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que debia condenar todas estas cosas, porque así lo dijeron y lo hicieron S. Dionisio y S. Epifanio. Con qué diciendo, no podemos condenar estas cosas, porque así lo dijeron muchos doctores Católicos, y entre ellos muchos mártires, con esto solo comprendémos bien, que por entonces no tenia en mira otros Milenarios, sino los Católicos y santos: por consiguiente, que estos no merecian ser comprendidos en la sentencia general. Luego para este punto, que es de lo que hablamos, la autoridad de S. Jerónimo nada prueba; es todo lo contrario de lo que intentan los que la citan.”

72. Si quiere V. impugnar la obra, muestre con algun buen fundamento que no es esta la genuina inteligencia del santo doctor: saque á luz algun decreto de concilio, ó definicion de la Iglesia, condenatoria de los Milenarios. Pero contentarse con que así lo dice un diccionario, sin traernos mas apoyo ni razon; perdóneme V., que si esto es impugnar el compendio, ciertamente no es, ni puede ser, ni llamarse impugnacion de la obra. Con este tercer punto que acabamos de examinar acaba V. la primera parte de su impugnacion, en la que gracias a Dios hemos ballado sana, sanísima la obra. Verémos si la hallamos enferma en la segunda. Vaya de cuento. Sepa V. que al mismo de la mula blanca sucedió un dia la desgracia de una fuerte caida sobre un brazo. A los ayes dolorosos que daba, ocurrieron algunos, á quienes con mas lamentos que palabras dijo: que no sabia lo que seria de su brazo, que creía perdido, habiendo recibido en él todo el golpe. Llamado el cirujano para que se lo registrase, no hallando en él ni rotura de hueso, ni dislocacion de nérvio, ni particular contusion, le dijo: este brazo está sano. Pues si no es este el enfermo, respondió él, será este otro, y le sacó el brazo bueno en que nada habia padecido. V. se ha quejado infinito de la obra, como de enfermo que no tiene hueso sano: la hemos visto y examinado en esta parte, y la hemos hallado sana. Vamos á ver si como ha estado en este brazo sana, lo está tambien en el otro.

PARTE SEGUNDA.

De las baterías del impugnador contra el castillo
del autor.

73. Al entrar V. en esta su segunda parte á examinar los siete puntos del compendio, para no tener que repetir lo mismo sobre cada uno, pone unas prenotaciones trancendentales á todos, que sean como otras tantas baterías, que echen á tierra el castillejo que el autor se ha formado. ¿Qué quiere V.? cada uno fabrica segun sus fuerzas los hombres grandes se erijen castillos grandes : el pobre autor, como V. lo llama, ¿qué se habia de formar sino un pobre castillejo? Veamos los tiros que desde sus reales baterías le dispara V. para derrocarlo, y derrocarlo, y no dejarle piedra sobre piedra, arrasándolo de manera que se pueda decir de él, como de otra Troya: Et campos ubi Troia fuit. Siendo tan pobre el castillejo, poca pólvora, y pocos tiros le bastarán para echarlo á tierra. Sí, nada mas que tres le dispara V.

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Primera prenotacion, primer tiro.

Al número 45 de su impugnacion dice V.: "Para echarlo á tierra, basta decirle, que es falso, falsísimo, que los fieles tengan por artículos de fe divina credendi los siete puntos que señala, y luego irémos viendo: y decir que solo asienten á ellos como verdades probabilísimas y moralmente ciertas. ¿Y cuando probará lo contrario? ¿y de qué manera?" Este tiro, por confesion de V. en sus concordancias, no abre brecha en el castillejo del autor. El nunca ha dicho, ni soñado decir, que los siete puntos que se van á tratar, los tienen los fieles como artículos de fe divina: Esta grande é interesante verdad (confiesa V. en el lugar citado) no la veo en la obra. Si la dice el compendio, con su pan se lo coma, que yo no entro ni salgo á defenderlo. Por lo demás, en cuanto á la segunda parte,

que no siendo de fe los siete puntos sobredichos, solo asientan á ellos los fieles como á verdades probabilísimas y moralmente ciertas, el autor no tiene que probarle lo contrario, sino agradecerle la confesion de que no son de fé. Segun esto, quien consiente en ellos no es un Nestorio, un Lutero, un hereje: cuando mas, si es una verdad probabilísima y moralmente cierta, si se opone sin razon suficiente que muestre no serlo, será un temerario; pero si lo hace teniéndola, lejos de merecer esta tacha, será mas bien un pensador benemérito digno de nuestros elogios, por haber sabido darnos á luz la verdad, sin deslumbrarse de solas las apariencias. Como lo haga el autor, si con razon ó sin ella, lo habrémos de ver en el examen de cada pnnto.

Segunda prenotacion, y segundo tiro.

