es, al hijo de David Cristo Jesus. Pero aunque es tan claro este capítulo, aun lo es mas el xxxvii, en el cual con la elegante metáfora de los huesos secos, dispersos por todo el campo del mundo, y de los leños áridos, les promete darles nueva vida, y juntar las dos ramas de Israel y de Judá, para que reverdezcan en un solo cetro, que empuñará el hijo de David su siervo y príncipe de ellos, que los gobernará con un nuevo pacto de paz sempiterna. Oiganse entre otras estas palabras: he aqui yo tomaré a los hijos de Israel de en medio de las naciones, á donde fueron, y los recogeré de todas partes, y los conduciré á su tierra. Y los haré una nacion sola, en la tierra, en los montes de Israel, y será solo un Rei que los mande á todos, y nunca mas seran dos pueblos, ni se dividiran en lo venidero en dos reinos.... Y mi siervo David será Rei sobre ellos, y uno solo será el pastor de todos ellos... y haré con ellos alianza de paz; alianza eterna tendran ellos*. Unas promesas tan claras que evidentemente no se han cumplido hasta ahora, ¿como prueba V. que se cumplieron en la primera venida? Es verdaderamente curiosa la prueba: dice V. en el citado numero : concuerdan mara villosamente las profecias con lo que el Salvador nos dice en el Nuevo Testamento: salvaré á mi rebaño... levantaré sobre ellos un solo pastor, dice Ezequiel, y el Angel dice : El salvará á su pueblo de sus pecados. Y el mismo Salvador nos quita toda ambigüedad diciendo: yo soi el buen pastor. Los limpiaré, promete Ezequiel, y esto en la primera venida se cumplió perfectamente, como se ve de lo que escribió el Apostol a los Corintios: esto fuisteis, 66 * Ecce ego assumam filios Israël de medio nationum, ad quas abierunt, et congregabo eos undique, et adducam eos ad humum suam. Et faciam eos in gentem unam in terra, in montibus Israël, et Rex unus erit omnibus imperans, et non erunt ultra duæ gentes, nec dividentur amplius in duo regna... et servus meus David Rex super eos, et pastor unus erit omnium eorum... et percútiam illis fœdus pacis, pactum sempiternum.-Ezeq. xxxvii, 21, 22, 24, y 26. + Ipse enim salvum faciet populum suum à peccatis eorum. — Mat. i, 21. TOMO 111. 2 G pero estais lavados, y santificados, y justificados, en nombre del Señor Jesu Cristo, y lo que repite à los Colosenses: Nos arrancó Dios de la potestad de las tinieblas, y nos trasladó al reino del Hijo de su cariño†. Mas déjo estas cosas de que solo puede dudar quien no tiene juicio." en 100. Lástima que las dege y no prosiga enseñando una manera tan cómoda de esplicar las Escrituras. ¿Donde hai plata con que pagar una invencion tan ingeniosa? En los misterios mas árduos, en los arcános mas oscuros, los pasos mas enredados veis ahí un hilo mejor que el de Ariadne para salir francamente del laberinto. Agarrarse de una palabra de la profecía, que se parezca á otra del evangelio; tenerse fuerte á ella; y sin hacer caso de lo demás con airoso salto, veislo ahí sacarse fuera del mal paso. No dice Ezequiel: Los salvaré, los limpiaré ? ¿No dice el evangelio: salvará al pueblo de sus pecados? y S. Pablo limpios estais, y santificados? pues ¿qué mas se necesita para saber sin ambigüedad que habla el profeta de la primera venida del Señor? Ni sabiendo esto, estéis á preguntar cómo ó de qué manera se verificó en la primera venida la vuelta de todos los Israelitas á la tierra de sus padres: la union de las dos casas de Israel y de Judá en un solo reino, para no volver á separarse mas: que el rei que los gobernará con un pacto nuevo de sempiterna paz, no será otro que el hijo de David Cristo Jesus. No esteis á preguntarlo, "que estas cosas aunque sean las principales del vaticinio, las deja á un lado (y despues de lo dicho); solo quien no tiene juicio puede dudar.” Mas si el solo hablar de remision de pecados fuera bastante para que nunca saliéramos del tiempo de la primera venida, seria menester que la generacion temporal de * Hæc quidem fuistis; sed abluti estis, sed sanctificati estis, sed justificati estis in nomine Domini Jesu Christi.— 1 ad Corint. vi, 11. + Eripuit nos Deus de potestate tenebrarum, et transtulit in regnum Filii dilectionis suæ.- - Coloss. i, 13. Jesucristo fuese como la generacion eterna del Verbo, y que siempre y cada dia le dijese el Padre à su Hijo divino Jesus: Yo te engendré hoi; porque mientras haya hombres en la tierra, siempre habrá pecados y remision de ellos. Uno de los grandes sucesos, y principio de otros mayores que esperámos para la segunda venida del Señor, será la conversion de Israel; y esta conversion ciertamente no se hará sino perdonando pecados, y grandes pecados. En el juicio de los vivos, que se hará despues de la segunda venida, tampoco faltarán pecados que perdonar. Conque el los limpiaré, los salvaré, aunque sea efecto saludable de la primera venida, no es argumento para probar que siempre hemos de estar y nunca salir del tiempo de la primera venida, sin entrar alguna vez en la feliz época de la segunda. ¡ Pobre de mí! que sin pensarlo, por proponerle estas mis dudas he ya incurrido en la nota de loco; ya que solo quien no tiene juicio puede dudar de estas cosas. Por no declararme