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vientre. Pero se engaña el infeliz, y su mismo furor apaga ú oscurece la luz de su razon. La muger que voy á perseguir (debia decirse á sí mismo) no es ya la que era: no es aquella antigua, sino otra muy nueva: se ha renovado y mudado del todo, principalmente despues del parto: por la sangre del Cordero, y por la palabra de su testimonio: ya tiene de su parte al Omnipotente, y á su lado á su príncipe Miguel. ¿Qué podré yo hacer contra ella, que no recaiga sobre mi? Acercarme á ella personalmente, no es posible, sin trabar otra nueva batalla con su príncipe y protector, para lo cual ya no hay caudal ni fuerzas, aunque sobre rabia y furor. Esta breve y fácil reflexion debiera contener al astuto dragon, y hacerlo desistir de una empresa, no menos peligrosa que inútil; mas el orgullo y la cólera son siempre muy malos consejeros. Resuelto, pues, á perseguirla á todo trance, y conociendo bien que por sí mismo nada puede, vuelve á vestirse de aquellas armas con que apareció vestido antes del parto de la muger, á fin de tragarse al hijo, luego que ella le hubiese parido: vuelve, digo, á animar de nuevo sus siete cabezas y diez cuernos (todavia no unidos perfectamente en un solo cuerpo moral; pero ya bien dispuestos á esta union): vuelve a tocar al arma en toda la tierra con mayor prisa y empeño, contra la terrible muger, cuyo parto inopinado lo ha reducido á tantas angustias: Y cuando el dragon vió, que habia sido derribado en tierra, persiguió á la muger, que parió el hijo varon.

107. Bien pudiera Dios, solo con quererlo, defender á la muger por otra via mas corta, de las máquinas del dragon, y hacer inútiles todos sus conatos: así como pudo defender á su propio Hijo de las asechanzas de Herodes, sin enviarlo desterrado á Egipto. Mas el altísimo y sumo Dios, que no solo es omnipotente, sino tambien sábio y prudente, con aquella su infinita sabiduría que alcanza de fin á fin con fortaleza, y todo lo dispone con suavidad*,

* Attingit ergo à fine usque ad finem fortiter, et disponit omnia suaviter. Sap. viii, 1.

observará entónces con la muger perseguida la misma conducta suave y fuerte, que observó en otros tiempos con el perseguido infante: el Rey de los Judios que ha nacido*. Cuando Herodes, turbado con la gran novedad, que llevaron les Magos á Jerusalén, diciendo: ¿ Donde está el Rey de los Judios, que ha nacido†? determinó buscarlo y sofocarlo en la cuna, dispuso su divino Padre que huyese á Egipto, y allí se estuviese oculto hasta su tiempo, para cuya huida le dió dos alas como de águila grande, proporcionadas al estado de infancia en que actualmente estaba: es á saber, á su misma Madre santísima, y á S. José. Estas dos alas lo condujeron en sumo silencio, y con una suavidad admirable al lugar que Dios le tenia preparado, y allí lo ocultaron de Herodes todo el tiempo que duró su destierro, hasta que difunto Herodes, se les dió órden de volver á la tierra de Israél, donde ya no habia por entonces perseguidores: porque muertos son, los que querian matar al niño‡.

108. De este modo mismo, cuando la muger de que vamos hablando, en los dias de su mocedad §, se vió tan cruelmente perseguida del rey de Egipto, y buscada de tantos modos para la muerte, dispuso y ordenó esta misma prudentísima sabiduría, suave y fuerte, que la joven muger saliese luego de Egipto, y huyese á los desiertos de Arábia, para lo que le dió tambien dos álas como de águila grande; esto es, dos grandes y célebres conductores, Moises, y Aaron, que con prodigios inauditos la condujeron al desierto, y allí la sustentaron con el pasto conveniente todo el tiempo de su peregrinacion. Con sola la memoria de este gran suceso se hace luego visible, y aun salta naturalmente á los ojos la alusion del testo del Apocalipsis á la salida de Egipto, y especialmente al

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Mat. ii, 2.

Qui natus est Rex judæarum? + Dicentes: Ubi est qui natus est Rex Judæorum ? — Ubi supra. Defuncti sunt enim, qui quærebant animam pueri. Mat. ii,

§ In diebus juventutis suæ. — Vide Osee. ii, 25.

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capítulo xix del Exodo, versiculo 4. Comparense entre sí ambos lugares, y se hallará entre ellos una perfecta conformidad. Despues de pasado el Mar Rojo, y estando ya todo Israél en el desierto del monte Sinai, les dice el Señor estas palabras :

TESTO DEL EXODO.

109. Vosotros mismos habeis visto lo que he hecho á los Egipcios, de qué manera os he llevado sobre álas de águilas (ó como lee la paráfrasis caldea, como sobre álas de águila) y tomado para mí*.

TESTO DEL APOCALIPSIS.

Y fueron dadas á la muger dos álas de grande águila, para que volase al desierto á su lugar.

