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guna hostia se da por más servido, honrado y glorificado que con esta de su Hijo sacramentado. La octava, el amor de Dios, que viniendo á nosotros y entrando en nuestras almas le abrazamos y nos incorporamos en Él y crecemos en caridad. La nona, la sed que debemos tener siempre de aumentar en nosotros la gracia; porque este Sacrameto es fuente de todas las gracias. La décima, el ardor, ansia y suspiro con que el ánima cristiana debe vivir de unirse y juntarse con su Dios; lo cual aquí se hace de la manera que lo deseó Cristo, que cercano á la muerte, acabando de comulgar á los suyos, dijo á su Padre (Ioan., 17): Ruégote, Padre, que éstos que me diste, á los cuales yo me he dado, sean conmigo y contigo una cosa como lo somos tú y yo.

PARA CUANDO SE RECIBE EL SANTÍSIMO SACRAMENTO

§ VIII

A la recepción del Sacramento debe acompañar la humildad del Centurión, que detiene á Cristo diciendo: Domine, non sum dignus ut intres sub tectum meum; pero vista su determinación y voluntad le deja ir y entrar en su posada; la humildad nos vacía de nosotros mismos, y así vacíos nos hace capaces para que todo Dios se entre en nuestra pobre casa y nos llene de bienes; porque á la humildad suele acompañar aquella hambre santa que celebra la Virgen en su cántico: Esurientes implevit bonis, etc. Y para que esta misteriosa religión no sea muda, podrás lo primero orar de esta manera, con San Ambrosio:

Oración.

Pan vivo, Pan santo, Pan hermoso y Pan limpio que descendiste del cielo y das vida al mundo, ven á mi corazón y límpiame de toda inmundicia de carne y de espíritu. Entra en mi alma y sáname interior y exteriormente, y sé mi defensa y salud perpetua. Aparta de mi los enemigos que me ponen asechanzas y me arman lazos para cazarme; vayan lejos de tu presencia, para que, hecho por Ti fuerte de dentro y de fuera, camine derecho á tu santo reino, adonde no ya en misterio como ahora, sino rostro á rostro te tengo de ver y gozar; y entonces Tú serás á todos todas las cosas

y me hartarás de Ti con maravillosa hartura, para que no tenga hambre y sed para siempre sino de Ti, «que hartas á los tuyos y dejas hambrientos á los ricos de este mundo» (1). Amén.

PARA DESPUÉS DE RECIBIDO

§ IX

Lo segundo, podrás meditar así: ¿Quién sois vos, Señor mío, y quién soy yo? y detente en cada palabra, y piénsalas todas y pésalas, que son misteriosas, provocan maravillosamente al conocimiento de Dios y propio. Lo tercero, calla y con sagrado silencio en tu corazón, como en un túmulo pon á tu Señor, y allí á tus solas di: «En mí está, y yo estoy en Él. En silencio y esperanza será mi fortaleza. En paz juntamente dormiré y descansaré. Cuando Dios diere á sus queridos el sueño, se comienza á descubrir y á poseer su heredad» (2). Este es el sueño del Evangelista San Juan sobre el pecho de Cristo, al que tienen respeto los mismos ángeles y á las criaturas todas se manda que no le despierten. Síguese á este silencio una alegría grande del ánima, que no cabe en sí ni sabe cómo pagar tan grande beneficio. Luego se sella el sepulcro para retener á Cristo que no se vaya. Tras de esto se ponen guardas, que son los ejercicios de las virtudes, y especialmente el del amor, guarda fidelísima de tan gran tesoro. Y si siento debilitarse en mí el fervor y debilitarse la vida que aqui recibo ¿qué debo hacer? Comulga muchas veces hasta que sea absorbida la muerte en la victoria. De esta frecuencia diremos en otra ocasión; y ahora cierro este ejercicio con sólo decir que por este Sacramento nos unimos á Cristo, y Cristo á nosotros, y nosotros á nuestros prójimos, y se hace de todos un corazón que nos conceda Jesús hijo de Dios y de María Virgen, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina en los siglos de los siglos. Amén.

