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otras diez tribus volviesen juntos con los Judios, y se agregasen á la casa y reino de Judá. Y si nada de esto cuadra, como es cierto que nada cuadra, por confesion inevitable de los mismos doctores, pues lo contradice manifiestamente la historia sagrada y todo el contesto de la profecía: si nada de esto cuadra, significa, en sentido alegórico especialmente intentado por el Espíritu Santo, que Judá é Israél, esto es, los Judios y los Gentiles se unirian en una misma Iglesia bajo un mismo rey, hijo de David, el cual reinaria sobre todos ellos por la fe de los creyentes. Este es en breve todo el misterio general de la profecía, ó á esto se reduce toda la esplicacion. Las demás cosas particulares que se leen en ella, y que destruyen visiblemente aquellas generalidades, no merecen especial atencion, ni es bien perder el tiempo en cosas de tan poco interés. Volved, señor, á leer la profecía, y estudiadla con mayor cuidado principalmente desde el versículo 15.

REFLEXIONES.

PARRAFO II.

219. El exámen prolijo, y la impugnacion formal de esta especie de esplicacion que acabámos de oir, seria cuando menos uu trabajo inútil. Despues de leida y considerada la profecía toda con verdad y con sencillez de corazon, ¿qué necesidad tenemos de otro exámen, ni de otra impugnacion? La profecía misma no solo habla, sino que espresa al mismo tiempo el sentido en que habla: propone enigmas, y al punto los resuelve: usa de metáforas, y las esplica. Con esta esplicacion abre un camino recto, fácil y llano; y con ella misma cierra todo otro camino ó senda diversa, que pudiera tomarse, No deja arbitrio, ni esperanza por ninguno de los treinta y dos rumbos: ó habeis de pasar por el camino que halláis abierto; ó habeis de volveros á vuestra casa renunciando el empeño inútil de esplicar la profecía de otra manera diversa, de la que ella se esplica á sí misma.

220. La prueba mas sensible de esta verdad, es el ningun efecto sensible de estas diligencias, practicadas por los mayores ingenios para abrirse otro camino diverso, no queriendo entrar por este que les parece impracticable: y cierto que lo es en su sistema. Este ningun fruto de tantas diligencias habla todavia mas claro y en voz mas alta y mas sonora, en favor de la verdad de Dios: confirmando prácticamente aquella sentencia divina: ¿Puede por ventura compararse con Dios un hombre, aun cuando fuese de una ciencia perfecta*? El ingenio humano limitado y pobre ¿ podrá jamas prevalecer contra la sabiduría divina? Para hacer esto un poco mas sensible, hagamos algunas pocas y breves reflexiones.

PRIMERA REFLEXION.

221. La resurreccion de la carne es una verdad, y una de las verdades ó artículos de fe esenciales y fundamentales del Cristianismo. Esta verdad está tan sólidamente asegurada en todas las Escrituras del antiguo y nuevo Testamento, que mas parece una verdadera injusticia, que un servicio real, querer asegurarla con puntales postizos y debilísimos en sí: Pues si no hay resurreccion de muertos, dice S. Pablo, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, luego vana nuestra predicacion, y tambien es vana vuestra fe: Y somos asimismo hallados por falsos testigos de Dios: porque dimos testimonio contra Dios diciendo, que resucitó á Cristo, al cual no resucitó, si los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es vuestra fe, porque aun estais en vuestros pecados. Y por consiguiente tambien los que durmieron en Cristo han perecido. La profecía que aora consideramos, no se

Nunquid Deo potest comparari homo, etiam cùm perfectæ fuerit scientiæ ?-Job xxii, 2.

↑ Si autem resurrectio mortuorum non est: neque Christus resurrexit. Si autem Christus non resurrexit, inanis est ergo prædicatio nostra, inanis est et fides vestra: Invenimur autem et falsi

endereza de modo alguno, por confesion de los mismos doctores, á la resurreccion de los muertos: es una pura metáfora, que tiene por objeto real otro misterio muy diverso del cual se habla por semejanza, no por propiedad. Este misterio particular se señala y se esplica claramente en la misma profecía; así, debia considerarse este misterio de propósito, y á fondo, sin divertirse tanto á aquellas otras cosas, de las que se traen estas semejanzas, no propieda des. Debia examinarse en primer lugar, ¿qué misterio es este tan grande, á quien pueda competer con toda propiedad, segun las Escrituras, una metáfora tan nueva, y tan magnífica, de que el mismo Dios se sirve para anunciarlo? Debia examinarse en segundo lugar, de qué tiempos se babla aquí, si ya pasados, ó todavia futuros? Ambas cosas debian estudiarse en la misma profecía, atendiendo á todo su contesto, y á todas sus espresiones y esplicaciones, sin omitir alguna atendiendo del mismo modo á todo lo que precede en los tres capítulos antecedentes, y á todo lo que se sigue en los once siguientes. Por todo lo cual se ve tan claro, así el misterio, como el tiempo, que su misma claridad parece que ha hecho cerrar los ojos, ó volverlos ácia otra parte.

