Obras completas de D. Armando Palacio Valdés ...

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V. Suárez, 1895
 

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Page 287 - Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo.
Page 164 - ¡Ay, quién podrá sanarme! Acaba de entregarte ya de vero. No quieras enviarme De hoy más ya mensajero, Que no saben decirme lo que quiero.
Page 295 - ... he servido de intermediaria en la correspondencia entre mi noble tío el marqués de Revollar y el bravo don César Pardo (que Dios tenga en gloria). Es cierto que he asistido a reuniones donde se conspiraba contra el impío gobierno que hoy existe y que he procurado con mi torpe palabra alentar a los conjurados al combate, y es cierto igualmente que he bordado el estandarte y otras prendas para los defensores de la fe. También es verdad que les he facilitado el dinero que pude, pero no es exacto...
Page 267 - ¿Y si te pidiese el honor... ó lo que vosotros los hombres entendéis por honor?... — añadió corrigiéndose. Ricardo se puso levemente pálido y tardó algún tiempo en contestar. Al fin dijo en voz más baja y con calma: — El honor, querida mía, no nos pertenece; es un depósito que el cielo pone en nuestras manos al nacer y del cual nos pide cuenta al morir. Un relámpago de indignación y desprecio pasó por los ojos de María al escuchar estas palabras. — ¿Y quién os ha dicho...
Page 224 - Pero eres muy amable y lo besarás para darme gusto. Ricardo iba besando tiernamente los sitios que le señalaba. Al fin se detuvo y se puso a jugar con las trenzas negras, azotando con ellas suavemente el rostro de la niña. En los ojos de ésta seguía luciendo el mismo fuego malicioso. Sintióse levemente turbado y trató de fijar los suyos en el mar ; pero ella le dijo sonriendo: — Si no te enfadases, te pediría otro aquí — y señaló a sus labios, rojos y húmedos.
Page 124 - María y la penetraba de un placer embriagador. Su hermoso cuerpo, desnudo, se estremecía cada vez que cruzaban por él las correas de las disciplinas con un dolor no exento de voluptuosidad. Apretaba la frente contra los pies del Redentor, respirando ansiosamente y con cierta opresión, y sentía latir en sus sienes la sangre con singular violencia, mientras el dorado y sutil vello de su nuca se levantaba de un modo imperceptible a impulso de la emoción que la embargaba. De vez en cuando sus labios...
Page 224 - La niña extendió hacia arriba sus lindas manos que se agitaron en el aire alegres y cándidas como dos palomitas recién salidas del nido. Ricardo las besó con efusión repetidas veces. — No basta eso — prosiguió la niña riendo. — Antes me besabas en la cara siempre que me encontrabas ó te despedías...
Page 167 - Levántate, amiga mía, graciosa mía, y ven, paloma mía en los horados de la piedra, en la caverna de la cerca; muéstrame tu rostro, suene tu voz en mis oídos, porque tu voz es dulce y tu rostro hermoso.
Page 221 - ... lánguido. —¿No te duermes?— volvió a preguntar Ricardo. — Ya te he dicho que no quiero dormirme... ¡Me encuentro tan bien despierta!... El que duerme no padece, pero tampoco goza... Sólo es bueno dormir cuando se sueñan cosas lindas, y yo no las sueño casi nunca... Ahora me parece que estoy durmiendo y soñando... ¡Te veo de un modo tan raro!... Estoy viendo el cielo debajo y el mar encima. Tu cabeza está bañada por un vapor azul... Cuando la mueves parece que oscila la bóveda...
Page 71 - Acordaos de aquella triste pecadora que, transida de pena, desmayada de amor, da consigo á los pies de Jesús y se los lava con sus lágrimas y se los limpia con sus cabellos y se los unge, sin que se escuche una palabra de su boca porque se derrite en fuego de amor. ¡Oh lágrimas derramadas por Dios, y cuánto valéis y cuánto podéis y cuánto acabáis! Para alcanzar perdón más valen las lágrimas que las palabras, porque las lágrimas, como dice San Máximo, son ruegos callados, no piden...

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