(') Esta oración es sólo una parte pequeña de la que principia Summe sacerdos, dividida por la Iglesia para cada día de la semana. Lo traducido por el P. Ángeles se halla en el sábado, pero falta en el original latino lo entrecomado.

(2) Las frases entrecomadas son otros tantos textos de la sagrada Escritura, á saber: San Juan, capitulo 15; Isaías, cap. 30, y Salmos 4 y 126.

Oración para después de haber comulgado.

¡Oh Padre de las misericordias y Dios de toda consolación! aunque conozco y veo la pobreza grande de mi espíritu, y Vos decís por vuestro Profeta (Ps. 15) que ni de mi ni de alguna de vuestras criaturas, ni de nuestros bienes, tenéis necesidad, siento yo acá dentro en lo íntimo de mi corazón un ardiente deseo de daros gloria y honra, si fuese posible, infinita y haceros algún servicio con que quedásedes de mí muy agradado y contento. Pero ¿de dónde? Pobres son para esto los más ricos serafines y todas las celestiales jerarquías; y pobrísimos los moradores de la tierra; y yo más que todos pobre. Pues no es en balde este mi deseo, ni otro que Vos le ha plantado en mis entrañas; por vuestro le reconozco y y por él os adoro y doy alabanzas infinitas. ¡Oh riquezas de los ángeles! ¡oh Verbo divino encarnado, hecho ya mi manjar y comida, unido y abrazado con mi ánima! ¿quién os ha traído á esta pobre y mal aseada choza? ¿quién os encerró en tan estrecho aposento, siendo estrechos los cielos para vuestra grandeza? Hasta ahora me confesaba pobre, y ahora me conozco por el más rico del mundo, porque soy hecho hueso de vuestos huesos y carne de vuestra carne, y un espíritu con Vos, y mi vida no vida á solas de hombre, sino vida de Dios, participada de Vos por esta vuestra dignación. Lleno me tenéis, Señor, de consolación y sóbrame en este punto el gozo, porque tengo lo que deseaba y poseo lo que me faltaba para el cumplimiento de mi deseo. Deseaba, yo, ¡oh Padre eterno! daros gloria infinita, infinita honra, infinito contentamiento y gozo infinito, y ofreceros un sacrificio lleno y cumplido, y que infinitamente os agradase y satisficiese. Aqui le tengo, aunque todas nuestras riquezas corporales y espirituales son vuestras, porque de vuestras manos las recibimos; así me habéis hecho gracia de vuestro Hijo en este divino Sacramento, que sin dejar de ser vuestro es verdaderamente mío, y tan mío, que si ahora os le vuelvo os vuelvo con Él toda vuestra riqueza, toda vuestra gloria, todo vuestro contento y todo vuestro bien. Al fin, ofrezco Dios á Dios, por tan soberana manera, que ni á los mismos ángeles y espíritus bienaventurados les es concedido. Y más digo, Señor, y sea con vuestra licencia, que si como dándome á vuestro Hijo