74. "Dejando ya aparte la doctrina aquí dada (sigue V. en el numero 46) supuesto, como el autor supone y afirma, que todos los Cristianos tienen como artículos de fé todos los enunciados puntos, ellos son verdaderamente tales. Y la razon para un Católico es evidente. Todos los Cristianos son y forman la Iglesia, que en punto de fé es infalible, y no puede tener por artículo de fé lo que es falso. Luego si todos los Cristianos, esto es la Iglesia, tienen los dichos puntos como de fé, ellos verdaderamente son tales... Atacado el autor por este lado, se ve entre la espada y la pared: porque ó niega la infalibilidad de la Iglesia, y se declara un hereje; ó la confiesa, y entonces reconoce por articulos de fé los mismos puntos que impugna." Perdóneme V. si le digo, que V. pelea contra toda regla de táctica. Obligue primero con sus cañones á que salga el autor de su castillejo, y entonces echará mano de las armas blancas; pero ¿á qué fin sacar la espada, y fingirlo entre ella y la pared, cuando él en su castillejo se rie seguro de sus tiros, que son sin bala, ó no dan en el blanco? V. habrá tomado la puntería contra el compendio, que supone

y afirma, que todos los Cristianos tienen, como de fé, los puntos enunciados; pero al autor que en su obra, y esto por confesion de V., no ha pensado ni soñado decir tal cosa, ¿no vé V. que echarle esta descarga sobre un supuesto falso, es hacer una puntería falsa y un tiro al aire? Mas démos que la obra lo haya dicho, como lo dice el compendio, ¿ será por esto evidente para un Cristiano la razon quc V. propone? Nada menos. Yo Yo por la gracia de Dios soi Cristiano, y aunque tengo ojos, no veo esta evidencia. Le concedo el antecedente, y le niego la consecuencia. Le concedo, que lo que todos los Cristianos tienen por de fé, es de fé; pero le niego, que todo lo que tienen como de fé, es de fé. Lo primero dice identidad, lo segundo semejanza; y la semejanza admite diversos grados, y no siempre corre á cuatro pies. Cuantas veces oímos: esto lo creo como si fuera artículo de fé? y no por eso quieren decir, que sea verdaderamente de fé, ni un artículo revelado; sino que en su género lo creen y tienen como cierto, con aquella certidumbre que es propia de lo que se habla. Apliquémoslo á la materia en que estamos. Muchos, y si V. quiere muchísimos, creen como de fé, porque lo han leido en un libro espiritual, ó porque lo han oido decir ó predicar, que el Señor vendrá á juzgar al fin del mundo: que este juicio se hará en el valle de Josafat, &c.: pero aunque lo crean como de fé, ¿lo creen de fé, y lo tienen por un artículo revelado? Sr. no. Y para que V. por sí mismo se desengañe, pregúnteles ; si el tiempo y lugar del juicio lo tienen por tan de fé, y lo creen con la misma firmeza que el misterio de la Santísima Trinidad? Y si no es un tronco, ó un zóte, oira seguramente que responde que no: porque sabe, que el misterio de la Trinidad lo ha revelado Dios, y la Iglesia se lo enseña; pero estas circunstancias del juicio las cree, solo porque así lo ha leido ú oído de otros que saben mas que él: y verá V. prácticamente, que á su modo distingue lo que es creer una cosa por de fé, ó creerla como de fé: la fé divina, de la 2 K

TOMO III.

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humana: lo que enseña la Iglesia, de lo que vulgarmente se cree en ella: y lo que es una pia credulidad, de lo que es dogma y artículo de fé.

Tercera prenotacion, y tercer tiro.

75. "Otro modo segurísimo (dice V. al numero 47 de ́su impugnacion) de echar á tierra el castillejo del autor, y de quitar enteramente toda la fuerza á todos los testos que amontona, es recurrir á la palabra de Dios no escrita : esto es, á la apostólica tradicion que no puede negar, si es Católico, y si la niega es otra vez hereje. La tradicion, que desde los apóstoles ha llegado de mano en mano hasta nosotros nos enseña, que las palabras de la divina Escritura que el autor cita, no se deben tomar en el sentido que él las toma. Y por tanto, todos sus testos mal entendidos nada prueban de lo que él pretende." Y en el numero 48. "Cite pues nuestro Milenario cuantos testimonios escriturales quiera... que nosotros le concederémos las palabras, y le negarémos el sentido en que él los toma, acogiéndonos á la tradicion que nos determina la verdadera inteligencia." Y poco despues: "en algunos testos puede la superficie de las voces parecer favorable al Milenario, mas la palabra de Dios no escrita nos certifica, que le es ciertamente contrario el sentido." La descarga de esta batería es ciertamente estrepitosa y sonora; pero todos son truenos sin rayo, y tiros sin bala; palabras, y nada mas. Ufano el castillejo, sin perder una piedra, se mantiene intacto, oyendo tales rimbombos, mas como salva que lo saluda, que como tiros que lo ofendan. ¿Qué sirve tanto decir, y repetir con tanto boato, que todos los testos que el autor cita no deben entenderse como él los entiende, sino como la tradicion apostólica, que de mano en mano ha llegado hasta nosotros, nos enseña: que se le conceden las palabras, pero que se le niega el sentido en que él los toma, acogiéndonos á la tradicion que nos determina la verdadera inteligencia: que la superficie de las voces le podrá ser

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