110. De manera, que así como en otros tiempos remotísimos, cuando se dignó Dios mismo de sublimar á esta joven á la dignidad de esposa suya, la sacó primero de la esclavitud de Egipto, con mano robusta (y fuerte) y la condujo sobre álas de águilas (ó como sobre álas de águila), á la soledad del monte Sínai, donde se celebraron solemnísimamente los desposorios; así sucederá á proporcion en otros tiempos todavia futuros de que tanto hablan las Escrituras, cuando el mismo misericordioso Dios, compadecido de sus trabajos, y aplacado con tantos siglos de durísima penitencia, se digne de llamarla segunda vez, como á muger desamparada y angustiada de espíritu, y como á muger que es repudiada desde á la juventud‡; aunque bajo otro testamento, ú otro pacto nuevo y sempiterno. Entonces renovará el Señor aquellos antiguos

Vos ipsi vidistis quæ fecerim Ægyptiis, quomodo portaverim vos super alas aquilarum (quasi super alas aquila) et assumpserim mihi.-Exod. xix, 4.

+ Et datæ sunt mulieri alæ duæ aquilæ magnæ, ut volaret in desertum in locum suum.-Apoc. xii, 14.

Ut mulierem derelictam, et morentem spiritu... et uxorem ab adolescentia abjectam. — Isai. liv, 6.

TOMO II.

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prodigios, y obrará otros mayores para sacarla de la opresion y servidumbre, no ya de solo Egipto, sino de las cuatro plagas de la tierra, y para poseerla segunda vez: Y será en aquel dia: Estenderá el Senor su mano segunda vez para poseer el resto de su pueblo*: y para que salga de su actnal servidumbre, y pueda huir con mas facilidad, le dará tambien otras dos álas como de águila grande con que pueda volar otra vez á la soledad: le dará otros dos conductores muy semejantes á Moisés y Aaron, y proporcio nados al nuevo ministerio.

111. Qué álas, ó qué conductores serán estos, no lo podémos asegurar de cierto, sino cuando mas por via de congruencia, ó de sospechas aunque veementísimas. La primera ála ó el primer conductor parece ciertamente el profeta Elías. Lo que de él está escrito en el Eclesiástico, en Malaquías y en el Evangelio, es un fundamento que exede la pura verosimilitud, y casi toca en la evidencia. Este hombre estraordinario está todavia vivo, sin haber pasado por la muerte, por donde debe pasar en algun tiempo. Está reservado únicamente, segun las Escrituras, para bien de los Judios, ó de los hijos de Israél en general: esto es, como se dice en el Eclesiástico: para aplacar la ira del Señor: para reconciliar el corazon del padre con el hijo, y restituir las tribus de Jacob+. Lo mismo en sustancia se dice en Malaquías: He aquí yo os enviaré al profeta Elias, antes que venga el dia grande y tremendo del Señor. Y convertirá el corazon de los padres á los hijos, y el corazon de los hijos á sus padres‡. Todo lo que confirmó y esplicó mas el Hijo de Dios diciendo: Elias en verdad ha de venir, y restablecerá todas las

* Et erit in die illa: Adjiciet Dominus secundò manum suam ad possidendum residuum populi sui. — Isai. xi, Il.

+ Lenire iracundiam Domini: conciliare cor patris ad filium, et restituere tribus Jacob. - Eccli. xlviii, 10.

Ecce ego mittam vobis Eliam prophetam, antequam veniat dies Domini magnus et horribilis. Et convertet cor patrum ad filios, et cor filiorum ad patres eorum.

- Malach. iv, 5, 6.

cosas*. Segun esto, parece mas que probable que el profeta Elías ha de ser uno de los conductores ó una de las álas.

112. La gran dificultad está en conocer con la misma verosimilitud la segunda ála, ó el segundo conductor: Y fueron dadas á la muger dos álas. No hay duda que aquel antiquísimo profeta, Enóc, que fué el séptimo despues de Adán†, está todavia vivo como Elías, sin que sepámos ni del uno ni del otro el lugar determinado donde se hallan, pues la Escritura santa ya dice en el cielo, ya al paraiso palabras mas generales que particulares. Y anduvo con Dios (dice de Enoc), y desapareció; porque le llevó Dios: y como añade la parafrasis Caldea, ni aun murió con Dios: mas en el Eclesiástico se lee: fué trasladado al paraiso §. Y de Elías se dice: subió Elías al cielo en un torbellino. Este testo del Eclesiástico es el único en toda la Escritura por donde podémos conocer el destino de Enoc, ó el fin para que Dios le tiene reservado: Enóc agradó á Dios, y fué trasladado al paraiso, para predicar á las gentes penitencia¶. Por estas últimas palabras es fácil comprender, que el destino de este santo hombre no es para los Judios, como el de Elías, sino para las gentes: ó sea para los tiempos terribles de la tribulacion del Anticristo (como se infiere, del cap. xiv, v. 6 del Apocalipsis) 6 sea para las gentes que quedaren vivas en la tierra, despues de la venida del Señor, como es ciertísimo que han de quedar, segun las Escrituras, de lo que hablarémos mas de propósito á su tiempo. Por esta razon, ó por este destino del santo Enóc, para predicar á las gentes

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- Mat. xvii, 11.

Elias quidem venturus est, et restituet omnia. + Septimus ab Adam, Enoch.-Ep. Judæ, ver. 14. Ambulavitque cum Deo, et non apparuit: quia tulit eum Deus.

[Nec etiam occidit cum Deo.]- Gen. v, 24.

§ Translatus est in paradisum.

Eccli. xliv, 16.

Ascendit Elias per turbinem in cœlum.-4 Reg. ii, 11.

¶ Henoch placuit Deo, et translatus est in paradisum, ut det gentibus pœnitentiam. — Eccli. xliv, 16.

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