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narlo; pero cuando todo lo que dice se reduce únicamente á mostrar la debilidad de sus razones, ¿por qué lo que es lícito a todos, solo en nuestro autor será un pecado? Acaba la obra su párrafo, y V. con ella en su concordancia: "Y de esto ¿qué se sigue? Se sigue que la Escritura santa, que el libro de la verdad, el mas venerable y divino, se vuelva un libro de adivinanzas, que cada uno lo descifre á capricho de su ingenio." (Y cuando cada uno que lo lea, se haga lícito el entenderlo, no como está escrito, sino como se le antoja con uno de tantos sentidos, ó con todos juntos: ¿no es verdad que será un libro cual lo dice el autor?) "Y que como dice el autor mas abajo (así prosigue V.) se sigue que las Escrituras se hayan hecho impenetrables, y en cierta manera contentibles y despreciables, y finalmente un Proteo de tantas caras, cuantas son las cabezas que las esplican." Esto y mucho mas que allí refiere la obra, señor mio, no lo dice el autor, sino otro célebre escritor de nuestros tiempos, citado allí con toda claridad. No confunda V. al autor con otro célebre escritor; que esto sería sin quererlo V. hacerle mucho honor. Sin atribuir al autor lo que otros dicen, le sobra á V. mucho que decir contra él.

38. Acabada de este modo la introduccion, pasa V. al cuerpo de la obra, á concordar con ella las insolencias del compendio. Aquí me quita V. el trabajo de buscar los lugares para el cotejo, tomándose V. la pena de traerlos por sí mismo: de lo que le doi mil gracias por su dignacion. Trae V. diez lugares del compendio, y otros tantos de la obra. Y como por no cansarse deja muchos otros y mui notables del compendio: supongo que así tambien lo habrá hecho con la obra. Lo que no puedo menos de observar es, que siendo tan descomedidos é insolentes los lugares del compendio, no le llegan ni mui de lejos los de la obra. Será sin duda por el ánimo parcial y favorable con que V. entró á leer la obra, y ha conservado al escribir su concordancia. Para el cotejo me es indispensable poner unos y otros. Los del compendio copiados de su concordancia, dicen así (numero 9): "Este es uno de los pasos

en que se hallan confusos y atajados nuestros espositores, tirando unos por un camino, y otros por otro; pero quedándose todos siempre dentro del barranco." (Número 12.) "Del cual juicio (de vivos) no sé con qué juicio nuestros doctores y espositores se han atrevido á borrar de la mente de los Cristianos la noticia é idea." (Número 14.) "Lee todo entero este capítulo (xx del Apocalipsis) y muchas veces, porque te dará luces mui esquisitas contra las cuales tienen tanta ojeriza nuestros doctores, que donde quiera que les ocurre una de ellas, le despiden luego una maldicion, un entredicho, un anatema." (Número 18.) "La cual idea, en lugar de examinarla los doctos, despues de haberla tragado sin mascarla con el vulgo, se han ido á repelar de aquí y de allí pedacitos de testos mal entendidos y peor interpretados de la divina Escritura para confirmarla: dejando al mismo tiempo, ó enturbiando las fuentes claras de donde debian sacar las ideas verdaderas." (Número 19.) "Sin que sea necesario finjir de nuestra cabeza, como hacen ordinariamente nuestros intérpretes, cuentos increibles, del todo repugnantes á la verdad de la Escritura, y á la recta razon." (Número 14.) (Número 14.) "Verás claramente como ya no es mas que moda en nuestros espositores el establecer dogmas, y vender artículos de fe, tan sólidos y verdaderos como el que vamos impugnando." (Número 31.) "¿Qué te parece, amigo, de esta infidelidad de nuestros doctores? Para enseñar como de fe una falsedad de su naturaleza tan repugnante... hacen decir al Espíritu Santo lo que jamás ha pensado." (Ibidem.) "Te evidenciarás mucho mas de la mala fe con que proceden los que de esta manera violentan la palabra de Dios, ha ciéndole decir cosas del todo contrarias. Y para que el vulgo no advierta la falsedad de la doctrina, le quitan al testo los pies y la cabeza, y le hacen decir lo que se les antoja." (Ibidem.) "Y esa mutilacion se hace no solamente para ocultar la falsedad del alegato, sino tambien y principalmente porque no creen, y tienen por quimera esa conversion de Judá y Jerusalén. Y aunque todos los profetas y el mismo Jesucristo nos lo enseñen y repitan de

mil maneras, con todo, nuestros doctores no quieren dar el pase, llevando mal que los Judios se les hayan de poner encima." (Número 33.) Como tambien por romper mas el grueso velo que nuestros doctores se han puesto encima de sus ojos, y nos han puesto á nosotros, para que no veamos los mas grandes y magníficos misterios que contiene la segunda venida del Señor." Hasta aquí el compendio.

