Entre tanto, el Señor Arzobispo subió á la tarima en que estaba el nicho de la Virgen, precedido del turiferario y de un sacerdote que llevaba la corona. Llegado á la presencia de la Imagen, la saludó reverentemente, la incensó por tres veces y, finalmente, tomando la corona la colocó en la cabeza de la Virgen, diciendo: «<Asi como eres coronada en la tierra por nuestras manos, del mismo modo merezcamos ser coronados en el cielo de gloria y honor, por Cristo Nuestro Señor.>> En ese mismo instante, todas las bandas de música rompieron á tocar marchas triunfales, los batallones hicieron una triple descarga de fusilería; se dispararon cohetes y bombas; repicaron las campanas y se echaron á volar un buen número de palomas blancas, como mensajeras de la alegría que henchía los corazones de todos los que tenían la dicha de asistir á aquel espectáculo sorprendente, al mismo tiempo que lágrimas de indecible emoción bañaban todos los semblantes. El regreso de la procesión fué aún más imponente. Rompen la marcha los Caballeros de la Virgen y descienden paulatinamente hasta llegar á las primeras casas del pueblo; entretanto la extremidad de la columna, cerrada por el 6° de línea formando en mitades, estaba aún cerca del altar. La columna marchaba por una ámplia calle trazada por dos líneas rectas de largos postes, en cuyas extremidades aparecían izadas banderas de todas las naciones. Pero no era esta la única columna de peregrinos que regresaba al Santuario; tres ó cuatro más, casi tan largas y compactas como la primera, se desprendieron tomando tres ó cuatro de las calles trasversales al campo donde tuvo lugar la ceremonia de la coronación. Personas que han asistido á las grandes peregrinaciones de Nuestra Señora de Lourdes, han asegurado que no se ha visto allí, en un dia, tanta aglomeración de gente, ni procesión tan grande. Los peregrinos llegaban al Santuario de Lujan á las dos ménos cuarto de la tarde; gran número de ellos sin haber probado aún siquiera un bocado de pan. Respecto del órden observado en este gran desfile, fué irrepochable: ni el más mínimo acto de irreverencia se dejó sentir. La Virgen, coronada ya, y siempre en el nicho portátil fué colocada sobre andas en el presbiterio, para más tarde salir de allí para recorrer las calles más céntricas de la población. Las festividades se prosiguieron con igual solemnidad durante todos los dias de la octava, ocupando cada dia la Cátedra del Espíritu Santo, los oradores más afamados de la República Argentina y del Uruguay, uno por la mañana y otro en la noche; cada dia igualmente, cantábase una misa solemnísima de pontifical por uno de los Prelados presentes. Durante los ocho dias, Lujan vióse continuamente visitado por una concurrencia inmensa y al mismo tiempo selecta. La mayor parte de lo que Buenos Aires tiene de caballeresco y distinguido tuvo á grande honor prosternarse ante el altar de María. El último dia de la Octava, que fué el Domingo 5 de Mayo, tuvo lugar la colocación de la piedra fundamental del Santuario Nacional de Nuestra Señora de Lujan. Se organizó, por la tarde, una solemnísima procesión al sitio donde debía tener lugar la ceremonia; en esta procesión tomaron parte los representantes de las Provincias y de las Asociaciones Católicas llevando cada cual su respectiva bandera ó estandarte. El Exmo Señor Arzobispo acompañado de los Ilmos. Seño res Obispos de San Juan de Cuyo y de Montevideo, de los Vicarios Capitulares de Córdoba y de Salta, de los delegados de los Obispos del Paraguay y del Paraná, del Venerable Cabildo Metropolitano, de un numeroso clero regular y secular, y de un gentío inmenso dió principio á la ceremonia, conformándose en todo á las prescripciones litúrgicas. Labróse una acta, sobre pergamino, en que constaba todo lo relativo á este acontecimiento, colocándose en seguida en una cajita de plomo juntamente con medallas, monedas, etc., la cual se encerró en la lápida. Acto contínuo, el Exmo Señor Arzobispo pronunció una hermosísima alocución alusiva al acto. Puedese afirmar que la coronación de Nuestra Señora de Lujan ha sido un acontecimiento espléndido y sin rival en los fastos religiosos de las Repúblicas Sud-Americanas. SEGUNDA PARTE OFICIOS LITÚRGICOS DE NUESTRA SEÑORA DE LUJAN DOMINICA IV DESPUES DE PASCUA FIESTA DE LA BEATÍSIMA VIRGEN MARIA DE LUJAN Doble de segunda clase, con Octava Concedida por la Santidad del Papa Leon XIII, según el Decreto de la Sagrada Congregación de los Ritos, del dia 18 de Noviembre del año del Señor de 1886. PRIMERAS VÍSPERAS ENID, oh Dios, á ampararme. Apresuraos, Señor, á socorrerme. Gloria sea al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por todos los siglos de los siglos. Así sea. Aleluia. |