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tiempo para que se cumplan segun están escritas. Porque le diré vo lo primero, y le inferiré : luego en este tiempo intermedio, sea poco ó mucho, en que se cumplirán estas cosas despues de haber bajado Cristo á la tierra, no halla V. inconveniente en que se mantenga Cristo en la tierra: luego cuando venga, no se sentará inmediatamente en su tribunal para juzgar á todos los hombres, y acabado que sea el juicio volverse luego y sin demora al cielo. Y si sin desdoro de su grandeza y magestad puede estarse algun tiempo aquí en la tierra, ¿por qué cuando sea de su divino beneplácito no podrá estarse años y siglos mas? Le diré lo segundo, que aunque no se detuviera en la tierra mas tiempo que el necesario para que se cumplan las cosas ya dichas, se estaria por necesidad un tiempo, y no poco. ¿Cuanto tiempo no se necesita segun el curso ordinario de las causas libres, á las cuales se atempera el Señor consiguiendo infaliblemente sus fines, pero con suavidad y sin violencia*: para que tantos millares de Judios ostinados en su error se conviertan: para que todos sean instruidos en los elementos de la religion Cristiana: para que en aquellos calamitosos tiempos del Anticristo se hallen sacerdotes que los enseñen, los instruyau y los bautizen? ¿Cuanto tiempo no se necesita para que tantos millares de hombres dispersos por las cuatro partes del mundo vuelvan todos, jóvenes y viejos, hombres y mugeres, chicos y grandes á la tierra prometida de sus padres? Ciertamente no fué tanta la multitud que salió de Egipto, ni estaba este reino tan distante de la Palestina, y gastaron cuarenta años en el viaje. Me hago cargo que erraron tanto tiempo por el desierto en castigo de los yerros y desvios de su corazon; pero no se me negará, que pasa una gran diferencia entre los que salieron de Egipto, y vendrán de todo el mundo: entre un reino tan vecino, y otras partes tan remotas y distantes, de donde será congregada esta nacion derramada por toda la tierra.

* Attingit à fine usque ad finem fortiter, et disponit omnia suaviter.

TOMO III.

2 F

87. Aun mayor tiempo será necesario para el descubrimiento de la arca en el monte Nebo, para su trasporte á Jerusalen, y para la reedificacion del magnífico templo en que deberá colocarse. No se llevará menos tiempo la division que entonces se hará de la tierra prometida entre las doce tribus, conforme à las medidas que tan menudamente describe Ezequiel; y dada que sea á cada una su parte, no es creíble que haya de ser para que la gozen cuatro dias. Ultimamente, ¿cuanto tiempo no necesitará Gog para recojer su inmenso ejército, y conducirlo á los montes y tierra de Israél contra sus pacíficos habitadores? Y aunque es verdad que su total derrota será pronta, lloviendo el cielo tempestades y rayos para acabar con esa innumerable multitud; pero Ezequiel nos asegura, que los Israelitas saldrán de sus ciudades para aprovecharse de sus inmensos despojos, y que solo los leños de sus armas serán tantos, que por siete años no necesitarán de otra leña para fuego: Y saldrán los moradores de las ciudades de Israél, y encenderan y quemarán las armas, el escudo, y las lanzas, el arco, y las saetas, y los baculos de las manos, y las picas, y los quemarán con fuego siete años. Y no llevarán leña de los campos, ni la cortarán de los bosques, porque quemarán las armas con fuego, y despojarán á aquellos de quienes habian sido presa, y robarán á los que los habian destruido, dice el Señor Dios*. S. Jerónimo con otros doctores quiere, que estos siete años sean indeterminados, para significar otro número mayor; pero aun cuando no fueran sino los siete determinados, vea V. y hágame la cuenta del tiempo que Jesucristo habrá de estar aquí en la tierra. Yo por mí ciertamente no se lo

hacer

* Et egredientur habitatores de civitatibus Israël et succendent, et comburent arma, clypeum, et hastas, arcum, et sagittas, et baculos, manuum, et contos: et succendent ea igni septem annis. Et non portabunt ligna de regionibus, neque succident de saltibus : quoniam arma succendent igni: et deprædabuntur eos, quibus prædæ fuerant, et diripient vastatores suos, ait Dominus Deus.— Ezech. xxxix, 9, 10.

que los

sabria decir á V.; pero S. Juan, que era buen computador, haciendo el cálculo de todos estos años, otros Profetas dejaron indeterminados con un oscuro in illa die, in illo tempore, nos dice que serán mil años: y para que no nos equivoquémos en un número por otro, en solo el capitulo xx de su Apocalipsis nos lo repite por seis veces. A mí para que se lo creyese, me bastaría que lo dijera una sola vez; cuanto mas diciéndolo, repitiéndolo y volviendo á decirlo por seis veces. Si V. quiere que estos mil años de S. Juan sean indeterminados, como los siete de Ezequiel, no me opongo, sean en buena hora mas ó menos: basta que sean tantos, cuantos es menester que sean para que se cumpla todo lo que está profetizado, y que no se saquen de la época en que está escrito que han de ser; esto es, despues del Anticristo y venida de Cristo, y antes del fin del mundo. Mas qué hará Cristo aquí en la tierra por estos mil años? Esto es lo que despues de haber visto el como y el cuando de su venida, vamos á ver en el fin á qué vendrá.