SEGUNDA REFLEXION.

222. La metáfora de los huesos, en mas gran número sobre la haz del campo, y secos en estremo, los cuales á la voz de Dios se unen entre sí, se cubren de nérvios, de carne y piel, y reciben de nuevo el espíritu de vida, &c., no tiene alguna significacion arbitraria, que se haya dejado á nuestro ingenio, ni es algun enigma oscuro, de que se nos pida la solucion. El mismo Espíritu de verdad que

testes Dei: quoniam testimonium diximus adversùs Deum, quòd suscitaverit Christum, quem non suscitavit, si mortui non resurgunt. Nam si mortui non resurgunt, neque Christus resurrexit. Quòd si Christus non resurrexit, vana est fides vestra, adhuc enim estis in peccatis vestris. Ergo et qui dormierunt in Christo, perierunt.— I ad Cor. xv, à 13 usque ad 18.

usa de la metáfora, esplica al mismo tiempo lo que por ella debemos entender: todos estos huesos (dice), la casa de Israél es: todos estos buesos, sin esceptuar alguno, son los miserables hijos de Israél: ellos dicen: secáronse nuestros huesos, y pereció nuestra esperanza, y hemos sido cortados. ¿Quiénes dicen esto: los mismos huesos áridos y secos, ó los significados por esta similitud? Si son los huesos mismos, luego estos huesos tenian otros huesos propios suyos de que se componian; pues sin esto no pudieran decir: secáronse nuestros huesos. Si son los significados por ellos, luego á estos se debe convertir toda la atencion, no á la similitud de que se usa: y ya que se atiende á la similitud, y que esta atencion no se reprueba, no por eso debe desatenderse tambien el asunto principal, á donde se endereza la similitud.

TERCERA REFLEXION.

223. Los tiempos de que habla esta profecía, no pueden ser los de la cautividad de Babilonia, y vuelta á Jerusalén. El testo mismo y todo el contesto, y la grandeza de las metáforas, &c., no solo repugnan esta inteligencia, sino que la contradicen formalmente, casi á cada palabra: mas desde el versículo 15 hasta el fin. Esta parece la verdadera razon por qué los intérpretes apenas tocan ligeramente y como de muy lejos, esta segunda parte de la profecía; y algunos, aun de los mas difusos, la omiten toda. Cierto que no habia necesidad de tanta prisa, si nada hubiera que temer.

CUARTA REFLEXION.

224. Los huesos áridos y secos, y secos en estremo, de que se ve lleno el campo, nos dicen los doctores que no significan otra cosa en sentido literal, que los Judios cautivos en Babilonia: y los mismos huesos unidos entre sí: cada uno á su coyuntura, que despues de vestidos de nérvios, carne y piel, reciben de nuevo el espíritu de vida, &c. tampoco significan otra cosa, en el mismo sentido literal,

que los mismos Judios que salen de Babilonia y vuelven á su pátria. De aquí se sigue, digo yo, una consecuencia algo dura; pero justísima é innegable: es á saber, que aun despues de verificada la salida de Babilonia, y vuelta de los cautivos á su pátria, el campo dicho queda todavia lleno de huesos, en mas gran número... y secos en estremo, casi tanto como lo estaban antes de este suceso. ¿ Por qué? Porque sabemos de cierto que los cautivos, que, sin dejar de serlo, salieron de Babilonia y volvieron á su pátria fueron como cuatro, respecto de mil: fueron poquísimos, respecto de los que no volvieron: y esto, no solamente comparados con toda la casa de Jacob, ó con todas sus doce tribus, de que habla manifiestamente la profecía, diciendo: todos estos huesos, la casa de Israél es: sino aun respecto de sola la casa de Judá, ó de los Judios propiamente dichos, que eran los propios cautivos de Babilonia. Esta casa de Judá aunque solo se componia de dos tribus, Judá y Benjamín, y del necesario sacerdocio, perteneciente á la tribu de Leví, no era tan pequeña, que no contase algunos millones de individuos. El número preciso yo no lo sé: mas se puede facilmente computar por lo que se dice en el libro segundo del Paralipomenon, capítulo xvii; esto es, que en tiempo de Josafat, tenia este rey, bajo cinco capitanes generales, un millon, ciento y setenta mil soldados, fuera de otros muchísimos que guardaban los presidios ó plazas fuertes: Todos estos estaban prontos á las órdenes del rey, sin contar otros, que habia puesto en las ciudades muradas, por todo Judá*. El número de individuos entre hombres, mugeres y niños que resultare del cómputo, se puede comparar con el número de individuos entre hombres, mugeres y niños que salieron de Babilonia, y volvieron á la Judea: los cuales como se dice en el libro primero de Esdras, capítulo segundo, solo llegaron á cuarenta y dos mil. Luego estos que volvieron á su pátria, aun hablando solamente de la casa de Judá, fueron

Hi omnes erant ad manum regis, exceptis aliis, quos posuerat in urbibus muratis, in universo Juda. -2 Paralip. xvii, 19.

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