sible*. Y Jeremías nos enseña, que es el atributo de su inmensidad con el cual llena los cielos y la tierra: ¿Por ventura no lleno el cielo y la tierra, dice el Señort? Si pues la palabra cielo, ó en el sentido de las Escrituras, ó en la comun inteligencia de los hombres no significa un lugar determinado, ¿á donde los justos resucitados irán á gozar de la vida eterna? Nuestro autor, cuya es toda la doctrina que hemos dado, responde en los dos capítulos últimos de su obra, que no un lugar determinado, como comunmente se piensa, sino todo el universo mundo será la herencia de los santos y el lugar de su gloria. Y la razon con que lo prueba no puede ser mas clara ni mejor fundada. Cristo Señor nuestro, dice, es el hermano mayor de todos los justos: todos son hijos del mismo Padre: Cristo natural, y los otros adoptivos: si son hijos, dice S. Pablo, son herederos, herederos de Dios, y coherederos con Cristo. Aora, Cristo, dice el mismo apostol, está constituido heredero universal de su Padre, habiéndose hecho por él, y para él todo. Luego tambien los justos que son coherederos con Cristo, serán herederos de todo y gozarán de su misma universal herencia, con la proporcion correspondiente al mérito de cada uno. ¡Ah! si como lo esperámos, nos toca entrar en la herencia que con su pasion y muerte nos ha ganado nuestro hermano mayor Jesus, serémos dueños de todo, lo gozarémos todo, irémos de cielo en cielo, y mirarémos lo fluido de su naturaleza, lo inmenso de su estension, volarémos de astro en astro, y admirarémos lo rico de sus luces, lo arreglado de sus periodos; alabando siempre à Dios en las obras de sus manos, y diciendo con David: veremos los cielos, obras de tus manos, y las lunas, y las estrellas que fundaste; arbitros del universo, ó nos elevémos al cielo, ó bagemos * Qui solus habet immortalitatem, et lucem inhabitat inaccessibilem. - 1 ad Timot. vi, 16. + Nunquid non cœlum et terram ego impleo dicit Dominus? Jerem. xxiii, 24. hasta el abismo, ó atravesémos á los estremos del mar, tú, Dios mio, con tu inmensidad en todas partes estarás con nosotros dejándote ver y amar, y formando con tu infinita belleza lo esencial de nuestra gloria. Pero dejando estas cosas, que si bien prueban nuestro asunto, son mejores para meditadas en silencio; parece no basta la respuesta del autor para satisfacer á la pregunta de la cuestion. 193. Porque si bien todo el universo mundo haya de ser la herencia de los justos resucitados, coherederos con Cristo, y su reino no haya de tener otros límites que lo criado; no ostante, el buen órden pide que en este reino universal haya una córte particular, y que entre los innumerables orbes que componen la máquina del órbe entero, haya uno determinado donde ordinariamente tenga su trono y resida el Rei supremo Cristo Señor nuestro, donde sus cortesanos los santos sean mas frecuentes á cortejarlo, y de donde como de centro se difunda la luz á toda la circunferencia del universo mundo. A esto da dos respuestas nuestro autor, primera: que donde está el Rei allí está su corte y que ningun soberano está obligado á residir en su córte sin salir de ella como si fuera una prision. Si esta breve respuesta no agrada, y se quiere precisamente que haya un orbe privilegiado y sirva de ordinaria residencia para Cristo y sus santos resucitados; sí, dice nuestro autor, sí lo habrá. ¿Y cual será? La tierra en que habitámos. ¿La tierra? ¿este destierro? este valle de lágrimas y Démos que la mejore y los cielos. ¿Y por qué ¿ de miserias, que Dios maldijo? renueve; pero tambien renovará no poner la gloria en los cielos nuevos, y sí en la tierra nueva? Por qué? Por la razon y por la autoridad que nos persuade y enseña, que no otro orbe, sino nuestra tierra será entónces el cielo del mismo cielo. i 194. Y primero: el Hombre Dios, Cristo Señor nuestro, Rei supremo y heredero universal; donde se vistió de carne siendo Dios? Aquí, en la tierra: aquí aquí se anonadó tomando la forma de siervo y la semejanza de hombre; aquí nació de Maria Virgen; aquí vivió : aquí 195. Segundo: La ciudad santa de Jerusalén que aora se edifica allá en el cielo de piedras vivas y escogidas, nos dice Dios que bajará á la tierra y habitará con los hombres : nunca nos dice que volverá á subir; antes de lo que alli se dice, capítulos xx y xxi del Apocalipsis, y de otros lugares de la Escritura se ve claramente, que aquí se fijará y estara siempre con nosotros. En Joel leemos: Judea sera habitada eternamente, y Jerusalen de generacion en generaciont. En Jeremias: no se borrará, no se destruira nunca jamas ‡. En David: este es mi descanso por los siglos de los siglos: aqui habitaré, por que la elegiş. Aora, si se hubiese de volver no nos darian algun indicio las Escrituras? Si como se cree vulgarmente, Cristo despues del juicio universal abandonando la tierra se fuera otra vez con sus santos al cielo, ; un suceso tan grande nos lo dejarian en silencio los libros santos? Nada Siquidem et justum est et Deo dignum illuc quoque exaltare famulos ejus, ubi sunt et afflicti in nomine ejus.