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con encajarle en la cabeza, en vez de verdades, injentes falsedades, mentiras, y cuentos increibles sobre los puntos mas obvios de nuestra santa Fe y Religion: que, &c. Cuando así lo diga el compendio, bien merecido se lo tiene: predíquele V. cuanto quiera: y como quiere S. Pablo: arguye, ruega, reconviene: pero aun con estos aconseja el buen apóstol que se haga: pero siempre con paciencia; no teniéndoles suma ojeriza, y despidiéndoles maldiciones, entredichos, y anatemas; y ojalá logre V. con él todo el fruto de su celo. Pero para con el autor, que nada de esto ha dicho en su obra, ni ha soñado en decirlo, ¿á qué fin predicarle su sermon? Le viene á él, ni mas ni menos que vino á los nuestros una plática de comunidad que un padre, á quien V. conoció, hizo aquí en Italia. Este, pues, era un bonísimo sujeto, y mas le diré, era un santo; pero algo estravagante. No sufriéndole su celo estar ocioso, se le puso en la cabeza proseguir aquí trabajando en la viña del Señor. Para esto compuso, como pudo, algunos sermones en Italiano. Nuestros superiores, que conocian mui bien el talante, no tuvieron por conveniente el concederle se espusiese al público. Sucedió pues, que poco tiempo despues que tuvo la negativa, le señalaron la plática de comunidad. A buen tiempo, dijo: yo tengo trabajados mis sermones: ya que no han querido que yo los predique á las madres de Italia, me los oirán los padres de España: y les espetó en su Italiano un sermon de los que habia compuesto sobre la educacion de los hijos. Cabe mayor estravagancia, ni cosa mas impropia al asunto? Pues tal cual esta plática á los nuestros juzgo yo su sermon para el autor. ¿A qué fin embocarle un sermon por unos despropósitos que no ha soñado decir el autor? Yo no niego que para el compendio será el sermon mui bueno, escojido el asunto, clara la division, convincentes las pruebas. Así será: en esto no entro: lo que sí afirmo es, que para la obra ciértamente no hace ni mucho ni poco. Nuestro autor hablando de algunas esposiciones, dice, que algunos espositores dicen exelentes verdades, pero no al testo. Lo mismo digo yo de

su sermon: dirá exelentes cosas, pero no al caso. Los panegíricos se suelen variar segun las festividades: ya V. ha hecho uno para celebrar el compendio: si V. quiere hacer otro en celebridad de la obra, es mui dueño; pero que no sea el mismo, porque querérselo acomodar á la obra, sería lo mismo que querer acomodar á la gloria un sermon del infierno. Por esto sería yo de parecer, salvo meliori, que habiendo V. de predicar contra la obra, ponga en un entero olvido el sermon al compendio: bórrelo de principio á fin: y cuando por ser tan largo, y haber trabajado tanto en él, lo quiera V. dejar correr, sea precisamente con la postdata que puso aquel señor á su carta. Habiendo éste escrito una larguísima carta á su mayordomo de campo, ordenándole hiciese mil cosas, al cerrarla llegaron algunos de sus labradores á la ciudad; y conociendo por lo que ellos le dijeron, que una parte de sus órdenes era inútil, y otra no venía al caso por no perder el trabajo que habia tenido en escribirla, tomó el arbitrio de poner al fin esta postdata: que todo lo dicho no valga nada: y luego se firmó: humilde siervo, vuestro amo. Póngale V. el mismo postscriptum á su sermon, diciendo: que para la obra, y contra el autor, cuanto en él dice no valga nada: y con solo este antídoto no importa que corra. Le ruego por último, tenga presente esta postdata, que podrá ser nos ocurra mas de una vez hacer memoria de ella. Y sin mas detenernos en este largo punto, con nuevos propósitos de ser mas breve en los siguientes, pasémos desde luego al segundo general de su primera parte.

Sobre la claridad clarísima de las Escrituras.

61. Este es el otro punto de su concordancia que dejamos suspenso arriba para tratarlo en este lugar como mas oportuno. Dice pues V. en ella: En ninguna parte de la obra habla el autor de la claridad y oscuridad de las Escrituras con tanta estension, como habla el compendio. (Lo ordinario suele ser que en las obras se trate con mas estension lo que en breve se indica en el compendio. Pero aquí

