglesia, con tal esmero, que en tal asunto no le iguala ninguna otra de las que han llegado á mi noticia. Sea infinitamente loado el Padre de las luces, que con tan maravillosa copia de ellas ha alumbrado al autor en la inteligencia de la santa Escritura. Solo a Dios sea dado honor y gloria por los siglos de los siglos. Aquí debia parar; pero no me puedo contener de rego cijarme, de la honra que puede resultar grande no solo á la persona singular del autor; sí tambien á todo su provincia, á toda la América, á toda la nacion española, á toda la mínima compañia de Jesus, aunque supresa, á todo el sacerdocio católico, y á toda la Cristiandad." Podrá ser me diga V. que los que así piensan y ensalzan la obra hasta las estrellas, no son oráculos que no se puedan engañar. Es verdad que no lo son; pero los que juzgan diversamente, y la abaten hasta los abismos, ; son infalibles é incapaces de errar? No creo lo afirmará V. Pues si los jueces que viven juzgan tan contráriamente de la obra, ¿á qué tribunal apelarémos? Yo no hallo otro mas competente que el de la imparcial posteridad. Ella, apagado el calor de los partidos en las cenizas del sepulcro, suele juzgar con menos preocupacion del valor de las obras, y hacer mas justicia al mérito de los autores. Convengámonos pues por la paz, en dejar la sentencia al tribunal de la posteridad. Y quién sabe si bendiciendo ella mil veces á la obra, y á su autor, repita con las voces evangélicas: feliz la madre que te llevó en su seno*: dichosa compañía que supo formar tales hombres. Yo desde aora para entonces,

* Beatus venter qui te portavit.

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