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21 Hunc ergo cum vidisset Petrus, dixit Jesu: Domine hic autem quid?

22 Dicit ei Jesus: Sic eum volo manere donec veniam, quid ad te? tu me sequere.

23 Exiit ergo sermo iste inter fratres quia discipulus ille non moritur. Et non dixit ei Jesus: Non moritur. Sed: Sic eum volo manere donec veniam, quid ad te?

24 Hic est discipulus ille, qui testimonium perhibet de his, et scripsit hæc: et scimus, quia verum est testimonium ejus.

lo', á quien amaba Jesus, y que en la cena estuvo recostado sobre su pecho, y le habia dicho: ¿Señor, quién es el que te entregará?

2 I Y quando Pedro le vió, dixo á Jesus: Señor, y este qué ??

22 Jesus le dixo: Así 3 quiero que él quede hasta que y venga, ¿qué te va á tí? tú sígueme 4.

23 Salió pues esta palabra entre los hermanos, que aquel discípulo no muere 5. Y no le dixo Jesus: No muere; sino: Así quiero que quede hasta que yo venga, A tí qué te vá?

24 Este es aquel discípulo, que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas: y sabemos que su testimonio es verdadero.

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A S. Juan.

2 ¿ Quál será su fin? ¿cómo acaba zá sus dias ?

3 El Griego: ¿år aùtòr Déλw, si quiero que él, &c. Por el texto Griego parece que debe explicarse la Vulgata, conviniendo casi todos los Intérpretes en que se toma sic en vez de sí. En los Códices y manuscritos mas antiguos se lee si como en el Griego.

4 El Señor quiso mortificar la curiosidad de Pedro, y así le dice: ¿Qué te importa saber el fin y paradero de los otros, puesto que ya sabes el tuyo, que es el que te importa? Tú sígueme, y haz lo que te he dicho. No te inquietes por este, porque á tí nada te importa si yo quiero que permanezca asi; esto es, que no muera hasta que yo venga á llevarmelo á mi gloria por medio de una muerte natural. Otros entienden por esta venida la ruina de Jerusalém, que es anunciada en el Evangelio baxo del nom

a Supra XIII. 23.

bre de venida de Christo; Matth. xvi. 28. y xxiv. 29. 30. 34. y en efecto S. Juan no murió sino cerca de treinta años despues de la ruina de Jerusalém.

5 Los discípulos lo entendieron def último dia del mundo, creyéron que no moriria; mas el Santo Evangelista declara, que esta interpretacion no era conforme à las palabras de Jesu-Christo, pues no afirmó que no moriria, sino que dixo condicionalmente: si yo quiero, c.

6 Añade estas palabras concluyendo su Evangelio, para dar mayor autoridad y peso lo que escribia y dice en plural sabemos, ya por modestia, ya tambien citando en confirmacion de las verdades que dexaba escritas, á todos los que habian sido testigos oculares de las acciones de Jesu-Christo, y de todas las circunstancias que quedan referidas en este Libro.

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SOBRE LOS HECHOS

DE LOS APÓSTOLES.

La historia de los Evangelios comprehende la série de lo que Jesu-Christo hizo y padeció por la Redencion del género humano hasta su gloriosa Resurreccion, y Ascension á los Cielos. En los Hechos de los Apóstoles se ve ya cumplida la grande obra de los designios de Dios en el establecimiento de su Iglesia, y de la Ley de gracia, valiéndose para esto de los instrumentos mas débiles y despreciables, que se conocian en el mundo. Nos ofrece una prueba muy sólida de la verdad de nuestra religion, el considerar en los principios á los Apóstoles, su condicion y grosería, su rudeza, sus temores, su inconstancia; mas luego que vino sobre ellos el Espíritu Santo, que les habia sido prometido, los vemos convertidos en otros hombres, que ya no parecen de la tierra, sino venidos del Cielo. Cesan en un punto todas sus dudas y temores, y se ven como embriagados del divino amor: ya no hablan como groseros é ignorantes, sino que resuelven y deciden sin dudar en los puntos mas graves de la religion, apoyando sus decretos con la autoridad de las Escrituras. Hacen frente á los mayores trabajos y peligros: no los acobarda la persecucion, ni el ódio de los Judíos y Gentiles: emprenden la conversion de todo el mundo: se muestran llenos de zelo, comunicando á todos la luz de la verdad que alumbra sus almas, y la llama de amor en que se abrasan sus corazones: combaten los errores de los Gentiles: se entran por las primeras ciudades del mundo; y siendo tan pocos en número, solos, pobres, desvalidos, despreciados y desconocidos, destruyen la idolatría, persuaden á los sabios, abaten el orgullo de los poderosos, y triumphando de todo el poder del infierno, hacen ver en las principales ciudades del mundo, que en medio de los mas altos y profundos conocimientos de la Philosophía de que hacian

