Page images
PDF
EPUB

Rabi. No querais vosotros que os llamen Rabi, por que uno es vuestro maestro; todos vosotros sois hermanos. No os llameis maestros; pues solo teneis un maestro que es Cristo*. Si el renombre de Rabino es de tanto honor que Cristo quiso no se diese á otro que á su divina per sona, ¿por qué lo ha de juzgar V. de tanta bajeza que solo el compararlos á ellos sea una ignominia de nuestros doctores? Jesucristo no dirá V. que erró en juzgarlo tan escelente luego yerra quien lo reputa tan oprobrioso.

35. Concluyámos pues, que la comparacion de nuestros doctores con los Rabinos, si bien se mira, lejos de ser oprobriosa, no puede ser mas honorífica y respetuosa. Pero me añadirá V. que si no lo es por las personas á quienes los compara, lo es y mucho por la misma comparacion. ¿Puede haber mayor oprobrio, que decir de nuestros doctores, que conducen á los Cristianos al mismo precipicio en que cayeron los Hebreos guiados de sus Rabinos? No es menester mas que esplicar los términos de la comparacion, para que quede desvanecido todo el fantasma de oprobrio. Si yo no la entiendo mal, quiere decir (y esta es toda la fuerza de la comparacion) que como los Rabinos esplicando las Escrituras, por haber mostrado al Mesías esperado solo en el aspecto de sus glorias, y no en el de sus ignominias, fueron la causa de que el pueblo no lo conociese y recibiese en su primera venida, `cuando pobre y humilde fue visto en la tierra y conversó con los hombrest: así nuestros doctores con decirnos, segun su sistema, que no volverá á dejarse ver en la tierra sino hasta el fin del mundo, y despues de un Anticristo singular, que sea monarca universal de todo el orbe, serán causa de que no conozcámos el tiempo de su segunda venida, si como piensa nuestro autor, fundado en las Escrituras, ha de ser esta segunda venida mucho

* Amant (Scribæ, et Farisæi) primos recubitus in cœnis... et vocari ab hominibus Rabbi: Vos autem nolite vocari Rabbi: unus est enim Magister vester: omnes autem vos fratres estis.... Ne vocemini Magistri, quia Magister vester unus est Christus.

+ In terris visus est, et cum hominibus conversatus.—Baruc. iii, 30 2 B

TOMO III.

antes, y el Anticristo no ha de ser un hombre singular, sino un cuerpo moral compuesto de muchos. Por esto, para que no nos coja repentinamente y desprevenidos el dia terrible del Señor, y para que conociendo al Anticristo nos guardémos de él, quiere el autor que se examinen las ideas comunes de nuestros doctores, y que no se abracen sino despues de haberlas sériamente confrontado con las Escrituras, que es la única fuente segura de donde nos deben constar. Esplicada de este modo la comparacion, que es segun alcanzo el propio y legítimo en que se debe entender, ¿qué halla V. de atrevido y oprobrioso á nuestros doctores? antes bien ; qué no haya de justo, de prudente, de circunspecto?

36. Pero no satisfecho de esto, prosigue V. en su concordancia notando al autor de insolencia en estas palabras de su misma introduccion, con las cuales primero alaba, y despues ofende á los doctores. "¿Qué quereis que os diga, amigo? Profeso la mayor veneracion á nuestros espositores; hombres verdaderamente grandes por su piedad, por su ingenio, por su sabiduría." (Aquí pide V. atencion á lo que sigue; será sin duda para advertir que este lugar es otro átrio de Pilatos, donde el autor hace con los doctores lo que los Judios hicieron con Cristo, primero adorarlo, y despues abofetearlo.) "Hombres verdaderamente grandes; mas al fin hombres capaces de errar, de una prevencion, y de un engaño." Esta es la gran bofe¿ tada á los doctores, y de compararse nada menos què con las que dieron á Cristo ? Parieron los montes, y salió un raton. Pues qué, ¿ quería V. que por ser hombres grandes, dejasen de ser hombres? Es buena que Cristo con ser no solo grande, sino la misma grandeza; no solo híjo de Dios, sino el mismo Dios: este sera grande, y se llamará hijo del Altisimo*: no por esto dejó de ser hombre; ¿ y querrá V. que dejen de serlo los doctores, solo por haber sido grandes? Sí, hombres fueron, y mui hombres, y ojalá no lo hubieran mostrado en las miserias inseparables de

* Hic erit magnus, et vocabitur Altissimi filius.

"

nuestra humana naturaleza. Un libro entero hai escrito de los errores de los padres. Un S. Agustin, despues de ser hombre tan grande, y de los mayores que ha tenido el mundo, no se avergonzó de reconocer sus yerros, y para enmendarlos dió á luz un libro de sus retractaciones. Y si los demás padres hubieran tenido tiempo de llamar exámen sus obras, especialmente en estos tiempos en que Dios con sábia economía, segun las necesidades de su Iglesia, le ha ido dispensando mas y mas abundancia de luces, ¿quién sabe cuanto tendrían que enmendar, y cuanto que corregir? La inerrancia en este mundo es un don privativo de la Iglesia: y quererlo hacer comun, no digo ya á los intérpretes, pero aun á los padres y mayores padres, sería un error condenado por Alejandro VIII, proposicion 3. Cuando se encuentra una doctrina fundada en S. Agustin, se puede sostener absolutamente, y enseñar, sin hacer caso de ninguna bula Pontificia*. Fueron sí, los padres, soles que con las luces de su doctrina alumbraron al mundo; pero no sin algunas sombras de ciertas máculas fueron estrellas de primera magnitud en el firmamento de la Iglesia; pero no siempre fijas en el centro de la verdad, y tal vez errantes: y para decirlo en una palabra, fueron hombres verdaderamente grandes; ¡pero al fin hombres!