— Tertul. lib. iii adversus Marcionem, cap. xxiv. ↑ Judæa in æternum habitabitur, et Jerusalem in generationem et generationem.-Joel. iii, 20. ↑ Non evelletur et non destruetur ultra in perpetuum.-Jerem. xxxi, ultimo. § Hæc requies mea in sæculum sæculi; hic habitabo quoniam elegi eam.-Ps. cxxxi, 14. nos dicen; ó muéstrese en donde. Por qué pues afirmarlo contra otros testimonios que nos dicen claramente lo contrario? 196. Tercero: Los mas, y mas sábios doctores y teólogos admiten una perfecta renovacion de la tierra despues del juicio universal: aguardamos segun su promesa nuevos cielos y nueva tierra, en que habita la justicia*. No es creible de la sabiduría de Dios que tan bellamente la renueve y mejore para dejarla desierta é inhabitada. ¿Quienes pues la habitarán? No los niños sin bautismo, como pensaron algunos doctores, pues el mismo testo dice que habitará en ella la justicía: y los niños no tienen la justicia original, pues murieron sin bautismo, ni la personal, pues no la obraron el que hizo la justicia es justo†. Luego no serán estos sus habitadores. ¿Quiénes pues lo serán? No quedan otros que puedan serlo sino el que es la misma justicia y todos sus justos, el santo de los santos y todos sus santos. Pero á quien no convence la razon, ceda por último á la autoridad de un Dios que así habla por boca de David: (Psalm. xxxvi, 28), los injustos seran castigados, y la semilla de los impios parecera. Los justos heredaran la tierra, y habi tarán en ella de siglo en siglo‡: que fue a lo que aludio el Salvador cuando en el sermon del monte dijo: bienaventurada los mansos, porque ellos poseeran la tierraş. 197. Este, Señor impugnador, es en breve el sistema del autor, del que he querido darle una mas clara idea, porque veo que los tiros de su impugnacion no dan en el blanco. Será ciertamente porque el compendio á quien V. miraba se lo da mui informe y dimidiado; pero aora * Novos vero cœlos, et novam terram secundum promissa ipsius expectamus, in quibus justitia habitat. + Qui fecit justitiam justus est.—1 Joan. iii, 7. Injusti punientur, et semem impiorum peribit. Justi autem hæreditabunt terram, et inhabitabunt in sæculum sæculi super eam.-Ps. xxxvi, 28. § Beati mites, quoniam ipsi possidebunt terram.-Mat. v, 4. que lo ha leido entero en la misma obra, ¿por qué no pone en su concordancia esta nueva discordancia entre tantas otras? ¿Por qué notar la poca conformidad, y callar las muchas diferencias? De este modo sería fácil sacar una concordancia de Santo Tomás con Lutero. Lutero dice que hai Dios, que se hizo hombre, que murió, que resucitó, &c santo Tomás dice lo mismo; y sin mas que esto, con esta bella regla queda concordado el santo con un heresiarca. Pero dejémos ya esta bendita concordancia para no acordarnos mas de ella, y vamos á darle el último á Dios á la impugnacion, que ya tardamos en salir de ella, acabando de mostrarle, ó que no impugna lo que se halla en la obra, ó si algo impugna está respondido en ella. Hemos oido lo que dice el autor: aora diga V. en qué está la heretical estravagancia del delirante Milenario. "Está, dice V. al numero 124 de su impugnación, está en negar que la bienaventuranza de los justos y su reino con Cristo ha de ser en el cielo. Si esta no es verdad de fe, ¿cual puede serlo?" Si no es mas que esta la heregía del autor, bórrelo V. de su catálogo de hereges. No, mi Sr., el autor no niega, antes sí espresamente afirma, que los justos con Cristo tendrán su bienaventuranza, no en un solo cielo sino en todos los cielos: porque todos son y serán la herencia de Cristo y de sus coherederos los justos. 198. Es verdad, replica V., pero tambien dice, que la córte donde reinará el supremo Rei Cristo y sus cortesanos los santos resucitados, será la tierra. Y bien, mas ¿porque Cristo con sus santos tenga su córte en la tierra, dejarán por esto de reinar en los cielos? Añado mas y digo á V. que reinando Cristo en la tierra, la misma tierra será un mejorado cielo, y el cielo del mismo cielo. Donde está Cristo, nos dice el iluminado Kempis, allí está el cielo*, y así estando Cristo en la tierra, mostrando en ella eternamenté no solo los resplandores de su sacratísima humanidad, * Ubi Christus, ibi cœlum.-Kempis, lib. iv, cap. ult. |