Poemas epicos: Catalogo de poemas castellanos heróicos, religiosos, históricos, fabulosos y satíricos. La Austriada, de J. Rufo. Vida, excelencias y muerte del gloriosisimo patriarca san Josef, esposo de Nuestra Señora, por J. de Valdivielso. Creacion del mundo, por A. de Acevedo. Nápoles recuperada por el rey don Alonso, poema heróico por F. de Borja. Primera parte de Arauco domado, por P. de Oña. Endimon, de M. Diaz Callecerrada. Fábula del Genil, por P. Espinosa. La Raquel, de L. de Ulloa y Pereyra. El Deucalion, de A. Verdugo de Castilla, conde de Torrepalma. La agresion británica, por J.M. Mauri. Las naves de Cortés destruidas, por N.F. de Moratin. Las naves de Cortés destruidas, por J.M. Vaca de Guzmanla Publicidad, á cargo de M. Rivadeneyra, 1864 |
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abrasa Adonde adora agora agua aire Albayzin Albuñuelas alegre aliento alma Alpujarra amado amor ánimo Apolo aquesta ardiente armada armas Austria bárbaro bella blando bravo brazos canto celestial Chipre cielo corazon cruel cuerpo daño deja dellos derrama desta desto dice dichoso distila divino dolor dulce duro efeto enemigo engaño escuadron escura espada espanto espera Esposa estaba estrellas eterno Famagusta fiero fria fuego fuerte fuerza furia furor galeras gallardo gente gloria golpe gozo grave guerra habia halla hermosa hermosura hijo humilde JOSÉ DE VALDIVIELSO Josef justo levanta llega llena llora lumbre madre Mahoma mano Megera mira morir mortal Mostrando muerte muestra mundo muro Nápoles Neptuno Nicosia Niño noble ojos ondas Órgiva otomano padre paso pecho pena piélago pudo rayos reino Rengo rostro sale sangre santo scita siente soberano soberbio suelo suerte sulcando Talguen tambien tierno tierra triste Tucapel turbado turco ventura viendo viento Virgen vitoria
Popular passages
Page 374 - Al recibirle forma aquel ruido Que el árbol sacudiéndole la hoja; El cuerpo en un instante se remoja, Y esgrime el brazo y músculo fornido, Supliendo con el arte y su destreza El peso que le dio naturaleza.
Page 374 - ... por quien sus tiernos pámpanos prohija, con que lo enlaza, encrespa y ensortija. En corros andan juntas y escondidas las dríadas, oréades, napeas, y otras ignotas mil silvestres deas, de sátiros y faunos perseguidas; en álamos Lampecies convertidas, y en verdes lauros vírgenes Peneas, que son, por conocerse tan hermosas, selváticas, esquivas, desdeñosas.
Page 373 - ... aquí veréis la rosa de encarnado, allí el clavel de púrpura teñido, los turquesados lirios, las violas, jazmines, azucenas, amapolas.
Page vi - Todos esos tres libros — dijo el Cura — son los mejores que, en verso heroico, en lengua castellana están escritos, y pueden competir con los más famosos de Italia; guárdense como las más ricas prendas de poesía que tiene España.
Page 374 - Ay — Fresia le responde — , dueño amado, y como no es de amor perfecto y puro hallarse en el contento tan seguro, sin pena, sin temor y sin cuidado; pues nunca tras el dulce y tierno estado se deja de seguir el agro y duro, ni viene el bien, si vez alguna vino, sin que le ataje el mal en su camino!
Page 378 - Que despidiendo lanzas a la tierra, Maltrata el prado, monte, valle y sierra ; Cuando se ven el mar, el aire, el cielo, Armados del rigor que están lanzando, Y la rasgada nube retronando Escupe fuego vivo contra el suelo ; El pájaro en su nido eriza el pelo, Y todo se acorruca tiritando ; Debajo de sus madres los cabritos Están temblando mudos y marchitos; O -como suelen dos discordes vientos Iguales en las fuerzas encontrarse, Y en una opaca selva contrastarse Con encontrados soplos turbulentos,...
Page 357 - Y con el soplo dél hinchado y lleno, Rompe el naval caballo por la tela ; El aire va sirviéndole de espuela, El sólido timón en vez de freno, Con que fogoso, rápido y lozano Seguramente corre el mar insano.
Page 150 - Oh dulces prendas, por mi mal halladas, dulces y alegres cuando Dios quería ! Juntas estáis en la memoria mía, y con ella en mi muerte conjuradas. ¿Quién me dijera cuando en las pasadas horas en tanto bien por vos me vía, que me habíades de ser en algún día con tan grave dolor representadas?
Page 411 - Por no sufrir el peso de la lanza, un peso para el hombre tan pequeño, sufrís cargar la -leña y aun el leño, que suele ser la parte que os alcanza; ponedme cada peso en su balanza, veréis, si ya no estáis en torpe sueño, qu« al cielo va de leve la primera, y al suelo de pesada la postrera.
Page 365 - A la fazon , que ya por toda parte Viene de monte a monte el raudo rio , Y al blanco amanecer se ven los prados Envueltos en vellones escarchados. Cuando camina todo con su funda Para que el aguacero no lo moje , Y...