39. Veamos aora si los lugares que V. trae de la obra, corresponden á la insolencia y atrevimiento de estos del compendio. Los traslado fielmente como V. los pone en su concordancia: y pido á cualquiera que los lea, me diga, si puestos en una balanza con los del compendio, no superan con mucho en gravedad á los de la obra. (Part. i, cap. i, parr. i), dice así el autor: "Os parecerá increible, y como el mas solemne desproposito lo que voi a decir; os digo delante de Dios que no engaño*; a poco que he registrado los autores sobre los puntos de que hablo, siento desaparecer casi del todo cuanto habia leido y creido en las Escrituras, quedando mi entendimiento tan oscurecido, mi corazon tan frio, y toda el alma tan disgustada, que ha menester mucho tiempo y muchos esfuerzos para volver en si. Como esto me sucedia... siempre que leia los interpretes," &c. Este mismo lugar tenia V. puesto hablando de la claridad de las Escrituras; y como allí lo tocamos al número 24, no tengo aquí que añadir. Solo sí advierto, que nos lo repite otra vez: supongo que no será por pobreza de no hallar otros lugares en los tres tomos de la obra; sino porque este lugar, mas que otros, ha herido su delicada fantasía; y por esto nos lo repite otra vez aora, habiéndose dicho por algo: que el herido respira por la herida.

40. (Part. i, cap. iii, parr. i.) Hablando del sistema de los Rabinos sobre la primera venida del Señor, dice el autor así: "Sistema verdaderamente infeliz, y funestisimo que redujo al fin a todo el pueblo de Dios al estado miserable

* Sed ecce coram Deo, quia non mentior,-Ad Galat. i, 20.

en que hasta aora lo vemos, que es la mayor ponderacion. Mas... entremos desde luego a proponer, y tambien a examinar atentamente las ideas que nos dan los doctores Cristianos de la venida del mismo Mesias que todos estamos esperando. Dicen... que estas ideas son tomadas de las santas Escrituras: pero ¿ sera cierto esto?" Pesémos este dicho del autor, primero en sí mismo, y despues comparado con los del compendio. Lo que añade aquí el autor fuera de la comparacion de los sistemas, á que ya respondimos (número 35), es decir, que las imágenes que nos describen los profetas sobre la segunda venida del Señor, nuestros doctores, ó las han desfigurado con nuevos colores, ó las han puesto fuera del punto de su vista. Ni podía hablar de otro modo quien piensa segun su sistema (dejando por no detenernos otras circunstancias), que han sacado de su propio tiempo la segunda venida del Señor. Sacar la imagen del propio tiempo en que se debe ver, esto llama el autor ponerla fuera del punto de su vista, ó desfigurarla con nuevos colores. ¿Y qué pincel hai tan valiente, que tratándose de dibujar objetos retirados en las sombras de lo futuro, pueda lisonjearse de no haberles añadido tintas, 6 quitádolos de su justa perspectiva? Y esto único que dice el autor, ¿con qué respeto lo dice? No con una resuelta asertiva, sino con un modesto me parece. ¡Cuán al contrario el compendio! El en lo poco que V. le saca de lo mucho que tiene, dice atrevidamente, que nuestros doctores se han puesto sobre sus ojos un grueso velo, y nos lo han puesto á nosotros, para que no veamos los grandes misterios de la segunda venida del Señor. Dice, que de su cabeza han finjido cuentos increibles del todo repugnantes á la verdad de la Escritura, y á la recta razon. Dice, que nos enseñan como de fe falsedades de su naturaleza las mas repugnantes: haciendo decir al Espíritu Santo lo que jamás ha pensado; y otras insolencias á este tono. Aora: acuerde V. en su concordancia la moderacion del autor en su dicho, con el descaro y desvergüenza de los dichos del compendio: ate V. estos cabos. Y cuando los haya acordado, no desespere de acordar tambien lo blanco con lo

negro, el fuego con el agua, la luz con las tinieblas. Y lo que le digo de la discordancia de los dichos del compendio con este dicho del autor, se entienda tambien como dicho en los demás que V. pone del autor, y vamos á examinar, para no tener que repetir lo mismo en cada uno.

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41. (Part. i, cap. iii, parr. iii.) Dice la obra: "Veis aquí en breve lo que dicen los doctores esponiendo este capítulo xx del Apocalipsis. No sé si os satisfará á vos; pues yo creo que ni á los mismos doctores que lo dijeron les satisfizo. Mas en el empeño de defender su sistema era menester que dijeran algo, y sea como fuere." Y yo digo que en el empeño de oponerse, es menester agarrarse de todo. ¿Qué halla V. aquí tan descomedido, para sacarlo á frente de lo que dice el compendio? Todo esto nada mas dice, sino que la esplicacion que dan los doctores á este dificilísimo capítulo, la halla el autor tan insubsistente, que ni á él le satisface, ni cree que satisfaría á los autores que la dieron. Y yo creo que si á muchos de ellos se lo pudieramos preguntar, no tendrían dificultad en confesarlo. ¿Qué hai que estrañar que en ciertas dificultades que superan al entendimiento humano, debiendo decir alguna cosa, se digan cosas que ni al mismo que las dice satisfagan? Creame V. que hai genios tan poco satisfechos de sí mismos, que no todos se pagan de lo dicen.

que

42. Adelante (Part. i, cap. vii, parr. iv): "Por cierto que yo no alcanzo á entender, como unos hombres tan doctos y religiosos se apartan tan libremente del sentido obvio y literal de las palabras del símbolo, transformando un artículo de nuestra santa fé, y enseñando con su ejemplo á que otros hagan lo mismo con otros artículos; entendiéndolos segun el espíritu privado de cada uno. No es menester mas para que arruinen los fundamentos, y den en tierra con la divina fábrica de nuestra santa religion." Aquí sí que habla sério y argumenta fuerte el autor por defender la inteligencia obvia y literal de este artículo del símbolo de nuestra fe: vendrá a juzgar á los vivos y á los muertos. Impugna robustamente á nuestros doctores; pero sin salir de los términos de veneracion que

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