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humana: lo que enseña la Iglesia, de lo que vulgarmente se cree en ella: y lo que es una pia credulidad, de lo que es dogma y artículo de fé.

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Tercera prenotacion, y tercer tiro.

75. "Otro modo segurísimo (dice V. al numero 47 de su impugnacion) de echar á tierra el castillejo del autor, y de quitar enteramente toda la fuerza á todos los testos que amontona, es recurrir á la palabra de Dios no escrita : esto es, á la apostólica tradicion que no puede negar, si es Católico, y si la niega es otra vez hereje. La tradicion, que desde los apóstoles ha llegado de mano en mano hasta nosotros nos enseña, que las palabras de la divina Escritura que el autor cita, no se deben tomar en el sentido que él las toma. Y por tanto, todos sus testos mal entendidos nada prueban de lo que él pretende." Y en el numero 48. Cite pues nuestro Milenario cuantos testimonios escriturales quiera... que nosotros le concederémos las palabras, y le negarémos el sentido en que él los toma, acogiéndonos á la tradicion que nos determina la verdadera inteligencia." Y poco despues: " en algunos testos puede la superficie de las voces parecer favorable al Milenario, mas la palabra de Dios no escrita nos certifica, que le es ciertamente contrario el sentido." La descarga de esta batería es ciertamente estrepitosa y sonora; pero todos son truenos sin rayo, y tiros sin bala; palabras, y nada mas. Ufano el castillejo, sin perder una piedra, se mantiene intacto, oyendo tales rimbombos, mas como salva que lo saluda, que como tiros que lo ofendan. ¿Qué sirve tanto decir, y repetir con tanto boato, que todos los testos que el autor cita no deben entenderse como él los entiende, sino como la tradicion apostólica, que de màno en mano ha llegado hasta nosotros, nos enseña: que se le conceden las palabras, pero que se le niega el sentido en que él los toma, acogiéndonos á la tradicion que nos determina la verdadera inteligencia: que la superficie de las voces, le podrá ser

favorable, mas que la palabra de Dios no escrita nos certifica, que le es ciertamente contrario el sentido? ¿Qué sirven, digo, estas generalidades ruidosas, cuando V. no nos da un solo testo entendido segun ostas fuentes, que sea contrario al sentido en que el autor lo entiende? Los testos que el autor cita en su grande obra son muchísimos, y al oirlo á V. (para todos) sin dejar uno tiene palabra de Dios no escrita, apostólica tradicion que le enseña, le determina, le certifica la verdadera inteligencia, que no es la del autor: pues cual es? V. que la sabe, díganosla por caridad: saque á luz esto tesoro escondido, que por mas que han cabado y profundizado en el campo de las Escrituras los Liras, los Abulenses, los Cayetanos, los Maldonados, Salmerones, Marianas, Alápides, Menoquios, Tirinos, y otros innumerables escriturarios, no han podido hallarlo. V. que felizmente lo ha encontrado, no defraude al orbe literario de esta obra verdaderamente grande de la verdadera inteligencia de las Escrituras; segun la tradicion que desde los apóstoles de mano en mano ha llegado hasta nosotros. Muéstrenos el legítimo y genuino sentido de todos y cada uno de los testos de la Escritura (ó si no quiere tanto, á lo menos de solos los que tiene el autor en su obra) sentido, digo, cual se requiere para la tradicion, que sea unánime, con el consentimiento de todos ó casi todos: cierto, que no admita contraste: inmemorial, y que no se le muestre, principio: universal, de todo el orbe Católico: constante, de todos tiempos, ó sea subiendo de siglo en siglo desde nuestros tiempos hasta los apostólicos, ó sea bajando desde los apostólicos hasta los nuestros. Dénos V. esta obra: y habrá hecho maravillas. Yo soi un pobre, no obstante cuénteme V. por uno de los asociados á ella. Pero mientras no la saque á luz y nos enseñe, determine, y certifique la verdadera inteligencia de las Escrituras, segun la palabra de Dios, no escrita, y. apostólica tradicion, permítame V. que mientras tanto, acojiéndome al castillejo de nuestro autor, entienda yo los testos que cita en su obra, como él

os esplica en el sentido claro y literal que les ha sacado del testo y contesto, y de la combinacion de unas Escrituras con otras, de unos profetas con otros, de un testamento con otro. ¿ Que cosa mas estable, y mas firme, diré á V. con S. Leon, mientras no nos saque otra mas firme, y mas estable, que una doctrina en cuya predicacion han resonado las trompetas de ambos testamentos, y en que estan de acuerdo las doctrinas Evangélicas, y los documentos de las creencias antiguas? Las páginas del testamento antiguo y las del nuevo se apoyan mutuamente*. Dejando pues el autor en su victorioso castillejo, sin que lo hayan dañado los tiros de sus baterías reales, comencémos á examinar el

PUNTO PRIMERO.

Jesucristo no vendrá sino al fin del mundo.

