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cuyo escritor fuese llamado por el Espíritu santo, de otra nacion ó pueblo, que del pueblo de Israél, y casa de Jacob.

TERCERA VERDAD.

260. Pudo muy bien el Señor, si así lo hubiera querido, conservar y perpetuar en Jerusalén la primacía, la córte, el asiento, la sede apostólica, ó centro de la unidad de toda la Iglesia de Cristo; y además de esto, la autoridad, y potestad suprema en solos los Judios, disponiendo que estos solos fuesen los sucesores de S. Pedro, y heredasen todas sus preeminencias y prerogativas. Tal vez hubiera sido así, si Jerusalén y Judéa, ó los Judios en general, hubiesen oido á los apóstoles, y hubieran recibido y no rechazado la palabra de Dios. Si acaso os parece esto muy embarazoso, y por eso muy dificil ó muy duro de creer, podeis considerar, que esto mismo, á proporcion, lo pudo hacer en Roma, cabeza entónces del mayor imperio que ha habido en el mundo Esto mismo, á proporcion, lo pudo hacer entre las gentes idólatras de profesion que no lo conocian, y á quienes no tenia obligacion alguna, ni por ellas, ni por la justicia de sus padres. Esto mismo, á proporcion, lo pudo hacer tambien, á pesar de la potencia y empeño de los Césares, á pesar de la repugnancia y oposicion del senado y pueblo romano, á pesar de las amenazas, de los terrores, de los tormentos, de las cruces y de los rios de sangre cristiana que inundaron á Roma. Lo pudo hacer, y lo hizo, y se salió con ello.

CUARTA VERDAD,

261. En caso (no imposible ni dificil) de quedar en Jerusalén, y en solos los Judios, la sede apostólica, ó el centro de unidad de toda la Iglesia de Crísto, esta hubiera sido tan católica, tan universal, como lo es aora sin diferencia alguna; pues antes que S. Pedro tuviese orden de pasarse á Roma y poner en ella su silla (y tal vez antes de saberse ó entenderse con ideas claras todo el gran

misterio de la vocacion de las gentes) ya se habia definído esta verdad en Jerusalén, y se habia puesto en el símbolo público de fe; porque ninguno ignoraba el mandato espreso del Señor, que dijo á todos antes de subir al cielo: Id por todo el mundo, y predicad el Evangelio á toda criatura. El que creyere y fuére bautizado será salvo: &c.*

QUINTA VERDAD.

262. Queriendo Dios castigar á Jerusalén y á los Judios con el último y mayor castigo, entre tantos que le estaban anunciados, no solamente por haber reprobado y crucificado á su Mesías (que este sumo delito se les hubiera perdonado, si hubieran creido á los apóstoles de Cristo) sino tambien por haberse obstinado en su incredulidad: por haberse escusado con tanta incivilidad y descortesia de asistir á aquella gran cena, á que ellos fueron los primeros convidados: y á mas de esto, por la oposicion que hacian á la predicacion del evangelio, procurando con sumo empeño que ninguno asistiese á dicha cena, con tanto deshonor y afrenta del buen padre de familias: por estos y otros gravísimos delitos de que estaba llena Jerusalén, Sión, y generalmente hablando, toda la casa de Jacob: llegó finalmente el caso de poner en ejecucion aquella sentencia terrible que ya estaba anunciada en el Evangelio. Os digo, que ninguno de aquellos hombres que fuéron llamados, gustará mi cena†: y aquella otra un poco mas amarga por mas espresiva y mas clara: Por tanto os digo, que quitado os será el reino de Dios, y será dado á un pueblo que haga los frutos de él.

263. Para dar lugar á la ejecucion de esta sentencia, y juntamente para hacer con las gentes una suma é inestima

Euntes in mundum universum, prædicate Evangelium omni creaturæ. Qui crediderit, et baptizatus fuerit, salvus erit: &c. -Marc. xvi, 15, et 16.

↑ Dico autem vobis, quòd nemo virorum illorum, qui vocati sunt, gustabit cœnam meam. — -Luc. xiv, 24.

ble misericordia, lo primero que hizo el Señor fué sacar de Jerusalén el candelero, y la antorcha grande y primitiva que habia puesto en él: sacar, digo, de Jerusalén á su vicario, sacar la sede apostólica, sacar el centro de unidad de la verdadera Iglesia cristiana, y pasarlo todo á Roma, para mayor bien y comodidad de las gentes llamadas en lugar de Israél: determinando, á lo menos tácitamente, que en adelante las gentes mismas sucediesen á S. Pedro, así como á los otros apóstoles, y que los hijos del reino fnesen desheredados y arrojados hasta su tiempo á las tinieblas esteriores : os digo, que vendrán muchos de Oriente y de Occidente, y se sentarán con Abrahán, y Isaac, y Jacob en el reino de los cielos: Mas los hijos del reino serán echados en las tinieblas esteriores*. Y para quitar á estos hijos del reino toda ocasion de disputa, y dejarlos enteramente en la calle, segun les estaba anunciado, lo segundo que hizo el Señor fué, enviar contra ellos sus egércitos, y destruir entera. mente su templo y su ciudad: lo cual se cjecutó por medio de Vespasiano, y Tito, y se completó enteramente por medio de Adriano; verificándose con toda plenitud aquella otra profecía del mismo Señor: habrá grande apretura sobre la tierra, é íra para este pueblo. Y caerán á filo de espada: y serán llevados en cautiverio á todas las naciones, y Jerusalén será hollada de los Gentiles: hasta que se cumplan los tiempos de las naciones‡.