¿A qué vendrá Jesucristo á la tierra: si á juzgar solo los muertos, ó tambien á reinar y juzgar á los vivos? 88. Reino temporal de Jesucristo en la tierra por mil años? ¡O qué palabra tan dura! ¡ó qué escándalo! Es verdad, dice V. (número 51 de su impug.) "que en el cap. xx del Apocalipsis (verso 4) se lee de los buenos que reinaron mil años con Cristo; pero este reinado y estos mil años ¿quién los entiende? Yo no presumo tanto que quiera meterme á descifrar este enigma. Han pensado, han escrito personas de superior mérito sobre estos mil años Apocalípticos, y estámos todavia tan lejos de saber el verdadero significado, cuando estábamos al principio. Yo solo puedo asegurar con toda certeza, que las citadas palabras no tienen el sentido que el autor les da. Digo mas, y es, que si un ángel me digera lo mismo, tampoco le daria cré

* Regnaverunt cum Christo mille annis.

dito, teniendo á mi favor la infalible autoridad de la Iglesia, que reprueba y condena el fabuloso reinado de Cristo de mil años en la tierra con los santos, antes de acabarse el mundo. Y me maravillo que uno que se dice Católico (esta es una de las urbanidades de su gentileza para con el autor, que ya no me maravilla por su frecuencia en favorecerlo) suscite un sistema que la Iglesia reprueba." En el número 71 exortando caritativamente á que vuelva en sí, le dice :

Piense V. y reflexione á qué estremos lo lleva el capítulo xx del Apocalipsis... en el cual se fundaron Cerinto y Apolinár para establecer el milenario reino de Jesucristo. Y esto porque V. no menos que ellos toma á la letra aquel reinaron mil años con Cristo, debiendo entenderse aquel número cierto por un incierto, y por aquel reinado el de los santos con Cristo en el reino espiritual de la Iglesia."

89. Hasta aquí V. con una resolucion y ánimo tan contrario al reino milenario de Cristo en la tierra, que si un ángel del cielo se lo persuadiera, no lo creería; ¿cuanto menos creerá á un hombre de la tierra, por mas que se mate en probarlo? Veo que á quien se halla en esta disposicion no hai razones que le entren. No obstante, por via de mera contestacion, y por mostrarle, si es posible, que los fundamentos que V. alega no son dignos de un asenso tan firme, le diré lo primero que si V. apoya esta su fe ciega en la autoridad de la Iglesia que haya condenado el reino milenario de Jesucristo en la tierra, la apoya muy mal; porque la Iglesia no condena lo que Dios tan claramente ha revelado: y si V. todavia insiste en que lo ha condenado, le repetiré aquí lo que le dije en el número 68: muéstrenos las palabras, cite el lugar, produzca el anatema, y cuando lo muestre cierto, claro y terminante, no dude que estámos prontos á creerlo con V.; sometiendo nuestro entendimiento en obsequio de la fé*. Le diré lo segundo: que Cerinto y Apolinár no erraron, ni pudieron errar por haber entendido en el sentido literal las palabras de Dios.

* Captivantes intellectum nostrum in obsequium fidei.

ha

El sentido literal de las Escrituras, lejos de inducir á error, es la norma de nuestra santa fe. A él miran como á seguro norte los concilios en sus decretos: por él se dirije la Iglesia en sus infalibles definiciones. Los que han errado, erraron no por haber seguido el sentido literal, sino por berse apartado; ó quitando, ó añadiendo segun su capricho, como lo hicieron Cerinto y Apolinár con el capítulo xx del Apocalipsis. Dice mui bien nuestro autor (part. i, cap. v, art. iii, parr. iii, leed, y releed con atencion este capítulo: scrutare illud in lucernis, y halladme una sola palabra que favorezca á las inmundicias de Cerinto, ó á las fábulas de Apolinár. Y cuando ni rastro se halla de nada de esto... ¿como no temieron estos herejes atraer sobre sus cabezas las terribles maldiciones que se fulminan en este libro contra los que ponen y añaden á lo que en él esta escrito? Si alguno añadiere á estas profecias alguna cosa, pondrá Dios sobre él las plagas que estan escritas en este libro*.

90. Le diré lo tercero: que no estraño sea este capítulo para V. y otras personas de superior mérito un enigma de dificil solucion; Ni como descifrarlo, cuando no lo quieren entender en el sentido literal, con que está claro, sino en otro alegório y espiritual con que nunca se entenderá? ¿Como entender de un reino, lo que está escrito de otro mui distante? Valgámonos de un egemplito que lo declare. Si yo escribiera á V. una breve noticia geográfica y civil del reino de España, describiéndole su situacion, sus límites, sus monarcas, su religion, sus leyes y gobierno, y V. en vez de entenderla del reino que le describia la quisiese entender del imperio del gran Turco; sin ofender su penetracion le digo, que cuanto mas claro le hablára yo, tanto ménos me entendería. Lo mismo ni mas ni ménos sucede en el caso en que estámos. Habla el Señor en el citado capítulo del reino temporal de su segunda venida, describe la felicidad de este reinado, sus dichosos habitadores, su monarca divino, la época, y el tiempo de su duracion: y no* Si quis apposuerit ad hæc, apponet Deus super illum plagas scriptas in libro isto. - Apoc. cap. ult. v. 18.

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