37. "No puedo menos (así prosigue el autor, y V. notándolo) que observar en ellos (en los intérpretes) el empeño que tienen de acomodarlo todo á la primera venida del Señor, casi sin dejar nada para la segunda, no menos cierta y tan grandiosamente anunciada. ¡Qué esfuerzos no hacen! ¡ qué impropiedades no cometen! ¡ qué violencias! No basta saltar versos, que no omitidos bastarían solos para destruir sus interpretaciones. (No es menester mas que consultar sus obras para desengañarse con sus propios ojos, y ver si así lo hacen). Se establecen reglas, y no se observan. (Como la de buscar el sentido literal

* Ubi quis invénerit doctrinam in Augustino clarè fundátam, illam absolutè potest tenére, et docére non respiciendo ad ullam Pontificis Búllam.

que es el principal, y luego dejarlo echando, mano de otros, que son mas fáciles de hallarse). Se inventan otras que solo son buenas para oscurecer mas las Escrituras, y que nunca se entiendan. (Como este cánon general: Cuando las profecías prometen cosas grandes, nuevas y maravillosas, bien que nombradamente hablen con Israel, Judá, Jerusalén, Sion: si no se han cumplido en el antiguo pueblo de Israel, debe presumirse que allí se oculta otro misterio mayor del que manifiesta la letra: y se entenderá, no de aquella Jerusalén que mató á los Profetas, sino de la Jerusalén figurada, que es la presente Iglesia Cristiana: no de la sinagoga de los Judios, sino de la Iglesia actual de las gentes.) De aquí nacen aquellos diversos sentidos, inventados algunos de ellos (como el misto) á fin de tener algun asílo á que acojerse en los apuros y aprietos. Por claro que sea el testo, si en el sentido literal no cuadra al sistema del cual están prevenidos, se echa mano del alegórico: si este no basta, llaman en su ayuda al... Promiscuamente se valen ya de uno, ya de otro, ya de todos. Tal vez un mismo vaticinio, y un solo versículo lo esplican parte literalmente, parte alegóricamente, parte anagójicamente; componiendo de partes tan disparadas un todo ó monstruo, que no se conoce lo que es." Cuando los intérpretes no lo hagan así una y muchas veces en la materia que tratamos, tiene V. mucha razon de quejarse de la impostura y atrevimiento del autor: pero si es un hecho que V. mismo leyendo sus libros puede verlo con sus ojos, y tocarlo con las manos, ¿ será delito que uno que los impugna se valga del derecho que le da la pública verdad? ¿Será licito á cualquiera que defiende una sentencia, decir de la contraria, que las razones con que la prueban son inconcluyentes, que los testos que alegan son mal entendidos, que las autoridades que citan no la favorecen? y porque nuestro autor defendiendo su sistema dice lo mismo del contrario, y con mas razon que otros, ¿ será un descomedido, un insolente, un desvergonzado? Si se descargára con injurias y sarcasmos contra unos hombres tan respetables, yo sería el primero á conde

narlo; pero cuando todo lo que dice se reduce únicamente á mostrar la debilidad de sus razones, ¿por qué lo que es lícito a todos, solo en nuestro autor será un pecado? Acaba la obra su párrafo, y V. con ella en su concordancia: "Y de esto ¿qué se sigue? Se sigue que la Escritura santa, que el libro de la verdad, el mas venerable y divino, se vuelva un libro de adivinanzas, que cada uno lo descifre á capricho de su ingenio." (Y cuando cada uno que lo lea, se haga lícito el entenderlo, no como está escrito, sino como se le antoja con uno de tantos sentidos, ó con todos juntos: ¿no es verdad que será un libro cual lo dice el autor ?) Y que como dice el autor mas abajo (así prosigue V.) se sigue que las Escrituras se hayan hecho impenetrables, y en cierta manera contentibles y despreciables, y finalmente un Proteo de tantas caras, cuantas son las cabezas que las esplican." Esto y mucho mas que allí refiere la obra, señor mio, no lo dice el autor, sino otro célebre escritor de nuestros tiempos, citado allí con toda claridad. No confunda V. al autor con otro célebre escritor; que esto sería sin quererlo V. hacerle mucho honor. Sin atribuir al autor lo que otros dicen, le sobra á V. mucho que decir contra él.

66

38. Acabada de este modo la introduccion, pasa V. al cuerpo de la obra, á concordar con ella las insolencias del compendio. Aquí me quita V. el trabajo de buscar los lugares para el cotejo, tomándose V. la pena de traerlos por sí mismo: de lo que le doi mil gracias por su dignacion. Trae V. diez lugares del compendio, y otros tantos de la obra. Y como por no cansarse deja muchos otros y mui notables del compendio: supongo que así tambien lo habrá hecho con la obra. Lo que no puedo menos de observar es, que siendo tan descomedidos é insolentes los lugares del compendio, no le llegan ni mui de lejos los de la obra. Será sin duda por el ánimo parcial y favorable con que V. entró á leer la obra, y ha conservado al escribir su concordancia. Para el cotejo me es indispensable poner unos y otros. Los del compendio copiados de su concordancia, dicen así (numero 9): "Este es uno de los pasos

« PreviousContinue »