264. Supuesta la buena inteligencia de estos cinco puntos, y en la buena fe de no hallarse en ellos cosa alguna que no sea verdad, segun las Escrituras, vuelvo aora á mi consulta: cuando Dios. por justísimas causas abandonó á

Dico autem vobis, quod multi ab Oriente, et Occidente venient, et recumbent cum Abraham, et Isaac, et Jacob in regno cœlorum : Filii autem regni ejicientur in tenebras exteriores. Mat. viii, 11, 12. + Et missis exercitibus suis, perdidit homicidas illos, et civitatem illorum succendit.Id. xxii, 7.

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Erit enim pressura magna super terram, et ira populo huic. Et cadent in ore gladii: et captivi ducentur in omnes gentes, et Jerusalem calcabitur à gentibus: donec impleantur tempora nationum. Luc. ii, 10, 23, 24.

Jerusalén, y pasó á Roma la corte ó el centro de su Iglesia, ¿se ató acaso las manos tan del todo, que ya no pueda trocar estas suertes sin negarse á sí mismo: y esto en ningun tiempo, en ningun caso y por ningun motivo? Pudo Dios, sin negarse á sí mismo, sacar de Jerusalén no solo la candela, sino tambien el candelero, y ponerlo en Roma; y ya no podrá, sin negarse á sí mismo, en ningun tiempo, en ningun caso y por ningun motivo sacarlo de Roma y volverlo á Jerusalén? ¿ Pudo quitar á los Judios la administracion de la viña, ó lo que es lo mismo, el reino de Dios activo, y darlo á las gentes, por las razones que se apuntan en la parábola de la viña*; y ya no podrá por las mismas razones, ó por otras semejantes ó mayores, quitarlo á las gentes y volverlo á dar á los Judios? ¿ Pudo cortar á la buena oliva sus ramas propias y naturales, é ingerir en lugar de estas, contra la naturaleza, otras ramas estrañas y silvestres, y ya no podrá en ningun tiempo, ni por ningun motivo (aun cuando los ingertos se hayan viciado por la mayor y máxima parte) no podrá, digo, cortar estos, y volver á ingerir aquellas, segun la naturaleza?

265. Hágome cargo del embarazo mas que ordinario que os podrá ocasionar esta consulta. La respuesta á primera vista fácil y llana, no lo es tanto, que no necesite de algun estudio. Fuera de los doctores ordinarios que podeis consultar á vuestro gusto, creo que os dará grandes luces un antiquísimo y célebre doctor, seguido de todos los católicos,

y de todas las escuelas de teología, sin escepcion alguna, que trata este mismo punto plenamente y á fondo. Yo hallo entre sus escritos un discurso admirable, dirigido inmediatamente á las gentes cristianas, tan claro, tan circunstanciado, tan sólidamente fundado, que nada queda que desear á quien busca la pura verdad, y á quien, ó sea dulce ó amarga, en ella descansa. Por tanto, dignaos, amigo, de leer este discurso con paciencia, y consideradlo con atencion. Si os pareciere algo difuso, y como una molesta di

* Mat. xxi, 33.

gresion, ofreced á Dios vuestro trabajo, esperando de fruto abundantísimo. Mirad como el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta recibir la lluvia temprana, y tardía*. Como de estos discursos habreis leido infinitamente mas difusos y de ninguna utilidad.

PARRAFO VI.

DISCURSO A LAS GENTES CRISTIANAS DE UN DOCTOR
ANTIGUO Y CELEBRE.

PARTE PRIMERA.

266. "Se piensa comunmente entre los Cristianos, que el Dios de Abrahán, de Isaac y Jacob, el cual agradóse tanto en la inocencia y justicia de estos tres patriarcas, que quiso ser llamado eternamente con este nombre, diciendo: Este es mi nombre para siempre, y este es mi memorial por generacion y generacion+: que este Dios infinitamente veraz y fiel en todas sus palabras, ha abandonado eternamente la descendencia de estos justos. Se piensa que la arrojó de sí para siempre, por aquel gran delito que cometieron cuando clamaron; Crucificale, crucificale... Sobre nosotros, y sobre nuestros hijos sea su sangre‡. Se piensa que este delito es irremisible; sin que pueda valerles el castigo y penitencia durísima de tantos siglos, ni aun aquella misma sangre de infinito valor que ellos derramaron, sin saber lo que hacian. Se piensa, que este Dios grande é infinito, cuyos juicios aunque inescrutables (sin embargo son), verdaderos justos en sí mismos§, no tiene ya algunos designios, dignos de su grandeza, sobre estos

Ecce agricola expectat pretiosum fructum terræ, patienter ferens, donec accipiat temporaneum, et serotinum.-Jacob. v, 7. + Hoc nomen mihi est in æternum, et hoc memoriale meum in generationem et generationem.-Ex. iii, 15.

Crucifige, crucifige eum... Sanguis ejus super nos, et super filios
Luc. xxiii, 21; et Mat. xxvii, 25.

nostros.

§ (Sunt tamen) vera, justificata in semetipsa. - Ps. xviii, 10.

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