Sacramentado os quedáis con Él, me le diérais enajenándole de Vos, así os le ofreciera y os le ofrezco, aunque en esta ofrenda me quedara sin Él con mi pobreza antigua, necesidad y mengua, para que Vos tuviérades gloria infinita y eterno gozo que tenéis teniéndome en vuestro seno; porque por ser quien sois merecéis que todas vuestras criaturas os honren y glorifiquen de todas las maneras á ellas posibles, tocando con los deseos á do muchas veces no llegan las fuerzas. Pues, ¡oh Cristo mio, amador y enamorado de las almas! vuélvete á tu Padre, que en sólo su pecho tienes tu cumplida gloria. Y Vos, Padre celestial, recibid este vuestro amantísimo y cordial Hijo, en quien sólo os habéis complacido, que de la manera que os dignásteis de comunicármelo os lo ofrezco en alabanza eterna. Mas ¿qué haré yo sin Ti, Esposo mío? ¿qué tal quedará mi ánima en tu ausencia? ¿cómo podré vivir sin el que esencialmente es vida y fuente de perdurable vida? Pero si el amor te trajo á esta casilla pajiza, deténgate el amor en ella, que aunque se lo ofrezco á tu Padre, no quiero quedar sin Ti, así porque tus deleites son estar con los hijos de los hombres, como porque mi salud y todo mi bien consiste en que Tú no faltes de mi ánima; y también porque estándote conmigo como Dios, no faltes de con tu Padre, con el cual eres una misma cosa. Abracémonos, querido de mi corazón, lo poquito que hubieres de asistir en mi según la carne por medio de estas especies sacramentales, y sea tan estrecho este abrazo, que se cumpla en esta hora lo que en la última de tu vida dijiste: Ruégote, Padre, que sean una cosa conmigo, como Tú y Yo lo somos; y que de hoy más seamos una carne y un espíritu. Al fin, Padre celestial, yo con la humildad y devoción que puedo, y de todo mi corazón, os ofrezco otra y muchas veces á vuestro Hijo, no de balde, sino con el retorno que merece ofrenda tan grande y de tanto gusto para Vos. Por Él os pido lo que Vos queréis que os pida. Pidoos perdón de todos mis pecados, mortificación ó muerte de todas mis pasiones, destierro perpetuo de mi propia voluntad, conformidad con la vuestra, así en las cosas prósperas como en las adversas. Pidoos la humildad, sin la cual nadie os agrada, conocimiento de mi propia miseria, desprecio del mundo, olvido de las injurias, memoria de vuestros beneficios y de la pasión sacratísima

de vuestro Hijo. Pidoos las virtudes todas, y aquellas principalmente que más os agradan, fe grandiosa, esperanza firme, caridad ferviente, paciencia en los trabajos, obediencia á mis mayores, limpieza de alma y cuerpo, pobreza de espíritu, fortaleza para las tentaciones, prudencia para ordenar mi vida y acciones todas, etc. Pidoos, Señor, entendimiento elevado, voluntad ardentísima en vuestro servicio, atención á vuestra habla, corazón recogido y entero y todo para Vos; sea yo desde luego hecho holocausto perfectísimo vuestro, abrasado en el fuego de vuestro infinito amor, para que á Vos solo ame, en Vos solo descanse, por Vos solo suspire y en Vos solo me quiete, centro legítimo y verdadero de mi corazón, que con vuestro cordial y unigénito Hijo

y con el muy Santo Espíritu consolador vivís y reinais en los siglos de los siglos. Amén.

Este mismo servicio se le puede hacer cada día á la Virgen Nuestra Señora, y á otro cualquiera Santo (servatis servandis), porque no se puede ofrecer Cristo en el Sacramento å ningún Santo como sacrificio, pero ofrécesele á Dios para gloria de tal Santo, y ofrecésele por sus manos como más puras y limpias; y ninguna ofrenda se puede hallar con que más nos obliguemos que ésta, que de sí misma tiene ser grata á Dios y de valor infinito. Pero advierto que se requiere para hacerla grande pureza de alma, profunda humildad y corazón inflamado y espíritu muy alto. Dénosle Dios, por su misericordia. Amén.

N. B.-Sigue en el libro el Salterio espiritual, que se imprimió tras los Misterios de la Misa, por ser de edición más antigua.