por no confesar que dice absolutamente el compendio lo que no ha pensado decir la obra, se toma el arbitrio que este compendio al reves de todos los otros, diga con estension lo que en breve se apunta en la obra.) Mas de lo que acabamos de oirle, se conocen sus sentimientos nada diferentes de lo que en la copia se dice. Pregunto yo aora ¿y qué es lo que la copia ó el compendio dice, para que véamos si los sentimientos del autor son nada diferentes en la obra? Sin saber lo que uno y otro dice, no es posible compararlos, ni hacer el cotejo debido. V. en su concordancia no pone lo que dicen. Ciertamente no será, porque si lo pusiera, bastaría solo esto para que saltara á los ojos la discordancia. Deberémos creer piadosamente, que será otro el motivo, v. g. por no sacar unas concordancias tan largas como las que sacó el cardenal Hugo de la Biblia, primer inventor de ellas, y primer cardenal dominicano. Así será: y yo ciertamente no juraré lo contrario. Mas siendo tan necesario, yo supliré su falta, y pondré primero lo que dice el compendio, y despues lo que dice la obra; para que confrontados los testimonios se vea si concuerdan entre sí. 62. Dice pues el compendio número 37. "La oscuridad de la sagrada Escritura tan decantada por nuestros doctores, no es tan adsoluta como ellos se la han imaginado, y han hecho imaginar á los otros; sino mui respectiva.' Y despues de decir para quienes es absoluta, dice (número 39). "Pero para los humildes y del todo rendidos á su Dios locuente... digo, y lo diré mil veces, que la divina Escritura es mui clara... Y mas digo, que no hai en el mundo ni puede haber libro tan claro como este de la divina palabra." Y despues de probarlo con varias razones, acaba diciendo á su amigo: "¿Y Y no ves ya que es un género de blasfemia, ponderar tanto como lo hacen nuestros doctores la oscuridad de la sagrada Escritura?" Puestos finalmente estos sentimientos del compendio, por los cuales dice V. (número 36) de su impugnacion : Que no hai medicina de argumentos, ni específico de razones, ni receta de autoridades que les quite de la cabeza, que la Escritura 2 D

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TOMO III.

es clara clarísima: y que les haga confesar que en muchas cosas es misteriosa, enigmática, y de dificil inteligencia. Por mas que hagas (dice V. á su amigo) no esperes que el autor lo diga jamás.”

63. Veamos ya lo que el autor dice por sí mismo en su obra, sin que su amigo se haya cansado en hacérselo decir, ni V. por curarlo le haya aplicado alguna de las drogas de su botica intelectual. El autor de suyo en la part. i, cap. i, parr. v, dice: "Es innegable, y lo confesamos francamente, que se hallan en las Escrituras muchos lugares que por mas que se lean y relean, no se les puede entender su sentido literal." Si todavia le parece á V. dudosa esta confesion franca del autor, oiga como lo apoya en su proemio apologetico con el unánime consentimiento de todos los intérpretes: "Todos los intérpretes (dice) así antiguos como modernos, ingenua y concordemente confiesan, que en las Escrituras, y principalmente en las profecías, se hallan muchas cosas oscuras y dificiles, que hasta aora no se han podido entender." ¿ Aun teme V. y no se da por seguro que el autor lo diga? pues oiga otra vez, como lo que ha confesado por sí mismo, lo que ha probado con la autoridad de otros, lo confirma nuevamente con su propia esperiencia. En la part. ii, fenóm. ii, parr. vii, hablando con su amigo le dice: "Esto es lo que he podido deciros sobre el misterio de las cuatro bestias de Daniel: en cuyo exámen puedo aseguraros con verdad que he empleado muchos años de estudio, sin perdonar á fatiga ni trabajo." (No será tan fácil lo que con tanto estudio, y de tantos años, le ha costado tanto trabajo. ¿Y si despues de tanta fatiga quedará seguro de haber hallado la inteligencia que ha buscado? Nada menos). "Si no he dado (dice él mismo) en el blanco de la verdad, á que únicamente he mirado, sirvan á lo menos mis esfuerzos de abrir el camino, para que se halle otra inteligencia que sea mas conforme al vaticinio." En la misma part. ii, fenóm. ix, parr. iv, hablando del testo de Isaías Envia, Señor, al cordero dominador de la

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tierra, &c.*, dice: "Esta palabras son oscurísimas, no solo miradas en sí, sino tambien en su contesto, que suele aclarar la inteligencia. Ni el testo ni el contesto dan aquí luz para entender el misterio: todo es sombras y oscu ridad." ¿ Es esto tener en la cabeza que son claras clarísimas todas las Escrituras? Oidos los sentimientos legítimos y no espurios del autor en su obra, tan contradictorios á los del compendio, ¿como acordarlos en su concordancia? Por lo que hemos visto y vamos viendo, creo que mejor le vendria el título de discordancia; pero como cada padre es árbitro para dar á sus partos el nombre que mas le agrada, es tambien V. dueño de llamar el suyo concordancia. Haga V. lo que quiera: pero si nuestro padre Adan, que llamaba á cada cosa por su nombre, hubiera de dar el suyo á la concordancia de V. yo creo que la llamaría miscelánea; porque si hai unas cosas que concuerdan, hai muchas otras que discuerdan.

64. "Mas de lo que acabamos de oir al autor (dice V.), se conocen sus sentimientos, nada diferentes de lo que en la copia dice."¿Y qué sentimientos son estos, que contradigan á lo que tan claramente dice y acabamos de oir? V. cree hallarlos en tres lugares de la obra que cita en su concordancia. El primero es (part. i, cap. i, parr. v.) El autor supuesta la oscuridad de las Escrituras, principalmente en los vaticinios, averiguando la causa dice, que proviene por una de dos, "ó porque todavia no ha llegado, el tiempo de entenderlas... y si no ha llegado, ¿como entender lo que Dios con infinita sabiduría tiene revelado sí, pero con tan oscuras metáforas que no bastan ni el ingenio, ni el estudio, ni la santidad de la vida para descifrarlos?" (note V. estas palabras; y dígame si con ellas no confirma mas y mas lo que ha dicho, y destruye lo que V. ha dicho en su impugnacion) "sino que es menester el espíritu de inteligencia, el que Dios dará segun su divino beneplácito, cuando, y á quien quiera. O porque pre

Emitte Agnum Domine dominatorem terræ, &c.

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