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una parte pequeñísima, respecto de los que no volvieron. ¿Qué seria si se hablara como debe hablarse de toda la casa de Jacob? Todos estos huesos la casa de Israél es. Luego si los huesos áridos, que se visten de nérvios, carne y piel, y reviven, son los que salen de Babilonia y vuelven á su pátria, como pretenden los doctores; los que no salen de Babilonia, ó del lugar de su destierro, ni vuelven á su pátria, deberán quedar en el estado y condicion de huesos áridos y secos. Luego siendo estos, poco mas ó menos, como mil, respecto de cuatro (ó si se quiere de cuarenta) el campo que vió Ezequiel quedó necesariamente casi tan lleno de huesos áridos y secos, como estaba antes. Luego cuando el Profeta les dice á todos los huesos en general: Huesos secos, oid la palabra del Señor. Esto dice el Señor Dios á estos huesos: He aquí yo haré entrar en vosotros espíritu, y vivireis... solo se habla con un puñado de aquellos huesos, no con todos: solo un puñado de ellos volvió á su pátria, quedando la mayor y máxima parte, no solo de la casa de Jacob, sino tambien de la casa de Judá, en su destierro. A todo esto se debe añadir, lo que añade el Profeta (ver. 10) hablando de todos los huesos: en mas gran número sobre la haz del campo. Es á saber, que despues de vestidos de nérvios, carne y piel, entró en ellos espíritu, y vivieron: y se levantaron sobre sus pies un egército numeroso en estremo. Cuarenta y dos mil personas entre hombres, mugeres, niños, hablando de una nacion, que se componia de muchos millones, ¿ me

con alguna propiedad el nombre de un egército numeroso en estremo? Consideradlo bien: y esto solo, aun prescindiendo de otros mil embarazos, os hará entrar cuando menos en grandes sospechas. No me detengo mas en esta reflexion, porque espero tratar este punto capital, mas de propósito y mas á fondo en el fenómeno séptimo: por aora al buen entendedor pocas palabras.

QUINTA Y ULTIMA REFLEXION.

225. O se cree que la profecía mira directamente, en

sentido literal, á la vuelta de Babilonia, ó no se cree. Si lo primero: ¿por qué no se esplica toda seguidamente, en este sentido que llaman literal? ¿Por qué no se lleva adelante esta idea hasta hacerla reposar en su fin? ¿Acaso porque esta es una empresa imposible? Luego esta misma imposibilidad debia mirarse como una prueba real y demostrativa, de que el sentido no es bueno, ni la idea justa. Si lo segundo: ¿con qué razon, ó con qué equidad se insinúa, mas suponiendo que probando, que este es el sentido literal de la profecía? ¿Como es posible que el sentido literal: esto es, el verdadero sentido de una profecía, en que habla el espíritu de verdad, aunque lo repugne, ó lo contradiga casi á cada palabra, la misma profecía? Luego, ó el misterio de que habla es otro muy diverso, ó no habla en ella el espíritu de verdad: sino que se lo forjó el Profeta por orgullo de su corazon*.

226. Lo que decimos del sentido literal que se pretende ó se insinúa, ó se tira á suponer, decimos del mismo modo del sentido alegórico, con que se procuran llenar los infinitos vacios que deja necesariamente el que llaman literal. Si el sentido alegórico es aquí el especialmente intentado por el Espíritu Santo, esplíquese la profecía en este sentido: mas esplíquese toda seguidamente, atendiendo á todo y dando razon de todo: á lo menos llénense bien con este sentido alegórico todos los vacios que dejó el sentido literal. Si ni aun esto se puede (como es cierto que no se puede, pues si se pudiera, no es creible que no se hubiera hecho) se podrá conseguir el intento en el sentido misto. Acaso me preguntareis con admiracion, qué quiere decir sentido misto: y yo os respondo, que no lo sé sino por la práctica: es decir, porque veo que se hace de él un gran uso en ciertos asuntos. Es verdad que no se hallan en la lista de los diversos sentidos que se asientan para la inteligencia de las Escrituras. Estos son cuatro principales, y dos menos principales. El primero de los

22.