LIBRO PRIMERO

DEL

VERGEL ESPIRITUAL DEL ÁNIMA RELIGIOSA

QUE DESEA SENTIR EN SÍ Y EN SU CUERPO LOS DOLORES Y PASIONES DE JESÚS Y CONFORMARSE CON ÉL EN VIDA Y EN MUERTE

РОВ

DE LOS ANGELES

FRAY JUAN DE LOS

PREDICADOR GENERAL Y DE LA S. C. R. M. DE LA EMPERATRIZ, confesor,

Y DE LA SERENÍSIMA INFANTA, SU HIJA, Y DEL CONVENTO REAL DE LAS SEÑORAS DESCALZAS EN MADRID, Y PADRE DE LA PROVINCIA DE S. Josef, MENORES DESCALZOS DE LA OBSERVANCIA REGULAR

DIRIGIDO A LA C. R. M. DEL REY DON FELIPE TERCERO

Aflo 1610. En Madrid. En la Imprenta Real. Véndese en casa de Francisco del Val.

N. B.-Tras la hoja de la portada, cuyo reverso está en blanco, se intercala una hoja con un grabado que representa á Jesús adolescente, vestido de túnica ceñida con una cuerda y manto, caminando peregrino por una llanura yerma, en la cual se vislumbra á lo lejos una ciudad fortificada y colinas que han de atravesarse antes de llegar á ella. Mira Jesús hacia el suelo y lleva sobre el hombro izquierdo, como en gavilla, una cruz, un palo con esponja y una lanza; y sobarcado en el brazo derecho un canastillo abierto que contiene azotes, tenazas, clavos y martillos. Al pie del grabado la leyenda: IN LABORIBUS A JUVENTUTE MEA.

APROBACIÓN

Por comisión del Supremo y Real Consejo de Castilla, he visto un libro intitulado Vergel espiritual, que trata de la Pasión de Jesucristo nuestro Señor en general, cuyo autor es el muy docto padre fray Juan de los Ángeles, confesor del Real Monasterio de las Descalzas, que contiene en el original que se me entregó ciento ochenta y cinco hojas, que al fin de la margen de cada plana van rubricadas con mi rúbrica, y es así que yo no he hallado en él cosa ninguna que sea contraria á nuestra santa fe católica ni á las buenas costumbres, antes contiene muy buena doctrina y tantas y tan devotas consideraciones del misterio de la Pasión, que es la mina de la sabiduría cristiana, que no sólo nie parece que se puede imprimir, sino que conviene, por su mucha piedad y erudición, que se imprima. En fe de lo cual di esta firmada en mi nombre. En Madrid 19 de julio de 1609.-El Doctor Molina, Capellán de su Majestad.

LICENCIA

Fray Pedro González de Mendoza, Comisario general y siervo de toda la Orden de nuestro padre San Francisco en la Familia Cismontana, etc., al padre fray Juan de los Ángeles, Padre de nuestra Provincia de San Josef, Descalzos de la regular observancia, y Vicario en nuestro Convento Real de las Descalzas desta villa de Madrid, salud y paz en el Señor.

Por cuanto vuestra Paternidad me ha hecho relación que tiene compuesto un libro intitulado Vergel espiritual de la sagrada Pasión de Cristo nuestro Señor, el cual, por la experiencia que tengo del provecho grande que V. P. ha hecho en los fieles por sus escritos, será de grande utilidad en la república cristiana. Por las presentes concedemos licencia á V. P. para que, habiéndole visto primero y aprobado el padre fray Josef Vázquez, Lector de Teología de nuestro Convento de

San Francisco de Salamanca, le pueda presentar en Consejo é imprimirlo, observando en todo lo que el Santo Concilio de Trento manda y nuestros Estatutos disponen. Dado en nuestro Convento de San Francisco de Madrid á 6 de Junio de 1609.-Fr. Pedro González de Mendoza, Comisario general.