76. Este es el primero de los puntos particulares á que se opone el compendio, y entra V. á defender; y que como dice con razon el compendio, conviene averiguar bien, siendo un punto fundamental y como la base de los demás. Todo lo que en él largamente trata V. siguiendo paso á paso al compendio, podemos reducirlo en breve á tres cosas: al cómo, al cuando, y al fin á que el Señor vendrá. Al como vendrá: si conocido de todos, ó como un perfecto incógnito. Al cuando vendrá, si solo al fin del mundo, ó mucho tiempo antes. Al fin á qué vendrá, si á juzgar solo á los hombres y volverse al cielo, ó á quedarse en la tierra, reinar y juzgar en ella. Sin perder tiempo comencémos por lo primero.

¿Si cuando volverá el Señor á la tierra vendrá manifiesto, ó como un perfecto incógnito?

77. Vemos no pocas veces que varios príncipes giran

Quid enim stabilius, quid firmius verbo in cujus prædicatione veteris et novi testamenti concinit tuba, et cum evangelica doctrina antiquarum protestationum documenta concurrunt. Adstipulantur enim sibi invicem utriusque fœderis paginæ.

por el mundo de perfectos incógnitos, con otros títulos que los que corresponden á personages de tan alto caracter, y sin aquel tren y acompañamiento conveniente á su grandeza; ó sea por librarse de etiquetas, ó por hacer menos gastos, ó por tener mas libertad, ó por otras razones de estado que yo no entiendo. Pero si así lo hacen los príncipes de la tierra; no, dice V., no lo hará así el rey del cielo en su segundo viaje á la tierra. Vendrá entónces, no como vino la primera vez, desconocido, á oscuras, de noche: Cuando todo estaba sepultado en silencio*; sino en el resplandor de su grandeza, con todo el tren de su gloria, y a vista de todo el mundo. Verán venir al Hijo del Hombre en las nubes del cielo, con gran virtud, y magestadt. Por esto, y con razon, entre mil dimes y diretes con el compendio, no acaba V. de maravillarse que diga, pueda venir el Señor con este aparato sin ser conocido de los hombres, como parece lo significa por estas palabras del número 6: " Porque á la verdad (amigo) si nosotros los Cristianos que creemos la segunda venida del Señor, nos hallámos cuando él venga en la misma disposicion de ánimo que tuvieron los Judios al tiempo de la primera venida, ¿quién podrá dudar que corremos el mismo peligro que ellos... y que nos hallémos esperando, ó por mejor decir, mirando todavia mui lejos esta segunda venida, al tiempo que se halle verificada, ó se esté ya verificando, y que Jesucristo habíte ya mui despacio entre los hombres del mundo, sin que los hombres del mundo se hayan apercibido de su venida?" Poco me importa á mí que el compendio lo diga ó no lo diga: si lo dice, allá se las haya; ya le he dicho á V. que mi intento no es defenderlo. Lo que me importa es que lo dijese la obra, como parece lo insinúa V. en su concordancia, repitiendo é inculcando en ella lo mismo que ha dicho en su impugnacion contra el compendio, como si de nuevo lo

* Dum medium silentium tenerent omnia.

+ Videbunt Filium Hominis venientem in nubibus cœli, cum virtute multa et majestate.—Mat. xxiv, 29.

"Yo no

hubiera ballado en la obra, por estas palabras: entiendo este nuestro peligro, pues por mas que nos engañasen nuestros doctores con sus doctrinas, es imposible que no conozcámos al Señor en su segunda venida; ya que no vendrá á la sordina, sino manifiestamente en todo el tren de gloria y magestad: Nuestro Dios vendrá manifiestamente*, nos asegura David." Si ha hallado V. en la obra los sentimientos contrarios, díganos donde: en qué lugar: con qué palabras: y si no los ha hallado, en vez de indicarlo, confiese V. en su concordancia esta nueva discor dancia de la obra con el compendio. Yo lo que hallo en la obra son estos sentimientos enteramente conformes á los del citado Evangelista (part. ii, fenóm, iv, parr. iv.”) “ Acabada la tribulacion de aquellos dias, ó aquellos dias de tribulacion, el sol y la luna se oscurecerán, caerán las estrellas del cielo, se conmoverán y en parte se desquiciarán sus ejes, y entonces aparecerá por los aires el real estandarte de la Cruz. Viéndola, llorarán todas las tribus: y precedido de ella, viéndolo todo el mundo, bajará del cielo á la tierra el Hijo del Hombre en toda la grandeza de su gloria y magestad." Si no es esto decir, que vendrá manifiestamente y en todo el tren de gloria y magestad, ya no sé como se pueda decir mas claro.

78. Donde pues halla V. que diga la obra vendrá el Señor incógnito y á la sordina? Viendo yo que V. dice las citadas palabras de su concordancia, hablando de la introduccion de la obra, dije, ¿ si allí habrá hallado alguna cosa que se le parezca? La leo otra vez con esta curiosidad; y no sospechando de lo demás, el quid pro quo, que habrá dado motivo á V. me figuro será la paridad que hace el autor de los Judios con los Cristianos. Sacando de ella lo que puede hacer á nuestro caso, dice así: "Como los Rabinos con sus interpretaciones fueron la causa de que los Judios no conociesen al Mesías en su primera venida, así nuestros doctores con las suyas pueden

* Deus noster manifeste veniet.

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