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pugnacion, sin contar los de la introduccion y conclusion son 124: y me hallo tan cansado y rendido, que no puedo mas. Perdóneme V. si aquí lo dejo, y no tenga á mal si no prosigo recojiendo las balsámicas flores, ciertamente no de jardin, sino de plaza, que su liberalidad va arrojando á manos llenas sobre el autor. El ramillete que presento á V. lo juzgo suficiente para darle un recorderis en caso de olvido; y cuando no, para que así junto tenga la comodidad y gusto de pesarlo en sus justas balanzas. Ponga V. de una parte lo poco que de sus dichos contra el autor he recojído en esta plana: y de la otra cuanto ha hallado que dice el autor en sus tres tomos contra los doctores; y á fe mia, que en el contrapuesto de sola esta plana, verá V. volar por los aires, como si fueran plumas, los tres tomos del autor.

53. Ni me diga V. que lo que ha dicho, lo ha dicho, no contra el autor, que no sabía quien era, sino contra el anónimo, á quien no conocia sino por sus escritos. Que le diré lo primero: que por lo mismo de no saber quien era, pedia la prudencia que V. escribiese con mas tiento: y que al impugnar la doctrina, perdonára como era debido la persona, siguiendo la cauta regla del poeta:

yo

Este precepto seguro

Observo siempre en mis obras:
Hablando mal de los vicios,

Dejo aparte las personas

no fuera á descubrir el tiempo, que á quien V. habia maltratado tan indignamente, era un jesuita, un hermano, un sacerdote, un apóstol americano. Le diré lo segundo: que es de temer y con fundamento, que si ha dicho tanto contra el autor, sin conocerlo mas que por solo el compendio, diga mucho mas (si mas cabe) contra él, aora que lo conoce por su misma obra: porque si despues de haber leido y releido, lejos de retractarse de lo que ha dicho, añade V. en su concordancia: "Que la sola diferencia * Hunc servare modum nostri novere libelli : Párcere personis, dicere de vitiis.

de la obra chiquita á la grande es, que esta habla con mas atrevimiento que aquella;" y en mi carta repite V.: " que vé en la obra lo mismo que le estomagó y confutó en el compendio; y fuera de esto otras muchas cosas, si no mas, igualmente escandalosas y reprensibles;" cuando ha dicho lo que ha dicho contra el autor por la obra chica, ¿qué no dirá por la grande? Aquí venia á maravilla el gracioso cuento de la bota y botica: cuénteselo V. otra vez á sí mismo, ya que bona repetita placent; y apliqueselo, que lo hará sin trabajo, pues viene como nacido al caso en que estamos. Por lo demás impugne V. al autor, como el autor impugna á los doctores; y esté seguro, segurísimo, que ni el autor, ni sus secuaces llamarán á V. desvergonzado, é insolente. No me crea á mi, sino á su misma esperiencia: pues si no lo han llamado tal despues de haber escrito como ha escrito su impugnacion, cree V. que lo harian cuando á imitacion del autor escribiera otra impugnacion sólida, modesta, y bien razonada? No lo tema V. ni de mui lejos, que antes todos, y yo el primero, lo alabaríamos, y se lo agradeceríamos. ¿ De quién temerlo? Del mismo autor? De ninguno menos. El, como lo ha mostrado en su paciencia, ha encontrado aquel grande invento que llamó S. Ambrosio el gran invento de devorar las injurias*. El deja decir á los que dicen contra él, y en su silencio se consuela con este desaogo del Nicéno al verse, no menos que nuestro autor, maltratado de Eunomio: Llamenos ignorantisimos, los mas miserables de los hombres. Si asi lo juzga conveniente para defender su causa, búrlese de nosotros como de los seres mas viles, y despreciables. No por esto desmayaremos. Es honor del varon prudente no solo oir las injurias, si no rechazarlas. Hártese pues de denuestos. La sana razon aconseja que se compadezca, y no se imite á semejantes hombrest. Lo que unicamente desea nuestro

Devorandæ contumeliæ grande inventum.

Apellet nos inertissimos, omnium maxime miserabiles: et quidquid vult pro suo jure, nos omnium vilissimos et contemptissimos subsannet. Nos sustinebimus: dedecus est enim viro prudenti,

autor, y suspira como otro Job en medio de su paciencia con una ansiosa esclamacion es, que se pesen en una justa balanza por una parte los pecados de su obra (ya que se quiere que lo sean) y por otra los del compendio con la ira de su impugnador; y se hallará que estos y esta en el cotejo pesan tanto mas, cuanto las arenas del mar. ¡ Ojala se pesáran en una balanza mis pecados por los que he merecido la ira y calamidad que padezco: se veria que esta era mas pesada como la arena de la mar*.

54. Despues de concluido este punto, advertí que se me pasaba por alto lo que V. añade por último, y con lo que acaba su concordancia. No quiero que se queje de mí: con este suplemento le contestaré en dos palabras. Dice pues V.: "Lo cierto es que estas (las referidas proposiciones del autor) son mas injuriosas al senado de los santos doctores, que la proposicion 81 del conciliábulo Pistoyense últimamente fulminada por el Vaticano. Véase y cotéjese con los antecedentes de la obra." Hago lo que V. ordena, leo la proposicion 81, que es esta: Ademas en lo que el sinodo añade que Santo Tomas y San Buenaventura, al defender las órdenes mendigantes, contra algunos hombres eminentes, se condugeron con mas acaloramiento que exactitud. Pero no hallando mis ojos en todas las proposiciones del autor, no digo cosa mas injuriosa, pero que ni se le pueda igualar, me remito á V. para que puliendose los espejuelos las lea otra vez, y me diga en cual de ellas halla, que nuestro autor hablando de un santo doctor en particular, diga de su persona, que por el fuego y demasiado ardor de su corazon se le oscurecía con non solum conviciantem audire, sed ea quæ dicuntur convitia retorquere. Igitur contumeliis et injuriis satietur. Talium enim misereri, et non imitari communis consulit natura.