APROBACIÓN

Fray Josef Vázquez, Lector de Teología en el Convento de San Francisco de Salamanca, por comisión de nuestro reverendisimo padre fray Pedro González de Mendoza, Comisario general de la familia Cismontana de nuestro seráfico padre San Francisco, vi, y con mucha atención leí, un libro intitulado Vergel espiritual de la Pasión de Cristo nuestro Redentor, compuesto por el muy reverendo padre fray Juan de los Ángeles, Predicador y Padre de la Provincia de San Josef, Menores de la Observancia regular, ỳ Vicario del Convento Real de las Descalzas de Madrid. Y fuera de que en él no he hallado cosa que contradiga á nuestra santa fe, ni desdiga de la doctrina de los Santos, hallo en él mucha erudición, piedad y devoción singular, con gracioso y levantado estilo, de manera que se descubre bien en él el espíritu y suficiencia del autor, y nos podemos prometer grandes frutos en la Iglesia católica de su lección. Y así me parece que se le debe dar licencia, y aun mandarle que lo imprima y saque á luz con brevedad. En fe de lo cual di esta, firmada de mi nombre, en 31 de Mayo de 1609.Fr. Josef Vázquez.

EL REY

Por cuanto por parte de vos, fray Juan de los Ángeles, de la Orden de San Francisco, Descalzo, Predicador de la Provincia de San Josef y Vicario de nuestro Convento Real de las Descalzas de la villa de Madrid, nos fué fecha relación que vos habíades compuesto un libro intitulado Vergel espiritual, en el cual se trataba de la Pasión de Cristo nuestro Señor, y le habíades compuesto con mucho estudio y trabajo, y nos fué pedido y suplicado os mandásemos dar licencia para le poder imprimir, con privilegio por diez años ó como la nuestra merced fuese; lo cual visto por los del nuestro Consejo, y como por su mandado

se hicieron las diligencias que la premática por Nos ultimamente fecha sobre la impresión de los libros dispone, fué acordado que debíamos mandar dar esta nuestra carta para vos en la dicha razón, y Nos tuvimoslo por bien, por la cual, por os hacer bien y merced, os damos licencia y facultad para que, por tiempo de diez años primeros siguientes, que corran y se cuenten desde el día de la fecha della, vos ó la persona que vuestro poder hubiere, y no otro alguno, podáis imprimir y vender el dicho libro que de suso se hace mención por el original que en nuestro Consejo se vió, que va rubricado y firmado al fin dél de Cristóbal Núñez de León, nuestro escribano de Cámara, de los que en él residen, con que antes que se venda lo traigáis antè ellos juntamente con el dicho original, para que se vea si la dicha impresión está conforme á él, ó traigáis fe en pública forma cómo por corrector por Nos nombrado se vió y corrigió la dicha impresión por su original; y mandamos al impresor que imprimiere dicho libro no imprima el principio y primer pliego, ni entregue más de un solo libro con el original al autor ó persona á cuya costa se imprimiere, y no otro alguno, para efecto de la dicha corrección y tasa, hasta que primero el dicho libro esté corregido y tasado por los del nuestro Consejo; y estando así, y no de otra manera, pueda imprimir el dicho libro, principio y primer pliego, en el cual seguidamente está mi licencia y privilegio, y la aprobación, tasa y erratas, so pena de caer é incurrir en las penas contenidas en la premática y leyes de nuestros reinos que sobre ellos disponen. Y mandamos que durante el tiempo de los dichos diez años persona alguna sin vuestra licencia no le pueda imprimir ni vender, so pena que el que lo imprimiere haya perdido y pierda todos y cualesquier libros, moldes y aparejos que del dicho libro tuviere, y más incurra en pena de cincuenta mil maravedís; la cual dicha pena sea la tercia parte para la nuestra Cámara, y la otra tercia parte para el Juez que lo sentenciare, y la otra tercia parte `para la persona que lo denunciare; y mandamos á los del nuestro Consejo, Presidente y Oidores de las nuestras Audiencias, Alcaldes, Alguaciles de la nuestra Casa y Corte y Chancillerías, y á todos los Corregidores, Asistertes, Gobernadores, Alcaldes mayores y ordinarios, y otros jueces y justicias cualesquier

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