Escritores del siglo XVI: San Juan de la Cruz

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M. Rivadeneyra, 1862
 

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Page 147 - Buscando mis amores, iré por esos montes y riberas; ni cogeré las flores, ni temeré las fieras, y pasaré los fuertes y fronteras. PREGUNTA A LAS CRIATURAS ¡Oh bosques y espesuras, plantadas por la mano del amado! ¡Oh prado de verduras, de flores esmaltado, decid si por vosotros ha pasado!
Page 257 - Que bien sé yo la fonte que mana y corre, aunque es de noche. Aquella eterna fonte está escondida, que bien sé yo do tiene su manida, aunque es de noche. Su origen no lo sé, pues no lo tiene, mas sé que todo origen de ella viene, aunque es de noche.
Page 138 - Descubre tu presencia, y máteme tu vista y hermosura; mira que la dolencia de amor que no se cura sino con la presencia y la figura.
Page 257 - Que estando la voluntad de Divinidad tocada, no puede quedar pagada sino con Divinidad; mas, por ser tal su hermosura que sólo se ve por fe, gústala en un no sé qué que se halla por ventura. Pues de tal enamorado decidme si habréis dolor, pues que no tiene sabor entre todo lo criado...
Page 139 - En soledad vivía, y en soledad ha puesto ya su nido, y en soledad la guía a solas su querido, también en soledad de amor herido.
Page 257 - Un pastorcico solo está penado, Ajeno de placer y de contento, Y en su pastora puesto el pensamiento, Y el pecho del amor muy lastimado. No llora por haberle amor llagado, Que no le pena verse así afligido, Aunque en el corazón está herido; Mas llora por pensar que está olvidado. Que sólo de pensar que está olvidado De su bella pastora, con gran pena Se deja maltratar en...
Page 84 - El tercero es divino provecho, y es que apagando el gozo vano en estas obras, se hace pobre de espíritu, que es una de las bienaventuranzas que dice el Hijo de Dios, diciendo: Bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es el reino de los cielos (Mt.
Page 97 - En mi pecho florido, que entero para él solo se guardaba, allí quedó dormido, y yo le regalaba, y el ventalle de cedros aire daba. El aire de la almena, • . cuando yo sus cabellos esparcía, con su mano serena en mi cuello hería, y todos mis sentidos suspendía.
Page 138 - Detente, Cierzo muerto; Ven, Austro, que recuerdas los amores. Aspira por mi huerto, Y corran sus olores, Y pacerá el Amado entre las flores...
Page 138 - ¡Oh cristalina fuente, si en esos tus semblantes plateados formases de repente los ojos deseados, que tengo en mis entrañas dibujados!

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