* Utinam appenderentur peccata mea, quibus iram merui et calamitas quam patior in statera: quasi arena maris hæc gravior appareret.-Job. vi, 2.

In eo quod subjungit Synodus Sanctos Thomam et Bonaventuram sic in tuendis adversus summos homines Mendicantium Institutis versatos esse, ut in eorumdem defensionibus minor æstus, accuratior major desideranda esset.

humos la mente, hasta hacerles perder de vista la exactitud y que así deprima á unos Santos por exaltar con el título de sumos á unos hombres condenados por la Iglesia, como Guillermo de Santo Amor, y otros Sorbónicos de su ralea. Dígame V. la proposicion del autor que diga mas, ú otro tanto; y yo entonces, conformándome con la censura del Vaticano, diré de ella: que es escandalosa, injuriosa á los doctores mas eminentes, favorable á las impias injurias de los autores condenados*. Pero mientras

tanto, permítame V. que esté por la inocencia del autor, cuya modestia quererla comparar con la insolencia de Pistoya, es lo mismo que si se comparára un negro cuervo con una cándida paloma.

55. Visto ya que el pecado de la obra en hablar mal de los doctores, no es ni de mucho tan grave como en el compendio, que fué el primer punto que nos pusimos a examinar, véamos aora mas brevemente el segundo de las disculpas que tiene en la obra, las cuales lo hacen no solo lijero, sino del todo escusable. Dice V. (numero 11 de su impugnacion) que el no escusarse es lo que mas ofende en el autor. "Si él dijera (así V.) los doctores Católicos lo han pensado así por las justas razones que creyeron tener: mas á mí, habiendo pesado bien esta cosa, con respeto me aparto de su sentimiento, &c. no ofendiera tanto." Pues para que V.ni otro se ofenda poco ni mucho, sepa que el autor en su obra dice mucho mas en disculpa suya y de los doctores. Hablando de los doctores, y principalmente de los primeros padres, dice: que empleados en otras gravísimas ocupaciones de su ministerio, no tuvieron tiempo de meditar y examinar algunas circunstancias del misterio que tratamos; que en los lugares que tocaban de las Escrituras, su mayor estudio era el de aprovechar á los fieles; y que por esto buscaban mas el sentido moral, que el literal menos apto á este fin, como lo asegura S. Augustin: Si solo hemos de entender lo que suena en la letra, poca ó casi ninguna será la edificacion que sacaremos de

* In summos Doctores injuriosa, impiis damnatorum authorum contumeliis favens.

los libros divinos*; que acomodándose al tiempo y á las circunstancias de una reciente Cristiandad, les daban la leche de niños, y no el pan de fuertes; callando, ó tocando lijeramente varias cosas, que no era oportuno declarar en esa edad. Esto, y mucho mas dice en disculpa de los doctores, como se puede ver al fenómeno vi, párrafo ix. Y en disculpa suya ¿qué dice; Sus palabras no pueden ser mas respetuosas, ni mas significantes: en la introduccion habla así á su amigo: "De otra cosa tambien os prevengo, y es, que habiendo por necesidad de hablar frecuentemente de los intérpretes de la Escritura, ó mas bien de sus interpretaciones, temo no se me escape en el calor de la imaginacion alguna palabra menos ajustada á la veneracion que les profeso. Si contra mi voluntad me sucediere, desde aora para entónces os ruego que la borreis y la enmendeis: siendo mi intencion decir solo mi razon, pero sin ofender á ninguno. Si no acierto con los términos de debida modestia, culpad mi rusticidad é ignorancia, no mi respeto y veneracion. Estoi tan ajeno de quereros curecer la gloriosa memoria de nuestros padres y maestros, que nunca acabaré de ensalzar las fatigas y sudores con que cultivaron el vasto campo de las Escrituras. De manera que mis palabras, sean las que fueren, no se dirijirán á los doctores, á su piedad, á su sabiduría; sino solo á su sistema."; Puede V. desear mas? Ya oye, que su ánimo no es hablar de los intérpretes, á quienes tanto respeta; sino solo de sus interpretaciones. Y como lo promete así lo cumple. Quisiera, aun hablando de ellas, no escederse en alguna palabra; pero teme que contra su intencion en el calor de la disputa, sc le escape alguna: pide que entonces se atribuya á su rusticidad en esplicarse, y no á falta de respeto. No basta esto, quiere que se borre y enmiende. Si esto no basta á disculpar al autor, ciertamente no sé que pueda decirse mas.

56. Ni mientras yo disculpo al autor, me culpe V. á mí, porque contra mi propósito me he detenido en este punto

* Si enim hoc tantum volumus intelligere, quod sonat in littera, aut parvam, aut prope nullam ædificationem in divinis lectionibus capiemus.

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