alarde, carecian del principal, que era el de un solo y verdadero Dios, é ignoraban la verdad mas importante; esto es, las humillaciones de este Dios, que se habia hecho Hombre para enseñarles otra Philosophía mas elevada, que la suya. Les proponen estas verdades: los convencen, y obligan á abrazarse con la fe de un Dios crucificado, á renunciar al hombre viejo, y á asirse de una esperanza de bienes que no ven, y que se prometen solamente para otra vida que no ha de tener fin. ¿Quién creeria, que una doctrina tan nueva y tan contraria á la corrupcion y máximas, que reynaban entónces en el mundo, le habia de arrastrar todo entero, reduciendo los entendimientos de los hombres á que pusiesen coto á todos sus discursos y razonamientos, para sujetarlos obsequiosamente á la fé que les predicaban? Un designio tan vasto, y su portentosa execucion, que registramos en los rápidos progresos que hizo el Evangelio, es impenetrable á las cortas luces de la razon humana; pero se dexa entender de los que con profunda humildad adoran los secretos de Dios, y las obras de su infinito poder y sabiduría.

Los medios pues de que se valió el Señor para el cumplimiento de sus altos designios en órden á la propagacion de la fé, son los que se comprehenden en esta historia, la qual ofrece una demostracion tan perfecta de la Divinidad, y una prueba tan evidente de la Religion Christiana, que los incrédulos no hallarán en los anales del mundo otro exemplo igual, que le puedan contraponer, ni artificio con que poder eludir su grande fuerza. Toda la antigüedad reconoce á S. Lucas por Autor de esta historia, la que escribió en Griego, y tiene por título: Hechos de los Apóstoles; porque en ella se refieren los de los dos principales S. Pedro y S. Pablo, y se toca sucintamente alguna cosa de los demas; en lo que se contiene la historia de la Iglesia por espacio de treinta años, desde la Ascension del Salvador á los Cielos hasta que S. Pablo salió de la prision en Roma, y fué el noveno del imperio de Nerón. No se cuenta en ellos por menor lo que hicieron los otros en todas las partes del mundo; mas se encuentra, como en compendio, lo que practicáron en todos aquellos lugares en donde predicáron el Evangelio. Derribáron la idolatría: aboliéron las supersticiones de los pueblos confundiéron las vanas sutilezas de los sabios del siglo y contra todos los esfuerzos de la Synagoga y del Paganismo, hicieron que triumphase por todas partes la Cruz de Jesu-Christo. Y siendo el principal designio de Dios conducirnos por la luz de la fé, en cuyo obsequio debemos cautivar nuestros entendimientos; tenemos en lo escrito lo suficiente para

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dar fomento á nuestra piedad. Fuera de que no es tanto el deseo de nuestra santificacion, quanto curiosidad, la que nos hace desear la noticia de aquellos hechos, que no ha querido el Señor que se supiesen. Pero al mismo tiempo dispuso su sábia Providencia, que pudiesemos registrar en este Libro la caridad fervorosa de aquellos primeros fieles, la santidad de su vida, su asistencia continua á la oracion, el amor á la pobreel desprecio de los bienes de la tierra, y por úlimo la práctica de todas las virtudes christianas, y el desempeño cabal y perfecto de las obligaciones, que se contrahen en el Bautismo; para que en vista de todo ello, y con la consideracion de que estamos obligados á la misma santidad y pureza de vida, condenemos y lloremos en nosotros la tibieza en que vivimos, viéndonos tan distantes de la perfeccion, que practicaban los primeros profesores del Christianismo. Y este es el principal designio, que Dios ha tenido en lo que nos queda escrito. El Señor, que por su infinita bondad y misericordia se ha dignado llamarnos de las tinieblas á su admirable luz ' nos la comunique para sabernos aprovechar de los portentosos exemplos, y de la pureza de doctrina, que se nos proponen en esta historia.

La Iglesia ha reconocido en todos tiempos este Libro por Canónico y Divino, y por ser de tanta edificacion, dice S. A gustin, lo ha acostumbrado á leer á los fieles en sus Sagrados Congresos todos los años, dando principio despues de la fiesta de la Pascua; y todavía se practica, porque se considera esta preciosa historia como una continuacion del Evangelio; pues si en este se nos describe el grano de trigo arrojado á la tierra, y sembrado en el campo; el Libro de los Hechos de los Apóstoles nos lo representa y da á conocer, como que nace, crece, y produce colmadamente su fruto.

I 1. Petr. II. 9. 2 In Joann. Tract. vI. num. 18.

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