Sed per tumorem animi sui propheta confinxit. - Deut. xviii,

cuatro principales es el literal: esto es, el verdadero, á que se debe atender ante todo; pues solo este puede fundar una verdad, y establecer un dogma. El segundo es el alegórico esto es, el figurado; porque alegoría y figura significan una misma cosa. El tercero es el anagógico, que mas pertenece al cielo, que a la tierra. El cuarto es el tropológico ó moral, por las buenas y exelentes doctrinas, que se pueden sacar de todas las Escrituras, para arreglar nuestras costumbres y santificar nuestra vida. Los dos menos principales son el espiritual ó místico, y el acomodaticio. Este último no ignorais lo que significa: esto es, acomodar á Pedro lo que realmente no es de Pedro, sino de Pablo.

227. Fuera de estos seis sentidos, queda todavia otro no despreciable; el cual, aunque no se nombra, no por eso deja de usarse en las ocasiones, como que es el mas cómodo de todos: este es el que yo llamo sentido misto, que á todos los comprende, y de todos se sirve. ¿Qué mayor comodidad, que poder entender una misma profecía, que destruye enteramente mi sistema, parte en un sentido, parte en otro, parte en cinco ó seis al mismo tiempo? No obstante esta gran comodidad, que es fácil concebir en el sentido misto, yo me atrevo á decir, que para entender esta profecía de que hablamos, y otras muy semejantes, no bastan todos los sentidos (ni todos los ingenios) juntos y unidos entre sí. Parece necesario, demas de esto, echar mano del último recurso, fácil é indefectible sobre todos; parece, digo, necesario é inevitable omitir y pasar por alto muchísimas cosas, que resisten invenciblemente á todos los sentidos, y son aquellas puntualmente que son inacordables con el sistema. Por ejemplo: estas desde el ver. 21. He aquí yo tomaré á los hijos de Israel de enmedio de las naciones, á donde fueron: y los recogeré de todas partes, y los conduciré á su tierra. Y los haré una nacion sola en la tierra en los montes de Israél, y será solo un rey que los mande á todos: ... Y mi siervo David será rey sobre ellos, y uno solo será el pastor de todos ellos: en mis juicios an

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darán, y guardarán, y cumplirán mis mandamientos . Y David mi siervo será príncipe de ellos perpetuamente. Y haré con ellos alianza de paz, alianza eterna tendrán ellos Yestará mi tabernáculo entre ellos: y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y sabrán las gentes que yo soy el Señor, el santificador de Israel, cuando estuviere mi santificacion en medio de ellos perpetuamente*.

228. De estas pocas reflexiones que acabamos de hacer, y de muchísimas otras que puede hacer cualquiera con gran facilidad, la conclusion sea: que si la profecía de que hablamos (lo mismo digo de cualquiera otras) no puede entenderse seguidamente en este sentido, ni en el otro, ni en todos juntos; la deberémos entender en aquel sentido único, obvio, natural y sencillo, que muestra la misma profecía, repugne 6 no repugne á nuestras miserables ideas. Si Dios ha hablado, él lo hará aunque á nosotros nos parezca díficil ó imposible. Dijo pues, y no lo hará? ¿Habló, y no lo cumplirá+? ¿Para qué, pues, nos cansamos inútilmente en buscar otros caminos dificiles é impracticables, cuando tenemos este fácil, llano y seguro? ¿Acaso porque no pueden pasar por este camino ciertas ideas? Luego esta es una prueba evidente, no de que el camino no sea bueno, sino de que estas ideas no son buenas, sino de contrabando, pues no pueden pasar seguramente por el camino real. Y si son de contrabando, luego las deberémos dejar, obedeciéndo fielmente á las órdenes del rey supremo, y cautivando nuestro entendimiento en obsequio de la fe. Con esto solo, ya nada tenemos que temer; el camino queda fácil, llano y seguro; y la profecía que se imaginaba tan obscura, se ve al punto llena de claridad, y se entiende toda entera, desde la primera hasta la última palabra.

229. No puedo detenerme mas en este punto particular,

* Ezech. xxxvii, 21, 22, 24 usque ad 28. Vide fol. 143.

¿Dixit ergo, et non faciet? Locutus est, et non implebit? – Núm. xxiii, 19.

mas.

porque me llaman con gran instancia otros muchos de igual ó mayor importancia, que tienen con este una gran relacion, y que por consiguiente deben aclararlo y fortificarlo Todos ellos pertenecen y se encaminan directa é inmediatamente á un mismo asunto principal: esto es, á la consumacion del gran misterio de Dios, que encierran en sí las santas Escrituras, ó á la revelacion de nuestro Señor Jesucristo, ó á su venida segunda en gloria y magestad, que todos creemos y esperamos.

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