mas, yo callo; pero le encargo que lea la obra part. i, fenóm. v, art. iv. 101. Continúa V. en el número lvii examinando los testos de nuestro autor, y dice: "El todo lo confunde; y aplica á la segunda venida lo que indubitablemente se entiende de la primera. No hablo de lo que el arcángel Gabriel dijo á la santísima Virgen, de lo que sería el divino Hijo que habia de concebir y dar á luz: Este será grande... y le dará el Señor el trono de David su padre, y reinará en la casa de Jacob por siempre, y no tendrá fin su reino*. Anuncio que solo nuestro Milenario puede tener el pensamiento de aplicarlo á la segunda venida y famoso reinado de Jesucristo." No es tan solo el Milenario en su pensamiento, que no lo acompañe la razon. Oigala V. brevemente para responderle, cuando saque la segunda impugnacion de la obra; ya que en la del compendio no la ha tocado ni de cumplimiento. Su razon es Hic erit magnus... dabit illi Dominus sedem David patris ejus, et regnabit in domo Jacob in æternum, et regni ejus non erit finis. - S. Luc. i, 32 y 33. esta. Todas las otras promesas que se hicieron á la santísima Virgen en esta célebre embajada, se cumplieron literalmente en la primera venida del Señor, como nos consta del Evangelio y de los artículos que confesamos : luego esta del reinado en el sólio de David, que es la única que falta que cumplirse, se cumplirá literalmente como las otras; y no habiéndose cumplido en la primera venida, se cumplirá ciertamente en la segunda. Ni para darle su cumplimiento se recurra con los doctores al sacerdocio eterno de Cristo en su Iglesia, porque este sacerdocio es todo espiritual 'segun el orden de Melquisedec: y lo que promete Dios al Hijo de María es el sólio de David su padre, para reinar en él eternamente. Si reinó en este sólio, dígannos cuando. Si no ha reinado en su primera venida, reinará en la segunda; siendo ciertísimo que las promesas de Dios, que es la misma verdad, no pueden faltar. Véase el autor en su obra mas largamente, part. ii, fenóm. ix, parr. v. 102. Ni me diga V. que si el reino prometido al Hijo de María ha de ser eterno, no puede ser el Milenario, porque este acabados los mil años se acabará, y el reino de Jesucristo, segun el vaticinio, no tendrá fin: que yo le responderé con el autor (part. i, c. i, art. i), que ningun Milenario ha soñado en decir que acabados los mil años acabará el reino de Cristo. Si dijeran esto, tendría fuerza el argumento; pero no habiendo pensado decirlo, es del todo importuno, y como machacar en hierro frio. No obstante, por quitar toda equivocacion, respondo: que el reino del Mesías se puede considerar de dos maneras, una en sí mismo, y así es eterno, como lo es el mismo rei; otra con respecto á los viadores, y así es preciso que tenga fin, habiendo precisamente de morir todos los viadores. Pero esto no quita que su reino sea eterno, porque su reino no morirá, y los muertos resucitarán á una vida eterna, para que prosiga sobre ellos reinando eternamente. En fin, decimos sobre este reino milenario lo que todos deben decir sobre el reino espiritual de la Iglesia. Del mismo modo decimos uoso tros que tampoco dejará de ser eterno, aunque hayan de acabarse los mil años. 103. Pasa V. á examinar el siguiente testo del autor, y dice: "En confirmacion de dicho reinado y prueba de él, trae las palabras de Isaías: Nos ha nacido un niño, y se nos ha dado un hijo, y se ha hecho un principado sobre sus hombros, y se llamará Admirable*. Al oir yo estas palabras, siempre me viene á la mente el glorioso nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, segun la espresion del ángel á los pastores: Os anuncio una gran alegria para todo el pueblo; porque hoi os ha nacido el Salvador, que es Cristo el Señort. Y me figuro el mismo ofrecimiento en cuantos leen y saben la doctrina Cristiana. Con todo, nuestro Milenario, que todo lo convierte en propia sustancia, esta primera venida y entrada de Jesus al mundo, la entiende por la segunda." Nadie le quita á V. que en la parte que pone del dimidiado testo de Isaías, se le ofrezca el santó pensamiento del glorioso nacimiento y primera venida del Señor; y no dude V. que al Milenario, que por gracia de Dios sabe la doctrina Cristiana, le habrá tambien ocurrido el mismo pensamiento; pero esto no quita que en la otra parte, y principal para su asunto, que V. graciosamente la omite, no se le ofrezca, y se le represente la segunda venida del Señor. No digo que la omision sea por huir de la dificultad, ni que sea esto tomar el plato por donde no quema: decirlo de V. sería una temeridad: será sin duda porque estaba ya cansado de tanto escribir, y le pareció que para un santo simple, era bastante apuntar la antífona. 104. Sin juzgar pues de intencion doble, ó doblada, pongo limpiamente la parte del testo que á V. le falta, y hace mucha falta al intento del autor: dice así: se sen * Parvulus enim natus est nobis, et filius datus est nobis, et factus est principatus super humerum ejus, et vocabitur nomen ejus Admirabilis, &c.-Isai. ii, 6. ↑ Evangelizo vobis gaudium magnum quod erit omni populo : quia natus est hodie vobis Salvator, qui est Christus Dominus. |